La Vanguardia

Utilidad de los perros

- Quim Monzó

El año pasado, el disfraz triunfador la noche de Halloween fue el de Trump. Hay medios que pronostica­n que este año el más vendido en territorio español será el de Puigdemont, incluso por delante del de el hijo de la Tomasa –el yihadista Mohamed Pérez–, Wonder Woman o Harley Queen. Estas son las novedades; además de los disfraces de toda la vida: de esqueleto, de esqueleto con sombrero, de calabaza, de Hannibal Lecter, de niña bruja, de demoniesa sexy, de zombi, de militar zombi, de esqueleto con sombrero mexicano, de Frankenste­in, de murciélago... De enfermera hay dos modelos: enfermera zombi y enfermera tóxica. También hay el de colegiala sexy. Si les interesa comprarlo vale más que se apresuren, porque calculo que pronto lo prohibirán “por incitar a la pedofilia”.

El atavío lo comerciali­za Casa del Disfraz. En el catálogo aparece como “Kit Puiglítico”, supongo que en un brillante juego de palabras entre Puigdemont y político: “Diviertido (sic) Kit de Puiglítico compuesto de peluca, gafas y estelada, el polítco (sic) catalán más de moda Puig Demon”. ( Demon porque en inglés significa demonio, de eso no hay duda.) Hay tres opciones de gafas. La peluca no se parece mucho a la de Puigdemont. Es negra, sí, pero el pelo del president ahora ya no es negro sino gris, y al final las puntas no giran hacia arriba, sino que acaban como las de los Beatles. El precio: 39,95 euros el kit completo y 19,95 si sólo compras los accesorios y el traje lo pones tú. No han puesto a la venta disfraces de Jordi Cuixart y de Jordi Sànchez. Es un gesto enterneced­or porque, tal como van las cosas, lo habrían podido hacer sin ningún remilgo.

Sólo fui una vez a una fiesta de disfraces y lo hice porque no tuve que vestirme de nada. Éramos dos amigos que nos parecíamos mucho. Él iba de yo y yo iba de él. Problema solucionad­o. Por fortuna para mí, todo eso de Halloween llegó cuando ya me había retirado de la vida fiestera. De esa celebració­n he tenido noticia a través de las pelis y las teleseries. Y he visto que, desde los años cincuenta, en Estados Unidos los niños van de puerta en puerta, llaman a cada una y exigen un dulce con la frase “Trick or treat?”. En los doblajes al español, este trick or treat original se convirtió –por culpa de una mala traducción inicial– en “¿Truco o trato?”. El doblaje al catalán mantuvo, y mantiene, ese error: “¿Truc o tracte?”.

Pero trick no quiere decir truco sino susto, gamberrada o broma. Y treat significa obsequio, golosina... La propuesta es: o me das un regalo o te hago alguna gamberrada. En el portal lingüístic­o ésAdir proponen “paga o plora”, más sensato y ajustado al original. Pero ve y explícalo ahora a los niños que también aquí van de puerta en puerta. Ellos seguirán imitando lo que han visto en la tele. Yo, si un niño llamara esta noche a mi puerta, seguiría la propuesta que hizo días atrás un conocido que actúa con el alias de 200 bares. En cuanto el niño me dijera “¿Truco o trato?” giraría la cabeza hacia el interior del piso y gritaría con todas mis fuerzas:

–¡Soltad a los perros!

Auguran que, este Halloween, el disfraz más vendido en España será el de Puigdemont

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