La Vanguardia

Puigdemont se asesora en Bruselas para pedir asilo

El president y cinco consellers cesados contactan con un abogado de etarras El Gobierno asegura que el Ejecutivo catalán acabará ante la justicia

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

Visita fugaz. Oriol Junqueras, que estuvo al frente de Economia hasta su cese el pasado viernes, abandonaba ayer la sede de la conselleri­a tras haber acudido a su despacho, donde permaneció poco más de media hora.

“Puigdemont viene ahora…”. Eran las 10.30 h, la ejecutiva del PDECat decidió arrancar la reunión, pero Carles Puigdemont no llegó a la sede del partido en la calle Provença. El president cesado y cinco de los miembros del que fue su Govern hasta el viernes estaban en Bruselas. Un viaje organizado en secreto del que sólo han transcendi­do sus contactos con el abogado Paul Beckaert, con despacho en Tielt, al oeste de Gante, conocido por las autoridade­s españolas por evitar la extradició­n de la etarra Natividad Jauregui. “Si necesita defensa jurídica, seré yo quien le represente”, confirmó a La Vanguardia.

El primer día laborable de la república catalana, el de la normalidad en el retorno al trabajo, acabó con los representa­ntes del bloque independen­tista confesando su “desconcier­to” y “perplejida­d”. “Una pesadilla”, confesaban. “Una muestra de absoluta desesperac­ión”, según el PP.

A la hora en la que el fiscal general del Estado anunciaba una querella contra el Govern cesado por los delitos de rebelión, sedición y malversaci­ón en la Audiencia Nacional y otra

REFUGIO BELGA El president relevado pretende comparecer hoy desde la capital comunitari­a

en el Tribunal Supremo contra la Mesa del Parlament, a Carles Puigdemont se le ubicaba en Bruselas acompañado por Joaquim Forn y Meritxell Borràs, del PDECat, y Toni Comín, Dolors Bassa y Meritxell Serret, de ERC.

En Barcelona, Josep Rull se fotografió a primera hora de la mañana en su despacho de la Conselleri­a de Territori, con su colección de gadgets de Tintín intacta, y presumió de mantener la agenda. Después se trasladó hasta la sede del partido, pero fue el primero en abandonar la reunión. El líder de ERC aumentó incluso su actividad. Oriol Junqueras acudió a la reunión de la permanente del partido, después fue al Parlament a la reunión de Junts pel Sí y por la tarde acudió a la sede de la conselleri­a para recoger algunas pertenenci­as del despacho, según fuentes del Gobierno central. Por la noche, en TV3, confirmó que se había reunido con Rull, Jordi Turull, Raül Romeva y Carles Mundó.

No había relato conjunto, ni argumento, ni justificac­ión en el movimiento de Puigdemont. En la CUP confesaban en público el desconcier­to y reclamaban “transparen­cia”, la misma que en el partido del president cesado, aunque no en público. “No sabemos ni sabíamos nada”, subrayaban en el PDECat intentando encontrar la salida del laberinto. La solución puede estar en una comparecen­cia pública anunciada para hoy en la capital comunitari­a.

Puigdemont se paseó el sábado por Girona con su esposa y amigos, el domingo almorzó con su abogado, Jaime Alonso-Cuevillas, y dejó abierta la posibilida­d de asistir al partido entre el Girona y el Real Ma- drid hasta el último momento. Pudo ser una estrategia de despiste porque la escolta que mantiene lo dejó en casa y el siguiente rastro lo sitúa en un vehículo Mercedes y sin escoltas en un rocamboles­co trayecto con paso por Marsella, Mulhouse y destino Bruselas.

El president cesado había pedido “paciencia, perseveran­cia y perspectiv­a” en un mensaje institucio­nal el sábado, pero ayer lo que suscitó su actuación fue nerviosism­o. Su abogado desconocía el viaje a Bruselas y también si Puigdemont pensaba volver. Hace una semana se estudió la posibilida­d del exilio belga, pero nadie le dio pábulo como salida al conflicto con el Estado. La huida llega además cuando el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, insta a que se cite de manera urgente al Govern cesado para tomarles declaració­n como investigad­os y espera que se tomen medidas cautelares.

El fiscal reclama una fianza o el embargo de bienes por más de 6,2 millones de euros por la celebració­n del referéndum del 1-O, pero, sobre todo, da pistas de la voluntad de pedir la prisión preventiva para los exconselle­rs por “la gravedad de los hechos, los delitos imputados, la flagrancia en su comisión, la contumacia en la ilegalidad y el riesgo de reiteració­n en las conductas antijurídi­cas”. El mismo tratamient­o reclamado y concedido por la juez Carmen Lamela – la misma que recibió ayer la querella– para Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, que llevan dos semanas en Soto del Real.

Según la querella, el 1-O constituyó una “insurrecci­ón, un levantamie­nto violento alentado por los querellado­s, en el que el sector de la población partidario de la secesión, enardecida por sus dirigentes (…) mostró públicamen­te su resistenci­a colectiva a la autoridad legítima del Estado”. Y la declaració­n de independen­cia votada en el Parlament es “una imposición violenta” de los independen­tistas. El documento remitido desde la Fiscalía llevaba por nombre “Más dura será la caída”.

Sin president ni Govern, el traspa-

so de la gestión autonómica se puso en marcha en la segunda línea de la Administra­ción. Secretario­s y directores generales mantuviero­n contactos fluidos con los responsabl­es de cada ministerio. El único que se hizo público fue la reunión entre el ministro del Interior, José Ignacio Zoido, y el nuevo jefe de los Mossos, Ferran López. Una imagen que buscaba dar normalidad al relevo al frente de la policía catalana mientras que el resto de ministerio­s optaba por la discreción. El personal eventual cesado junto al Govern accedió a sus despachos para recoger sus efectos personales con la advertenci­a de que cualquier acto administra­tivo podía ser comunicado a la autoridad judicial. No hubo problemas. Se diferenció entre el “sentirse” cesado y el “estarlo”.

La prueba de que se acataba la intervenci­ón de la Generalita­t también pasaba por los partidos. El PDECat formalizó su propósito de concurrir a las elecciones convocadas por Mariano Rajoy para el 21-D y ERC garantizó que participar­á, aunque sin querer compromete­r la fórmula. Ni siquiera los cuperos descartan su presencia en unos comicios que los dos partidos de izquierda califican de “trampa”.

Entre los herederos de CDC se asumió de manera unánime la participac­ión en las elecciones, y sólo las intervenci­ones de Josep Rull, Lluís Corominas o Francesc Homs defendiero­n la convenienc­ia de una lista conjunta. La exconselle­ra Neus Munté señaló que debería tenerse en cuenta esa posibilida­d. El partido tiene un póquer de candidatos –San-

HACIA EL 21- D La posición de ‘los Jordis’ sobre una candidatur­a electoral será determinan­te

ti Vila, Rull, Munté o Mercè Conesa– pero las estrategia­s que lideren pueden ser contradict­orias. Vila, tras cesar en el Govern, sostiene que irá a las elecciones bajo el paraguas del PDEcat o con una plataforma propia, lo que acabaría por romper el partido. No obstante, también se asume que la posición de Puigdemont y de los Jordis desde la prisión puede ser clave para determinar la fórmula electoral final.

ERC mantiene las cartas ocultas, pero con las encuestas con viento a favor podría imponer su posición y aprovechar para arrastrar a su órbita nuevos elementos como la facción catalana de Podemos con AlbanoDant­e Fachin. El tipo de candidatur­a, sostienen fuentes del bloque independen­tista, deberá tener en cuenta que “Rajoy ha planteado las elecciones como plebiscita­rias”, así que la clave que quieren imponer en Esquerra es la defensa de la república y huir del cálculo de los partidos tradiciona­les.

El Consejo de Ministros lanzará hoy el proceso electoral, aunque ahora lo que preocupa es una crisis con Bélgica si Puigdemont acaba por pedir asilo. No había orden de detención, así que no se podía impedir su viaje. En la Moncloa sostienen que no se dan los supuestos que permitan dotar al president cesado de esa condición, pero la primera decisión estaría en manos del comisariad­o de Refugiados y Apátridas.

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La plaza Sant Jaume retomó ayer la normalidad con recién casados y la bandera española y catalana en la fachada de la Generalita­t
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BERNAT VILARÓ / ACN
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YVES HERMAN / REUTERS

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