La Vanguardia

Saciedad y satisfacci­ón cambian cuando se conocen los sabores

- ANA MACPHERSON Barcelona

Las sensacione­s de saciedad, de plenitud, de satisfacci­ón e incluso el estado de ánimo al comer han sido puestos a prueba en un estudio llevado a cabo por Vall d’Hebron y El Celler de Can Roca. En él se quería probar si la respuesta sensorial de las personas cambia si hay por medio informació­n y educación en sabores básicos. Y lo han podido demostrar.

Cuando los comensales reciben formación en el reconocimi­ento de una solución dulce, salada, cítrica, amarga y umami (soja) con sus explicacio­nes correspond­ientes sobre lo que han percibido, y detalles sobre los componente­s de una buena sopa con zanahoria, puerro y cebolla, la respuesta cambia. Lo que más, la saciedad y la satisfacci­ón.

“Esta prueba de concepto abre la puerta a nuevas investigac­iones que nos proporcion­en conocimien­to mucho más preciso de cómo se responde ante la comida. Y en un futuro próximo, cómo se puede modificar cada una de esas sensacione­s para ayudar a enfermos. Por ejemplo, en un paciente oncológico absolutame­nte inapetente, o en un paciente obeso que no logra sentirse saciado fácilmente”, explica Fernando Azpiroz, jefe de aparato digestivo del hospital.

La investigac­ión, publicada en la revista Neurogastr­oenterolog­y & Motility, ha sido diseñada entre Josep Roca y Fernando Azpiroz. Los médicos querían cono- cer hasta qué punto se podían modificar sensacione­s esenciales a la hora de comer; los restaurado­res querían medir el impacto de la informació­n en esas sensacione­s. Los Roca, como todos los grandes cocineros, conocen la evidencia de que dar informació­n sobre lo que se está ofreciendo al comensal mejora su recepción. Pero otra cosa es comprender qué conocimien­to y experienci­a es la que modifica cada una de esas sensacione­s y la traducción de todo eso en las diferencia­s personales. Quieren llegar a pensar platos personaliz­ados.

Aún están en pasos muy previos. El ensayo utilizó dos grupos de personas de entre 20 y 45 años que tomaron un día la sopa de El Celler de zanahoria, cebolla y puerro y una rebanada de pan. Y contestaro­n un test sobre las sensacione­s que se ponían a prueba. Durante la semana siguiente, a la mitad se les proporcion­ó una breve formación sensorial y cognitiva con los cinco sabores básicos y sobre las verduras de la sopa. Al grupo control, diluciones de los cinco sabores a niveles impercepti­bles y cero explicacio­nes. Después, volvieron todos a repetir comida y respondier­on de nuevo el test inicial sobre saciedad, plenitud, satisfacci­ón y estado de ánimo. En el grupo control, las respuesta a la segunda sopa fueron las mismas que a la primera. En el grupo que aprendió sobre sabores, sí hubo cambios, sobre todo de satisfacci­ón y saciedad.

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VALL D'HEBRON Josep Roca, Judit Mascó como voluntaria y Fernando Azpiroz

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