Nostalgia de la rutina
Una periodista con amplia experiencia en el País Vasco durante los años de plomo decía tras el 1-O que el grado de hipertensión emocional en Catalunya esos días no lo había vivido nunca en Euskadi. No es raro, el ser humano tiende a normalizar, necesita el cobijo de la rutina y no puede estar en hiperventilación o desgarro todo el tiempo porque al final vienen el desmayo y la melancolía. Con medio Govern declarando en la Audiencia Nacional y la mesa del Parlament haciendo lo mismo en el Supremo, llamaba ayer la atención la caída de la asistencia de anónimos ciudadanos aficionados al jaleo –en su primer acepción: “Acción y efecto de jalear”– en el entorno del parque Villa de París, gran zigurat del sistema judicial español. No baja la concurrencia de periodistas y cargos políticos, pero están en horario laboral. Va en sueldo.
Tras la concentración de un alborotado grupo convocado por la organización xenófoba y filofascista Hogar Social en Atocha, doce horas antes, para infamar y hacer saludos nazis a la legación política catalana que acudía a Madrid en AVE, cabía esperar alguna movilización organizada para la larga jornada. Pero no, allí no hubo más de una docena de campeones del escarnio, presta a denigrar a los miembros del equipo de Carles Puigdemont. Se les oyó, claro, pero su escaso número daba a entender que hasta para los sujetos más enamorados de su causa llega el momento de regresar a esos quehaceres menores que constituyen una vida. Por eso sonaba tan rara la frase de Puigdemont, el lunes desde Bruselas: “Esto va para largo”. Para largo, después de dos meses de movilización y sobreexcitación ante la inminencia de la soñada república. Para largo.
El barullo periodístico, entre entrevistas en vivo y canutazos, llegó a hacer pensar que alguien, mezclando ética y estética, gritaba “¡feos, fascistas!”, pero al agudizar el oído el cántico resultó ser “¡Forum, Afinsa!”. Era un grupo de víctimas de la ya veterana estafa de los sellos que aprovechaba la alta concentración de cámaras y conexiones para clamar contra PSOE y PP. No se le escapaba a nadie, claro, que el protagonista de la función no hizo ayer paseíllo por el parque porque está en Bruselas con sus cosas, y esa notable ausencia en el cartel se dejó notar en la asistencia de voluntarios del improperio. El público, pues, está por volver a lo suyo, como parece que el Gobierno estaba por “recuperar la normalidad”, una hipótesis que ayer perdió parte de su probabilidad ante la casi certeza de que medio Govern –o entero– estará en prisión provisional mientras Catalunya vota y coloca espumillón en el árbol.
Tras el desmayo, la melancolía. Esta era la primera mañana de tribunales tras los acontecimientos del pasado viernes, cuando el legislativo autonómico paría una república catalana sin latidos y el Gobierno asfixiaba a la parturienta deponiendo al Govern y disolviendo el Parlament. El ánimo entre los muchos políticos de ERC, PEDCat, Podemos, IU y En Comú era visiblemente más sombrío y menos animoso que en otras jornadas de citación judicial. Hubo lágrimas desde la mañana y severidad en los gestos. Se vio alivio cuando el Supremo decidió retrasar las declaraciones de los miembros de la mesa del Parlament una semana, y más lágrimas y más severidad por la tarde, cuando la Audiencia ordenó el encarcelamiento de los miembros del Govern, dispersos en dos prisiones del hinterland madrileño. Por primera vez, hacía frío en la plaza.
El tercer acto acabó hace siete días pero el spin-off bruselense amenaza con ser un culebrón al que la Audiencia añade drama y martirio. Algunos están descubriendo ahora que tal vez la única rutina disponible sea la grisura de los horarios de visita de la prisión. Si hubieran prestado atención, los miembros del Govern habrían visto ayer a doce chavales raperos en la Audiencia Nacional. Estaban allí por cantar “Tengo derecho a la rebelión , me da igual que no sea legal, que esta Constitución no lo refleje, que la Audiencia Nacional me procese y me encierre, como la Inquisición por hereje, resistir es vencer, lo aprendí del PCE”. El cargo es enaltecimiento del terrorismo. Ayer empezó el invierno en Madrid.
Apenas una docena de paisanos se acercaron a increpar ayer a los miembros del Govern
Entre los políticos catalanes que se solidarizaron, hubo lágrimas por la suerte de los imputados