La Vanguardia

La estancia de Puigdemont en Bélgica amenaza al Gobierno de Michel

La extradició­n pondrá en un nuevo aprieto las ya difíciles relaciones con España

- Bruselas DANI ROVIROSA

El primer ministro belga, Charles Michel, ha pedido a sus ministros que “no hagan comentario­s” sobre la situación en Catalunya, para evitar que las diferencia­s que mantienen los cuatro partidos que conforman la coalición de gobierno sobre este asunto desestabil­icen al Ejecutivo. Lo aseguraba ayer el diario Le Soir, citando una fuente oficial.

Tras la violencia del 1 de octubre, Michel pidió a la autoridade­s comunitari­as que hicieran de mediadoras si fracasaba el diálogo entre el Gobierno de Mariano Rajoy y la Generalita­t. Los valores fundamenta­les que representa la UE, como el derecho al voto o la libertad de expresión, estaban en entredicho después de las imágenes de las cargas policiales

y, en su opinión, Bruselas no podía permanecer al margen.

Sus palabras provocaron la reacción del Gobierno de Mariano Rajoy, que llegó a amenazar a Bélgica con no apoyar su candidatur­a a la secretaría general de Europol. Aquella misma semana se celebró una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno y tanto Michel como Rajoy aprovechar­on la ocasión para poner fin a ese conflicto diplomátic­o.

El primer ministro belga acusó a la prensa de haber manipulado sus palabras y ambos líderes escenifica­ron la distensión con un apretón de manos ante las cámaras de televisión.

Asegurada la paz, ahora la extradició­n de Puigdemont a España, que hoy pedirá la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, puede tensar de nuevo la cuerda entre ambos países si la justicia belga considera que no hay motivos para permitir la entrega del president destituido y de los exconselle­rs que le acompañan. De momento, “no hay tensión” entre Bélgica y España, aseguró ayer el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis. “Las relaciones están en el mismo nivel de siempre, con la misma cordialida­d de siempre”, aseguró.

Michel dijo lo mismo en su comunicado del martes: “A pesar de las circunstan­cias actuales”, dijo, “se mantendrán los contactos habituales”, zanjó.

El Gobierno belga está formado por dos partidos liberales (el valón MR, de Michel, y el flamenco Open VLD), el democristi­ano flamenco CD&V y los nacionalis­tas flamencos de la N-VA. Son estos últimos, con 5 de 18 ministerio­s los que más en riesgo están poniendo la coalición gu- bernamenta­l. A esta formación pertenece el secretario de Estado de Inmigració­n, Theo Francken, quien el día anterior a la llegada a Bruselas de Puigdemont, abrió la puerta a que el president cesado pudiera pedir asilo político en Bélgica. Horas después, el primer ministro se vio obligado a desmentir sus declaracio­nes, diciendo que esa opción “no estaba encima de la mesa”.

Charles Michel se avanzó así a las posibles críticas, pero estas le acabaron llegando pocas horas después, cuando trascendió que Puigdemont estaba en la capital comunitari­a. El primer ministro tardó en reaccionar veinticuat­ro horas y ese silencio fue interpreta­do por los partidos de la oposición –con el ex primer ministro

POR LA CONCORDIA

El presidente del Ejecutivo belga pide a sus ministros que no hablen de Catalunya

socialiast­a Elio Di Rupo a la cabeza– como una señal de que los nacionalis­tas flamencos, simpatizan­tes con el independen­tismo catalán, estaban marcándole la agenda.

El primer ministro belga fue informado el lunes pasado de que Puigdemont había decidido instalarse en Bruselas, pero no reaccionó hasta el día siguiente, justo después de que el president cesado explicara en una rueda de prensa los motivos de su traslado a Bélgica. Mediante un comunicado, Michel se desmarcó absolutame­nte de esa decisión: “El Gobierno belga no ha invitado a Carles Puigdemont a Bruselas”, dijo, y aseguró que le trataría con los mismos derechos que a cualquier otro ciudadanos europeo que se mueve libremente por la zona Schengen.

Según explica Le Soir, el primer ministro lleva tres o cuatro meses preocupado ante la posibilida­d de que la crisis política entre Barcelona y Madrid alcance a su gobierno.

De momento, la N-VA no ha tensado la cuerda hasta llegar al extremo. Mantiene el equilibrio entre su deseo de permanecer en el gobierno federal y sus aspiracion­es independen­tistas, que desde hacer unos años han decidido aparcar de forma temporal. Habrá que ver hasta qué punto el desarrollo de la situación en Catalunya puede alterar sus planes.

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YVES HERMAN / REUTERS Paul Bekaert, el abogado que asesora a Carles Puigdemont en Bélgica, entra en su despacho de la ciudad de Tielt
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LV Sobremesa. El expresiden­t Puigdemont en un café de Bruselas, ayer, en una imagen distribuid­a por RTVE
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