Hechos y responsabilidades
El exvicepresidente de la Generalitat y responsable de Economia hasta su cese el pasado día 27 de octubre publicó ayer un artículo en estas mismas páginas en el que, bajo el título “Hechos”, hacía un balance singularmente optimista de su gestión en los últimos 21 meses. En él no se hace alusión alguna a lo ocurrido en las últimas semanas en Catalunya ni a los desastrosos efectos que se han materializado ya en la situación económica.
No voy a entrar a valorar en detalle los logros que el señor Junqueras atribuye a su gestión. Sólo puntualizar que España es un país en el que funciona el principio de unidad de mercado y donde, aunque la evolución de las diferentes comunidades autónomas que la conforman va variando a ritmos diversos, las coordenadas macroeconómicas dependen sobre todo de la política fijada por el Gobierno del Estado. Así pues, habría que determinar qué parte del positivo balance que realiza podría atribuirse a su gestión y cuál al Gobierno central que de forma tan reiterada se ha encargado de denostar. Por no hablar del mérito mayor que acreditan los agentes económicos, singularmente trabajadores y empresarios. Por otra parte, es bien sabido que las políticas económicas no suelen tener efectos inmediatos, por lo que hubiera sido deseable, ya en clave exclusivamente catalana, un cierto reconocimiento a la labor de su predecesor, el profesor Andreu Mas-Colell.
Pero aun así, lo más relevante del artículo no es lo que dice sino lo que calla. El mundo económico catalán ha vivido en los últimos dos meses una tensión que no se recuerda desde la Guerra Civil. Han trasladado su sede fuera de Catalunya 1.883 empresas desde el 2 hasta el 30 de octubre, entre ellas muchas de las más grandes y las que más empleo crean. Es preciso remarcarlo, pues el señor Junqueras ha ido minimizando la importancia de este dato, argumentando que tenemos más de 200.000 empresarios. Al propio tiempo, las reservas turísticas en Barcelona se han reducido en más de un 20%, muchas empresas han visto declinar drásticamente sus ventas y gran número de inversiones se han visto súbitamente paralizadas. Todo ello provocado directamente por actuaciones en las que el señpor Oriol Junqueras ha tenido un papel determinante. El ejemplo de Montreal nos demuestra además que el traslado de sedes va a ser irreversible en muchos casos y va a producir una pérdida muy notable de puestos de trabajo en Catalunya.
Y no se diga que las empresas que se han trasladado lo han hecho por motivaciones políticas o inducidas por el Gobierno de Madrid. Quien conoce el mundo económico sabe que los empresarios toman sus decisiones pensando ante todo en el valor de sus empresas. Los bancos lo hicieron porque estaban perdiendo depósitos. Las cotizadas por la presión de los mercados de capitales. Otras porque no querían correr ningún riesgo, aunque fuera pequeño, de quedar fuera de la Unión Europea o sencillamente porque sus ventas sufrían caídas alarmantes. Todas temerosas por la inseguridad jurídica que les causaba la vía unilateral emprendida por el gobierno de la Generalitat.
El electorado sin duda pedirá al señor Oriol Junqueras que explique por qué ese camino sin obstáculos ni mermas que, según prometió a sus electores, nos iba a llevar a una independencia súbitamente reconocida por todos, se ha convertido en una senda de espinos que nos está empobreciendo económicamente y enfrentando civilmente.
Pero también sería deseable que el propio señor Junqueras, como líder que es del partido con mayor intención de voto en Catalunya, contribuyera a revertir la situación. Y puede hacerlo. Es más, es el que más puede hacer por ello. Sólo hace falta que, sin abdicar de ninguno de los principios y objetivos de su partido, renuncie a los métodos unilaterales para alcanzarlos, que como se ha demostrado, no causan más que inseguridad y frustración.
En su balance de gestión, el señor Junqueras obvia lo ocurrido en las últimas semanas