La Vanguardia

El origen de un campeón

Valverde regresa con el Barça a Atenas con la intención de certificar el pase de octavos

- CARLES RUIPÉREZ

Dicen los atenienses que el mármol del monte Pentélico no dura una vida sino que es para siempre. “Es para toda la eternidad”. De él salieron las piedras con las que se construyer­on los templos de la Acrópolis hace casi 2.500 años. En esas rocas también se forjó como técnico Ernesto Valverde, que salió de su zona de confort –dos equipos en los que ya había jugado: Athletic y Espanyol– para convertirs­e en un ganador en el Olympiacos, el rival de esta noche de un Barcelona que él ha colocado líder con 8 puntos sobre el Madrid en la Liga. Cuna de la democracia, Atenas también fue el origen de un campeón.

Hace nueve años, la polis despertó en Valverde, que como jugador ganó una Recopa y una Copa con poca participac­ión a las órdenes de Cruyff, su espíritu de vencedor. En el Pireo, el entrenador consiguió cinco de sus seis trofeos en el banquillo. El otro es la Supercopa de 2015 que le quitó a Luis Enrique. Hoy con el Barça puede certificar el pase a octavos de la Champions. Para ello necesita ganar en una de sus casas y que el Sporting no lo haga en Lisboa al Juventus.

Paralelame­nte a la recta final del triplete del Barcelona de Guardiola, en Atenas el técnico de Viandar de la Vera se estaba bautizando como ganador. Valverde pudo ser campeón dos años antes en la final de la UEFA a la que llevó al Espa- nyol. Pero entonces (2-2) los penaltis le apartaron de la gloria en Glasgow. Poco podía pensar que otra tanda dramática le daría otro título.

El 2 de mayo de 2009, el mismo día del 2-6 en el Bernabeu, el Olímpico de Atenas vivió una final de Copa al borde de un ataque de nervios. El Olympiacos del Txingurri, que empezó perdiendo 0-2 contra el AEK, llevó el partido a la prórro- ga en el minuto 94 (3-3). Y después, con nueve jugadores por expulsión de Galletti y Papadopoul­os, alcanzó los penaltis de forma heroica (4-4). Parecía que había hecho lo más difícil. Pero no. Fueron necesarios 34 penaltis (ocho de los nueve jugadores del Olympiacos repitieron disparo) para discernir el título. Aquella noche Valverde encajó 4 goles y su rival marcó 14 penaltis en la tan- da pero abrazó la Copa. “El partido más loco de todos los tiempos”, lo definió la televisión helena. Fue su primer doblete en Grecia, pues unos días antes ya había ganado la Superliga aventajand­o en 6 puntos al PAOK de Salónica. “Esto es como ganar con el Barça o el Madrid”, dijo a La Vanguardia.

Volvió al Olympiacos en 2010. Y ganó dos Superligas más. La primera con 13 puntos de diferencia sobre el Panathinai­kos. Y en la 2011-12 volvió a hacer doblete en su último partido: una final de Copa contra el Atromitos en la que David Fuster le dio el triunfo en el minuto 119 (1-2). Cuando uno gana así, está preparado para un gran reto. “Es emocionant­e venir a Atenas y a Karaiskaki­s que han significad­o tanto para mí. Vivir este ambiente es maravillos­o. Pero es imposible quedarme con un partido. Aquí he ganado ligas y he jugado finales de Copa inolvidabl­es”, recordaba ayer en su regreso.

El estadio Georgios Karaiskaki­s es fetiche para Valverde. Durante las tres temporadas en que dirigió al equipo del Pireo sólo perdió dos partidos de liga como local: contra el Larissa (en la 08-09) y el Kerkyra (11-12), ambos por 0-1. Para hoy, antes del partido, la afición le prepara un homenaje en la puerta 7 del estadio. “No tengo duda de que aunque me hagan un buen recibimien­to no pararán de animar a su equipo los 90 minutos. Aquí la gente es apasionada y viene a participar de una fiesta. Lo vamos a notar nada más salir al campo”, avisó.

Pero el cariño es recíproco. El técnico suele viajar a Grecia en sus vacaciones. Es un enamorado de Sunion, Delfos y el Peloponeso. “Vengo muchas veces porque me gusta y es algo que seguiré manteniend­o”, reveló.

Por si el regreso y el ambiente no fuesen suficiente­s emociones fuertes, Valverde tiene la baja de Piqué y la duda de Mascherano, por una infección en el pie que le causó fiebre. “Con cuatro centrales la plantilla está bien. Vermaelen todavía no ha jugado en la Liga. Pensamos que con ellos podemos tirar hacia delante”, descartó fichar por ahora.

En la delantera, Gerard Deulofeu quiere ponérselo difícil al técnico después de no jugar en Bilbao. “Jugué bien en los últimos partidos (marcó al Málaga y al Murcia). Sé que tengo que ser yo para estar muchos años en el Barça que es lo que quiero: triunfar aquí. Yo soy un jugador de banda y tengo que ser agresivo y encarar al defensa. Eso es lo que quiere el míster y cada vez estoy más adaptado”, se sinceró el extremo de Riudarenes. Atenas puede ser la cuna de un campeón. Valverde lo sabe muy bien.

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LOUISA GOULIAMAKI / AFP Ernesto Valverde charlando ayer con sus jugadores sobre el césped del estadio Giorgos Karaiskaki­s antes del entrenamie­nto
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