La Vanguardia

Sobre todo, relax

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En Málaga hay polémica porque una madre se queja de que la escuela de Fuengirola a la que acude su hijo visitará El Corte Inglés con los alumnos. Estudia ahí su hijo y se pregunta si ir a un centro comercial es una actividad razonable si estamos a menos de dos meses de Navidad. Considera que se trata de puro consumismo y marketing.

El director del centro educativo y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía le dicen que es una actividad habitual desde hace años y que lleva por título “Visito el centro comercial”. No son los grandes almacenes los que invitan al colegio, sino que es el colegio el que va por iniciativa propia, igual que van otras institucio­nes. Es una visita formativa; otras veces visitan cadenas de alimentaci­ón para que los niños aprendan el valor de las cosas. Según la solicitud de autorizaci­ón que el colegio ha enviado a los padres, en esta visita, que tendrá lugar el próximo miércoles, habrá: “Desayuno en la cafetería, taller de escritura y visita a diferentes departamen­tos: electrónic­a, juguetería, etcétera”.

Ampliados, los motivos de la queja de la madre: “No me parece una excursión educativa ni divertida. Cualquier familia que resida en Fuengirola conoce El

Con franqueza, las visitas escolares a museos y monumentos están sobrevalor­adas

Corte Inglés y no creo que sus instalacio­nes sean un museo para ir de excursión. Me parece puro consumismo y marketing, cosa de la que me niego totalmente a hacer partícipe a mi hijo de seis años habiendo muchos sitios bonitos por visitar. Procuro inculcarle valores en la vida”.

Tiene todo el derecho del mundo a oponerse. Pero unos almacenes son dignos de una visita de alumnos. ¿Qué “sitios bonitos” preferiría? ¿Una montaña, un monumento, un museo? Observado con ojos analíticos, un centro comercial es interesant­ísimo. Josep M. Espinàs publicó un montón de libros sobre los lugares que visitaba: el Priorat, la Segarra, Murcia, el Alt Maestrat, Extremadur­a, el Matarranya, el País Vasco, Andalucía, Aragón, la Costa da Morte... Entonces, en 1993 de repente nos sorprendió con un libro –Viatge pels grans magatzems– donde relataba lo que había visto en El Corte Inglés de la plaza Catalunya, durante los días que fue como de excursión: la vida que se cuece, los departamen­tos, los vendedores, los compradore­s... A mí, el colegio nunca me llevó al Sepu de la Rambla. Cuando voy a una ciudad, lo primero que hago –antes de visitar museos o “sitios bonitos”– es entrar en almacenes y súpers. Se aprenden muchas cosas, incluso ahora... Cuando viví un tiempo en Nueva York, el Red Apple de la Séptima Avenida, que entonces era una novedad, se convirtió en mi Guggenheim. Supongo que ya debe de haber cerrado; el Red Apple quiero decir, no el Guggenheim. A ver si un día cierran El Corte Inglés y el niño reprocha a su madre no haberlo conocido bien, como no conocí yo los Almacenes Capitol –antes Almacenes Alemanes– de la calle Pelai. Los cerraron y ahora no puedo compararlo­s con los almacenes actuales. Sólo sé, por los anuncios que publicaban en La Vanguardia, que vendían consolador­es con el eufemismo de relajantes musculares.

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