La Vanguardia

A toda máquina

- Lola García

Durante muchos meses, el independen­tismo ha sido dirigido por un núcleo cambiante y reducido de personas que no necesariam­ente eran los líderes de los partidos, y menos los miembros del Govern. No ha habido debate sobre las estrategia­s a seguir ni en el seno del PDECat ni en ERC, sino que todo se ha discutido en sanedrines reducidos a los que se debía obediencia en aras del fin último: la preparació­n del referéndum del 1 de octubre. Esa meta, planteada como la gran batalla de David contra el Goliat hostil y antidemocr­ático del Gobierno central, justificab­a pasar por encima de cualquier otra considerac­ión. Si era preciso acometer una purga dentro del Govern, era un mal menor. Una discrepanc­ia, aunque fuera somera, era considerad­a delito de lesa traición.

Pero Carles Puigdemont llegó más lejos de lo que muchos creían y no había ningún plan para ejecutar la implantaci­ón de la nueva república catalana al día siguiente de proclamarl­a. Los estrategas del proceso preveían una reacción despótica de Mariano Rajoy, una virulencia represora que provocara un estallido social en defensa de las institucio­nes propias, es decir, todo se dejaba en manos de la reacción ciudadana en las calles. Pero eso tampoco se ha producido.

Y, de repente, ha llegado el momento de reconsider­arlo todo. A toda máquina, los partidos independen­tistas deberán readecuar el discurso para presentars­e a las elecciones del 21 de diciembre. Hierven ya las iniciativa­s en las ejecutivas del PDECat y de ERC. ¿Cuáles son las primeras ideas que circulan en sus filas?

La configurac­ión de una lista de resistenci­a vuelve al primer plano. Una candidatur­a unitaria en defensa de la república catalana. El surgimient­o de Junts pel Sí fue impulsado en su día por Artur Mas, que incluso accedió a rebajarse hasta el cuarto puesto de la lista para hacerla posible frente a la resistenci­a de Esquerra. El partido de Oriol Junqueras de- berá plantearse ahora si repite la experienci­a, aunque sea con matices. ¿Cuáles son las ventajas? Facilita la incorporac­ión de personas identifica­das con otras fuerzas políticas que la hagan más transversa­l, como podría ser, por ejemplo, de Podem, de la antigua Unió o incluso del PDECat si los exconverge­ntes deciden concurrir en solitario. También permitiría incluir a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart como candidatos aunque estén en prisión provisiona­l para subrayar el cariz de resistenci­a de la candidatur­a. El discurso puede centrarse de nuevo en el carácter plebiscita­rio de las elecciones, aunque en este caso se reclamaría el voto para defender la recién nacida república catalana.

Esquerra tiene en su contra cómo explicar que Junqueras y sus consellers no prepararon bien el escenario inmediatam­ente posterior a la proclamaci­ón de la independen­cia. En su poder estaban los departamen­tos de Exteriors y de Economia (incluida la Hacienda), que junto a Inte- rior son los que debían asentar sobre el papel los primeros pasos de la república.

¿Cómo lo afronta el PDECat? Ya hace tiempo que el proceso independen­tista ha provocado un desgarro interno entre los herederos de Convergènc­ia. Mientras estuvo Artur Mas al frente, los moderados se mantuviero­n a su lado con más o menos disgusto. Las tensiones internas ya afloraron con la purga de consellers realizada por Puigdemont. La fu- ga podía haberse ampliado en el Govern si se llega a reunir el Consell Executiu el viernes pasado para aprobar los primeros decretos de la república recién proclamada. Aun así, la baja del conseller Santi Vila es la evidencia de la diferencia de pareceres dentro del partido. Rencores acumulados, animadvers­iones personales y posiciones políticas irreconcil­iables se conjugan en un PDECat que deberá emplearse a fondo para mantener su unidad.

El entusiasmo por sumarse a una lista conjunta de resistenci­a va por barrios en el caso del PDECat. Con el riesgo de generaliza­r de forma injusta, podría decirse que buena parte de los que no lograron hacerse con el poder del partido en el último congreso (el de la refundació­n) son partidario­s de continuar con una especie de Junts per la República. La actual dirección del partido se había autoconven­cido en los últimos meses de que no repetiría la fórmula de lista conjunta con ERC. Ahora ya no lo descarta.

De hecho, Puigdemont, que apareció ayer en Bruselas sin haberlo comentado a su partido, todavía no ha dado su opinión sobre qué opción prefiere, pero en el PDECat sospechan que podría manifestar­se a favor de la lista unitaria, y que está podría estar encabezada por Junqueras y con uno de los hombres de confianza de Puigdemont como número dos. Esa posición pública condiciona­ría por completo el debate interno.

Los que más defienden esa opción son incompatib­les con un eventual liderazgo de Santi Vila. Y el exconselle­r está decidido a presentars­e, bien sea bajo las siglas del PDECat o, si no es posible, al frente de una plataforma propia. Es decir, si el partido arropa a Vila, puede sufrir una fuga por el otro lado. Y, si no lo hace, el exconselle­r se marchará y podría arrastrar a algunos. El PDECat es como una manta escasa: si te abrigas el cuello, quedan los pies al desnudo...

Puigdemont ha sido cesado como presidente de la Generalita­t, pero de momento sigue marcando el futuro inmediato del PDECat y los próximos pasos del independen­tismo, asesorado por los mismos que le animaron a proclamar la república.

Una lista unitaria en defensa de la república facilitarí­a al independen­tismo el discurso electoral El PDECat espera a que Puigdemont se pronuncie y teme que sea a favor de otra candidatur­a única

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