May pide acabar con la cultura de acosos sexuales de Westminster
La primera ministra interviene tras una serie de acusaciones contra diputados
El efecto Weinstein ha llegado a la política del Reino Unido y ha provocado una reacción de tolerancia cero con los acosos sexuales dentro del Gobierno y del Parlamento. El speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, aseguró ayer que ese tipo de comportamientos no van a ser permitidos, y prometió aligerar la burocracia para que las acusaciones y quejas se consideren con mucha mayor rapidez.
Todo ello viene a raíz de varias informaciones en los últimos días sobre indiscreciones sexuales y conducta inapropiada por parte de políticos de todos los principales partidos, y de que el Gobierno está investigando alegaciones específicas contra una serie de funcionarios de diversos rangos que al parecer han roto el código ministerial de comportamiento. Algunos casos son de tanta gravedad que incluso han sido remitidos a Scotland Yard para que decida si procede presentar cargos.
Hasta ahora, los pecadillos sexuales de los ministros y diputados eran discutidos de una manera un tanto jocosa por Theresa May y el líder del grupo parlamentario tory, Gavin Williamson, en una conversación semanal. En ella la primera ministra era informada de quiénes tenían affaires extramatrimoniales, quiénes se acostaban con las secretarias, quiénes iban con prostitutas, eran adictos al juego, a las drogas o al alcohol. Todo ello, si la prensa no se había enterado y no había peligro de escándalo, en medio de risas y un espíritu festivo.
Si el descubrimiento tras su muerte de que el presentador y discjockey de la BBC Jimmy Savile, una celebridad nacional, era un depredador sexual que violó y acosó a numerosas mujeres abusando de su poder no sirvió para cambiar la actitud hacia este tipo de conducta en la política británica, el caso del productor de cine de Hollywood Harvey Weinstein sí lo ha conseguido.
“Es fundamental que los chicos y chicas jóvenes que trabajan en el palacio de Westminster como ayudantes y becarios de los parlamentarios lo hagan en un clima saludable, propio de un lugar de trabajo moderno, sin miedo a ser objeto de abusos por parte de nadie”, señaló el speaker Bercow, un día después de que la primera ministra, Theresa May, le pidiera oficialmente que tomase cartas en el asunto y estableciera un procedimiento más dinámico y efectivo para lidiar con este tipo de casos.
Un secretario de Estado en el Ministerio de Comercio Internacional, Mark Garnier, ha sido acusado de pedir a su secretaria (a la que se refería como “tetas de azúcar”) que le comprase vibradores y otros juguetes sexuales en una tienda del Soho. Tras determinarse que se trata de una violación del código de conducta parlamentaria, el diputado tory, de 54 años, padre de tres hijos, es objeto de una investigación oficial.
Según Carline Edmonson, la secretaria, el político le entregó la “lista de la compra” y se quedó esperándola a la puerta del sex shop, después de explicarle que uno de los vibradores era para su mujer, y otro para una votante de su circunscripción de las Midlands que se lo había encargado. El incidente, revelado ahora por el diario Daily Mail, ocurrió en el año 2010, y Garnier considera que no se trata de una instancia de acoso sexual.
La líder de la Cámara de los Comunes y potencial aspirante a reemplazar a May como primera ministra, Andrea Leadsom, afirmó ayer que “los diputados tienen que poner su casa en orden”. En esa misma línea, la exministra laborista Harriet Harman ha hecho un llamamiento a “acabar con la cultura sexual cutre y opresiva que sigue siendo desafortunadamente una tradición en Westminster, y que hemos tolerado durante demasiado tiempo”.
Un secretario de Estado encargó a su secretaria que le comprara varios juguetes sexuales