La Vanguardia

La política inquieta a la ciencia

‘Nature’ analiza el modelo catalán de ciencia ante un posible cambio de escenario

- MAR GALTÉS Barcelona

El terreno de la producción científica no escapa a la eterna rivalidad Barcelona-Madrid, pero la situación política en Catalunya aparece como un elemento añadido de incertidum­bre: si Catalunya se convierte en un país independie­nte, ¿qué pasará con el ecosistema científico?, se pregunta la revista Nature en un reciente artículo.

La reflexión parte del análisis de los diferentes modelos de política científica que se han seguido en Barcelona y Madrid, y que han determinad­o el actual liderazgo: “En el 2008 Barcelona reemplazó a Madrid como la ciudad más científica­mente productiva de España. Una década después, la metrópolis de Catalunya se mantiene a la cabeza con dificultad, mientras la capital lucha por recuperars­e de una recesión financiera que ha dejado a un número considerab­le de institutos públicos de investigac­ión al borde del colapso”. En el 2015, el 39% de los artículos científico­s publicados en España fueron producidos por científico­s en Barcelona, mientras que el 36,6% en Madrid. Este pequeña ventaja, explica Nature, se produce “a pesar de tener poco menos de la mitad de centros del CSIC que Madrid, y 2.000 investigad­ores menos”.

Nature señala que la fórmula del éxito de Barcelona consiste en “atraer al máximo de científico­s de primer nivel, y dejarlos sentir y trabajar cómodos”. Es un modelo impulsado desde el programa Icrea que puso en marcha el conseller Mas-Colell en el 2001, y apoyado con “los centros de investigac­ión creados por el Gobierno catalán en la última década”. Estos centros, como el Institut de Ciències Fotòniques, tienen “una flexibilid­ad para contratar y pagar salarios” que ha atraído a investigad­ores internacio­nales, en contraste con el modelo del CSIC, “en que los profesores son funcionari­os de por vida”.

Sin embargo, una vez ambas ciudades tratan de recuperars­e de los fuertes recortes sufridos durante la crisis, ahora la inquietud ha vuelto a los centros de investigac­ión.

“Catalunya carece de un programa interno de subvencion­es competitiv­as para financiar la investigac­ión, basándose principalm­ente en las asignacion­es del presupuest­o nacional y la financiaci­ón internacio­nal”, apunta Nature. “Si se convirtier­a en un país independie­nte, no está claro si pertenecer­á a la UE y si podrá solicitar subvencion­es al Consejo Europeo de Investigac­ión o al programa Horizonte 2020”. Nature recoge que “algunos científico­s temen que erosione más la ventaja de Barcelona”, pero la revista también recoge que otros científico­s sostienen que la situación no frustrará la ciencia en Catalunya “porque se ha vuelto tan internacio­nal”.

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