Bélgica marca distancias: “No le animamos a venir”
“El señor Puigdemont no está en Bélgica por invitación ni a iniciativa del Gobierno”, aclaró ayer el primer ministro Charles Michel en un comunicado en el que marca distancias con la presencia del expresident y seis exconsellers en el país. El Gobierno belga, recalcó, “no ha hecho nada para animarle a venir”. “Como él mismo ha dicho, está en Bruselas porque es la capital de Europa y va a ser tratado como cualquier otro ciudadano europeo”, con “los mismos derechos y obligaciones que los demás”, insistió Michel, que teme enfrentarse no sólo a una crisis diplomática con España y la UE sino a una crisis política interna. En su Gobierno conviven cuatro partidos, entre ellos los soberanistas flamencos de la N-VA, uno de los pocos apoyos exteriores al proceso. No ha dado pasos para reconocer la república catalana, como en su día dijo que haría, pero el secretario de Estado, Theo Francken, ha sugerido que los miembros del Govern podrían asilarse en el país. A pesar del efusivo apoyo en las redes de la N-VA al Govern, también se han desmarcado de la visita. Ayer por la tarde, el alcalde de Amberes y presidente del partido, Bart De Wever, rompió una lanza por Puigdemont: “Es un amigo y es siempre bienvenido. A un amigo nunca se le deja tirado”. A la vista de las tensiones creadas, el expresident insistió ayer en que no quería “mezclarse en la política belga”. El viceprimer ministro, el conservador flamenco Kris Peeters, se extrañó por su presencia en Bruselas: “Si declaras la independencia, en ese momento es importante quedarte con tu gente”, dijo Peeters, que conoce a Puigdemont desde hace años.