Stéphane Travert
Escasez del producto en su madre patria, situación sin precedentes desde la guerra
MINISTRO FRANCÉS DE AGRICULTURA
Los altos precios, la baja producción láctea, la alta demanda exterior (sobre todo china) y un mercado inflexible están dejando a los supermercados de Francia sin uno de los productos estrella de la cocina gala, la mantequilla.
París. Corresponsal
En el supermercado más cercano a la oficina de La Vanguardia en París cuelga un pequeño cartel: “A causa de la penuria de materia prima, el aprovisionamiento de mantequilla está limitado. Disculpen las molestias”. No es un sueño de gastronom soviético, porque en la URSS no andaban escasos de mantequilla –no solía haber de nada en las tiendas–, sino sobre todo porque a nadie se le ocurría disculparse por ello.
La escena se repite un poco por toda Francia, incluso en la región de Poitou-Charentes, o en Bretaña, grandes productoras –y consumidoras– de mantequilla: “El nuevo oro amarillo”, titula un diario bretón. ¿Qué ocurre?
Varias cosas. En primer lugar, un fenómeno informativo. “El miedo a la escasez de mantequilla está creando la escasez”, dice el ministro de Agricultura, Stéphane Travert. Una encuesta exprés en los tres supermercados del barrio parece confirmarlo: “Estamos vendiendo el doble de mantequilla que el año pasado por estas fechas”, explica un dependiente de la cadena Monoprix. Pero, sin desmerecer al ministro, este acaparamiento es más consecuencia que causa. Las causas reales son varias y diversas.
En primer lugar, la madre naturaleza: la cosecha cerealista y forrajera del año pasado fue la peor desde 1945 por razones climáticas. La producción lechera lo ha notado. El 20% de la leche francesa se dedica a producir mantequilla y desde principios de año, la producción ha caído un 8%.
En segundo lugar, los chinos: el mercado chino (metáfora de esa parte del mundo que es menos pobre y levanta cabeza) consume cada vez más lácteos y es más rentable exportar la mantequilla que venderla en Francia. Y además, si antes se decía que la mantequilla era tan mala para la salud, ahora más bien se afirma lo contrario: ¡Puaj, esa margarina! Hasta la revista Time lo ha puesto en portada.
En tercer lugar, el sacrosanto mercado y su estructura: la globalización, seudónimo del capitalismo moderno, conduce a una especie de loco monopolio feudal: en Francia hay 80.000 productores de leche y 65 millones de consumidores, pero sólo cinco compradores. Los productores están encadenados a ellos (en algunas regiones sólo hay un comprador) e incapacitados para alterar los misérrimos precios. Al mismo tiempo, la media de kilómetros de los productos alimenticios en venta en supermercados es de 2.400 kilómetros.
Los agricultores franceses están al borde del ataque de nervios: la mitad de ellos vive con menos de 300 euros al mes (estadística oficial del sector) y casi cada día hay alguna noticia de suicidio de algún agricultor: 253 varones y 43 mujeres muertas en esa profesión cada año, según Santé publique
France. A la hora de comercializar, muchos prefieren vender la mantequilla a pastelerías, que pagan mejor, lo que ha aumentado en hasta diez céntimos el precio del croissant. Asunto de Estado. ¿Caerá el Gobierno?
Psicosis, la demanda china, los precios y una estructura demente del mercado son las causas de la carencia