Drones fichados
El Gobierno prepara un registro de los dueños de las aeronaves lúdicas
El Gobierno de España quiere tener registrados a todos los propietarios que tengan un dron en casa. Será un fichero en el que constarán las ventas de esas aeronaves, sin que importe tamaño o precio, rellenado con los datos que las empresas especializadas en la venta de esos aparatos estarán obligadas a facilitar al Ministerio del Interior.
En el registro se hará constar nombre y apellidos del comprador, documento nacional de identidad y dirección postal, además de las características (tipo, modelo y nombre del fabricante) del aparato. Así consta en una disposición adicional añadida en el real decreto que el Gobierno prevé aprobar, a instancias del Ministerio de Fomento, antes de que acabe el año para poner or- den en una industria que no para de crecer y aún con muchas lagunas legales. Una fórmula para tener controlados todos los drones y a las personas (algo en estos momentos imposible de cuantificar) que ahora adquieren sin ningún filtro esas aeronaves con fines lúdicos.
La medida no va a garantizar que esos particulares hagan después un uso adecuado de los drones (nadie les va a exigir, por ahora, un título de piloto, ni que se conviertan en operadores), pero el hecho de obligarles a facilitar sus datos sí puede resultar disuasorio a la hora de cometer conductas irregulares.
La disposición adicional referida al uso del dron destinado a fines exclusivamente lúdicos se suma a otros cambios, no menos importantes, como son los que afectarán a las empresas registradas como operadoras y pilotos titulados que utilizan esas aeronaves como una herramienta de trabajo. Aquí se incluyen fotógrafos profesionales, agencias de publicidad, empresas agrícolas u operativos de emergencias. El real decreto, que aún está en fase de estudio pendiente de su aprobación, permitirá vuelos de drones en escenarios en los que hasta ahora estaba prohibido, sin excepciones, operar con estas aeronaves.
El dron tendrá, si no hay cambios de última hora, nuevas alas antes de que finalice el año. Los operadores habilitados y registrados podrán sobrevolar zonas urbanas, volar por encima de aglomeraciones de personas y operar de noche. Pero antes de esas operaciones tendrán que obtener un permiso especial tras un estudio de seguridad emitido para cada vuelo . En esos nuevos escenarios no podrán operar los propietarios de aparatos que no estén registrados como operado- res y carezcan del título de piloto.
La cara más lúdica del dron es, pese a esos cambios anunciados desde el Gobierno español, la que más inquietud sigue causando entre las autoridades encargadas de la seguridad aérea y la que más lagunas presenta desde el punto de vista normativo.
Estos aparatos pueden comprarse ahora en cualquier tienda o por internet sin que esa venta quede registrada en ningún sitio. Esta falta de control ha generado una percepción errónea sobre los riesgos de esos aparatos. “Un dron no es un juguete, como muchas personas piensan. Es una aeronave que surca el cielo y puede causar daños si no se tiene la suficiente aptitud para manejarla”, afirma una portavoz de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Advertencia que choca con la política de venta de estos aparatos, que pueden encontrarse hasta en los supermercados. La única limitación se refiere al peso. Un particular no puede adquirir una nave que pase de los veinticinco kilos, pero no hay filtros en lo que afecta a autonomía de vuelo, potencia o sistemas de filmación y grabación de audio, que suelen ir incluidos en el mismo paquete. Todo va a depender del precio que se quiera pagar. Puede encontrarse un dron (el más sencillo) por menos de cien euros. Aunque los más solicitados suelen oscilar entre los 700 y 1.200 euros. Son aparatos con muchas prestaciones. Las pasadas Navidades el dron fue el producto estrella en ventas durante esas fiestas. Se calcula que son miles las aeronaves adquiridas en los últimos años en España por particulares que han aprendido, sin acudir a ninguna escuela, a pilotar esos aparatos. Y se cuentan también por centenares las irregularidades cometidas, desde esa vertiente lúdica, con esas aeronaves. Las más frecuentes son sobrevolar zonas urbanas (algo en este momento prohibido sin excepciones) o espacios con aglomeraciones de gente.
La Agencia Estatal de Seguridad Aérea reconoce que en estos vuelos particulares resulta muy complicado imponer castigo. El
T O D O S L O S A P A R A T O S El listado incluirá todas las compras; del aparato más pequeño al más caro
M E D I D A D I S U A S O R I A Con esta norma se busca que el empleo de carácter lúdico se haga con responsabilidad
P L E N A M E N T E I D E N T I F I C A D O S El vendedor deberá exigir nombre, DNI, dirección postal y datos de la aeronave
CONDUCTA S DELICTIVAS Un uso indebido de esta tecnología comporta penas graves por violación de intimidad
LÍMITES A PARTICULAR ES La actividad como un hobby no permitirá el vuelo en zonas urbanas o sobre aglomeraciones
UNA INDUSTRIA EN AUGE La pasada Navidad este dispositivo fue el producto estrella en las ventas
piloto tiene que ser identificado en el momento en el que la aeronave está en el aire y en la mayoría de los casos cuando una persona denuncia uno de esos vuelos el dueño del dron ya ha desaparecido del lugar. Además, lo habitual es que la persona que detecta la aeronave ni tan siquiera llegue a ver al piloto, que puede estar situado a cientos de metros del punto del vuelo. La portavoz de AESA insiste en la necesidad de denunciar esas conductas. Y reitera: “Los drones, con la normativa actual, no pueden volar por encima de edificios, aunque haya una sola casa, ni en playas o espacios con aglomeraciones de gente; tampoco pueden volar por la noche y el piloto jamás puede perder de vista la aeronave. Sobra decir que también está prohibido volar cerca de los aeropuertos”. El mayor problema con los drones que en la actualidad no constan en ningún registro y, por tanto, la identidad de sus propietarios es desconocida afecta a la intimidad de las personas. En este aspecto poco puede hacer la Agencia Estatal de Seguridad Aé
rea. Es un campo que no le com- pete. Pero sí hay un Código Penal y por lo tanto los dueños de esos aparatos que sobrevuelan zonas pobladas o filman escenas cotidianas tienen que saber que la ley prohíbe esa conducta. La inviolabilidad de un domicilio o espacio particular (la capacidad del dron de grabar desde el aire es muy potente) es algo sagrado, indican fuentes judiciales.
La jurisprudencia es muy clara. Meses atrás el Tribunal Supremo dictó una sentencia en la que se anulaba una condena por tráfico de drogas porque la Policía obtuvo parte de las pruebas después de montar una vigilancia, con prismáticos, en un domicilio donde se trapicheaba con esas sustancias. Los agentes no tenían permiso judicial para espiar esa casa.
Así que cualquiera que sea filmado en un espacio privado con un dron podría apelar a esa sentencia, que ha sentado jurisprudencia, para pedir la condena del dueño del aparato. Tanto da si la intromisión se hace con unos prismáticos como con un cámara adosada a un aparato que surca el cielo. Y en el caso de las aerona- ves, los autores de esa violación de la intimidad pueden enfrentarse también a un delito de revelación de datos (las imágenes son datos de carácter personal) si esa escena captada con uno de esos aparatos es colgada después en una página de internet o difundidas por redes sociales.
Quedó más que evidente el pasado verano en Mallorca cuando los tripulantes de un barco grabaron a un grupo de chicas que tomaban el sol en otra embarcación. En este caso, tal y como indica la misma portavoz de AESA, el dueño de ese aparato no llegó a situar la aeronave encima del barco en el que estaban esas jóvenes, por lo que no hubo infracción en las normas de seguridad aérea, pero el caso sí pudo ser denunciado por violación de la intimidad.
Otro tema que preocupa, y mucho, es la capacidad que puede tener un dron, si se le añade un dispositivo concreto, para capturar, además de imágenes y sonido, información y datos de otros aparatos tecnológicos durante los vuelos. La amenaza a la esfera de la intimidad cuando se hace un uso inadecuado de estos aparatos y su tecnología es, por lo tanto, total.