La Vanguardia

El reparto por el aire es aún imposible

La Agencia Estatal de Seguridad Aérea considera que aún faltan años para que estas aeronaves lleven productos a domicilio

- J. RICOU

Amazon abrió el relato de la ficción aérea al imaginar el reparto a domicilio de todo tipo de productos con drones. Pizzas, libros, medicinas, entradas para conciertos... Esta empresa considera factible el uso de esas aeronaves para suplir al tradiciona­l repartidor y ha lanzado reiterados mensajes en los que se asegura que esta realidad, si hubiese voluntad por parte de los gobernante­s, sería ya hoy posible.

La perspectiv­a que se tiene del tema desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) es, sin embargo, muy diferente. Por no decir contraria. Una portavoz de AESA asegura que en estos momentos (y habla a escala mundial) es prácticame­nte inviable imaginar una red de drones surcando el cielo para hacer reparto de productos. Para que esos drones pudiesen llegar a los domicilios particular­es habría que diseñar rutas similares a las utilizadas por la aviación comercial. Y poner orden en el espacio aéreo para que las aeronaves tripuladas a distancia (los pilotos perderían la visión de esos aparatos) no chocaran entre ellas no es tarea fácil. Desde AESA se interpreta que esas propuesta, en estos momentos, no pasan de ser ingeniosas campañas de publicidad ideadas por empresas que buscan estar en el centro de la noticia.

Otra cosa muy diferente es el uso de drones en situacione­s de emergencia. Ahí, esta tecnología tiene un amplio campo por explorar. Y sobran los ejemplos. Un dron puede ser el medio de transporte para hacer llegar una medicina concreta en una zona arrasada por un desastre natural o afectada por un conflicto bélico. Esas aeronaves tienen también futuro en la inspección de zonas arrasadas por incendios o para acercarse hasta la boca de un volcán.

Pero que nadie se engañe. La industria del dron promete en muchos sectores, aunque habrá que esperar años, augura esta portavoz de AESA, hasta ver la imagen de una de esas aeronaves plantada en la puerta de un do- micilio o balcón para entregar un producto al propietari­o de esa casa. Esa imagen se considera, en estos momentos, poco menos que una escena de ciencia ficción.

El real decreto que el Gobierno prevé aprobar antes de que finalice el año no considera esta realidad. Es más, la nueva norma va a controlar aún más los vuelos de las empresas habilitada­s para operar, que podrán volar en zonas urbanas, pero siempre con un permiso que tendrá que solicitars­e con días de antelación. Y será AESA la que considerar­á si el motivo de ese vuelo está o no justificad­o a nivel empresaria­l.

El futuro más próspero e inminente para esta tecnología en el ámbito civil ( tras el salto desde el universo militar) está en el reconocimi­ento del terrenos, estudios forestales o recogida de datos ambientale­s. Y en estos casos los vuelos se programan en

PONER ORDEN EN EL CIELO Una red de drones “repartidor­es” es inviable sin rutas en el espacio aéreo

espacios muy concretos, con pocas urbanizaci­ones.

Las previsione­s de este sector en esas áreas son muy optimistas, hasta el punto de que el ministro de Fomento, Iñígo de la Serna, afirmó días atrás que en la próxima década esta industria generará un movimiento económico de 10.000 millones de euros en Europa.

La tendencia es que esas aeronaves ganen en autonomía y cubran rutas a partir de la inclusión de coordenada­s. Eso convertirá a estos aparatos en mucho más eficaces de lo que son ahora, pero el problema por resolver, para convertirl­os en repartidor­es a domicilio, pasa por abrir rutas seguras en el espacio aéreo.

UN BUEN NEGOCIO Fomento augura que el sector moverá diez mil millones de euros la próxima década

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