La Vanguardia

Una noche en el cementerio

- E L R U N R Ú N Màrius Serra

Si la programaci­ón no queda alterada por hache o por be, esta noche el Canal 33 emite un programa muy especial. No un especial sobre la actualidad, sino una propuesta singular. Se llama Il·luminats y es un diálogo con un personaje que encaje en este calificati­vo. La cosa no pasaría de aquí si no fuera por el mantenedor de la conversaci­ón, y escribo a conciencia este vocablo tan relacionad­o con la poesía porque el mantenedor es Jordi Lara, hombre de tele, músico y escritor, cuyo último libro ( Mística conilla, Edicions de 1984) se llevó el Serra d’Or de la crítica. Lara apuesta por pasar una noche entera con un personaje iluminado, que hoy es el payaso Jaume Mateu, Tortell Poltrona. La otra singularid­ad del programa es el escenario elegido, en este caso el cementerio de Montjuïc. Naturalmen­te, el escritor y el payaso hablan sobre todo de la muerte y, por tanto, de la vida. Empiezan buscando Televisió de Catalunya, además de ser un referente informativ­o, innova en todos los formatos televisivo­s desde 1983 entre las múltiples esculturas de los panteones una calavera que ría y repasan los tabúes que asociamos a la muerte. Paseando por los caminos del camposanto con la única iluminació­n de un farolillo se descubren hablando por lo bajini, como si no quisieran despertar a los miles de cadáveres que les rodean.

La conversaci­ón fluye con naturalida­d sin la gravedad retórica que solemos asociar a los momentos funerarios. Se habla de Tánatos sin olvidar a Eros, se exploran los dos sentidos del vocablo escatologí­a y se habla de la muerte como un viaje que nos iguala. La noche avanza y ambos interlocut­ores comen algo ante un gran panteón a la manera de los antiguos ágapes funerarios. Mientras van picando, hablan del más allá. El escritor hurga en el payaso y este se autodefine como alguien que busca pequeñas inmortalid­ades a través de la risa. Reír para el tiempo, asegura. Tortell Poltrona reconoce que no es un hombre religioso y admite sentirse más cómodo con una poética emocional. El diálogo le lleva a citar de pasada un poema dedicado a Dios por alguien que no cree en él, que debe ser el espléndido Cant es

piritual de Palau i Fabre, que empieza así: “No crec en tu, Senyor, però tinc tanta necessitat de creure en tu, que sovint parlo i t’imploro com si existissis”. El programa de Lara tiene la virtud de bordear la trascenden­cia sin caer en la ampulosida­d. El paseo nocturno por el cementerio es de una belleza marmórea, los instrument­os de juguete suenan detonantes a las cuatro de la madrugada y el número final de payaso que Tortell, recién despertado, se marca junto a otro panteón es sublime. Jordi Lara nos regala un dato de propina: de los más de cien mil millones de seres humanos nacidos en la Tierra, sólo el 5% estamos vivos. Televisió de Catalunya, además de ser un referente informativ­o, innova en todos los formatos desde 1983.

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