Forcadell acata el 155 y la disolución del Parlament a la espera del 21-D
La presidenta aduce que no quiere poner en peligro a los funcionarios de la Cámara
El Parlament asumió ayer su disolución discretamente, en silencio, casi de forma perezosa, lejos de la solemnidad y excitación del pleno del viernes cuando el bloque independentista declaró la “república catalana”, desmontando así la teoría tan comentada en los últimos meses de que sería la punta de lanza de la resistencia, con una suerte de Maidán en la Ciutadella, a la intervención del Gobierno central.
La presidenta de la Cámara, Carme Forcadell, que a primera hora de la mañana había publicado un mensaje en Twitter –“Continuamos trabajando”– que transmitía una rebelde normalidad, anunció horas después, a través de sus colaboradores, que no se oponía a la disolución del Parlament dictada el pasado viernes por el presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
“El Parlament se ha disuelto”, anunciaron dichas fuentes del gabinete de Forcadell, que insistieron en que la presidenta, pese a aceptar la disolución, “rechaza frontalmente” el artículo 155 y considera, además, que el Ejecutivo del PP “se atribuye de forma ilegítima una potestad a la que no tiene derecho”, por lo que estudiará las medidas legales posibles para “hacerle frente”.
Entre las razones aducidas para explicar la decisión de Forcadell, uno de los referentes del independentismo al saltar de la ANC a la presidencia de la Cámara, subrayaron su voluntad de “no poner nunca en riesgo a los funcionarios y trabajadores del Parlament” con sus decisiones. “Esta ha sido siempre una de sus prioridades y así lo seguirá siendo en ejercicio de sus responsabilidades. Cualquier medida que realice cumplirá con esta premisa”, aseguraron.
Más allá de información facilitada por fuentes del entorno de Forcadell, ayer no se produjo una declaración formal, ningún acto, anuncio en la página web o gesto público que indicara algo más de lo publicado en el BOE la nueva situación de la Cámara, más allá de que la reunión de la Mesa que el viernes, antes del anuncio de Rajoy, se había situado para hoy, quedara “sin efectos”. De esta forma, hasta la sesión constitutiva de la nueva legislatura, únicamente seguirá activa la diputación permanente del Parlament, presidida por Forcadell.
Se trata de un pleno reducido compuesto por 23 diputados, designados en proporción a la representación del pleno ordinario, compuesto por 135 diputados. Además de Forcadell, el vicepresidente primero, José María Espejo-Saavedra (Cs), y la secretaria primera, Anna Simó (JxSí), forman la Mesa de este órgano. Se completa con los diputados representantes de los grupos, que en el caso de JxSí son Ramona Barrufet, David Bonvehí, Lluís Corominas, Lluís Guinó, Marta Pascal, Irene Rigau, Marta Rovira y Roger Torrent. Por parte de Ciutadans, Inés Arrimadas, Carlos Carrizosa y Fernando de Páramo. Por parte del PSC, Miquel Iceta, Eva Granados y David Pérez. Completan la lista Lluís Rabell y Marta Ribas (Sí que es Pot), Xavier García Albiol y Alejandro Fernández (PP), y Gabriela Serra y Mireia Vehí (CUP). Este órgano tiene unas competencias limitadas, como tramitar propuestas de resolución que tengan relación con hechos de especial de importancia.
La desconvocatoria de la reunión prevista para hoy de la Mesa dejó en nada el mensaje inicial en Twitter de Forcadell –que añadirá a su amplia carpeta judicial la querella de la Fiscalía por sedición y rebelión– y las declaraciones a TV3 a
HASTA LAS ELECCIONES A partir de ahora estará activa la diputación permanente, formada por 23 miembros
UN ADIÓS RESERVADO El periodo de sesiones termina discretamente con la anulación de la reunión de la Mesa
primera hora de la mañana de la republicana Anna Simó, secretaria primera de la Cámara, que aseguró que iban a “preparar” la reunión de la Mesa habitual de cada martes y “analizar” la situación creada con la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Poco después, los tres miembros de la Mesa de Junts pel Sí (Simó, Corominas y Guinó) abandonaban el edificio cabizbajos y con semblante de circunstancias para dirigirse en sus coches particulares a las ejecutivas de sus respectivos partidos. En el soleado exterior apenas dos cámaras de televisión –han desaparecido ya muchos de los medios internacionales que en las últimas semanas siguieron con frenesí la actualidad política catalana– y un grupo de joviales escolares que hacía ordenada cola para entrar en la visita guiada a la Cámara.