La crisis política desestabiliza de nuevo el pacto de Colau y Collboni
BComú se alinea con el PDECat, ERC y la CUP y da la espalda a los socialistas
El pacto de gobierno de comunes y socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona está atravesando sus momentos más delicados. En cualquier instante puede saltar en mil pedazos. El pleno municipal extraordinario celebrado ayer lo puso de manifiesto de un modo muy crudo. La alcaldesa Ada Colau dio la espalda al teniente de alcalde socialista Jaume Collboni y se alineó junto a los del PDECat, ERC, la CUP y el concejal no adscrito Gerard Ardanuy a fin de exigir “la excarcelación inmediata de todos los presos políticos”, “expresar el pleno apoyo al Govern y al Parlament”, “instar a la Unión Europea a ejercer una mediación”, “acabar con el 155”... En estos términos los ediles del PSC quedaron entre la espada y la pared. “Parece que la única ley que se aplica en este proceso es la ley de Murphy”, dijo Collboni durante el debate.
Los ediles del PSC, a pesar de sus denodados esfuerzos por destacar un perfil propio incluso dentro de su propio partido, de sus complicados malabarismos para desmarcarse de las decisiones del PSOE, acabaron de nuevo aislados en una solitaria tierra de nadie, entre los ediles soberanistas y los concejales constitucionalistas de Ciutadans y el PP. Nadie quiso apoyar su petición de “puesta en libertad de los exconsellers a fin de evitar que se agrave el conflicto que ahora vive Catalunya y que comporta el riesgo de fracturar la convivencia”. Los llamamientos al diálogo para solucionar la cuestión catalana de los socialistas no fueron suficiente.
En esta ocasión, Colau guardó silencio cuando por enésima vez le pidieron desde los bancos de la CUP que deje atrás a los socialistas. De repente, para los comunes, sus socios son un lastre. Lo que ocurrió en el pleno ordinario celebrado apenas 24 horas antes no fue una casualidad. Entonces la abstención de BComú impidió que el PSC pudiera sacar adelante una proposición en pro del diálogo. Las posteriores detenciones de los miembros del Govern eclipsaron esta circunstancia, pero también agrandaron la brecha. La complicidad entre comunes y socialistas está atravesando sus cotas más bajas. La verdad es que vista la agresiva pinza que los concejales del PDECat y de ERC aplican desde hace semanas sobre el gobierno de comunes y socialistas todo indica que durante lo que resta de mandato Colau encontraría muchas más dificultades para sacar adelante sus políticas de la mano de los socialistas que en solitario. En esta ocasión Colau no le brindó ningún gesto a Collboni. El socialista, no obstante, parece bien dispuesto a aguantar todos los envites.
La presión sobre la alcaldesa de Barcelona es ya asfixiante. En el salón de plenos, en las redes sociales, en su propio partido. Estos son algunos de los tuits dirigidos a la alcaldesa durante las últimas horas: “Y por dignidad de pueblo que dejes de ir de la mano con los socialistas del 155 en el Ayuntamiento”, “de todo el panorama catalán, la posición más venenosa sin lugar a duda es la de Ada Colau”, “¿qué más necesitas para romper con el PSC, cómplice de que haya presos políticos en España? Eso sí, luego mucho discurso emotivo”.
Entre tanto en el seno de BComú continúa el debate interno sobre qué hacer con los socialistas. Ya se produjeron cuatro sesiones de trabajo a diferentes niveles. La discusión se retomará esta tarde entre los miembros de las estructuras comunes de barrio. Algunos pesos pesados también dejan caer sus posiciones en las redes. “Un mínimo para mantener la decencia. Gracias por el gesto de dignidad”, tecleó Gala Pin, la concejal del distrito de Ciutat Vella, para elogiar a Jordi Ballart luego de que dimitiera como alcalde de Terrassa y abandonara las filas del PSC.
Además, a veces, en política, las circunstancias son tan fuertes como los propios elementos. Y Colau ya no puede seguir surfeando sobre el tsunami. No importa que no le haga ninguna gracia. La alcaldesa tomó la palabra al término de la sesión plenaria de ayer para destacar la responsabilidad que hoy por hoy supone dirigir la principal institución catalana en activo escogida por los ciudadanos. “Se trata de una responsabilidad compartida por el gobierno y la oposi-
LA PRESIÓN SE REDOBLA Parte de la oposición y de su propio partido impelen a la alcaldesa a dejar atrás al PSC
EL DESENCADENANTE La detención de los consellers agrava las diferencias y precipita los acontecimientos
ción que ha de servir para fortalecer la convivencia, la construcción de consensos y la defensa de los derechos fundamentales”. Si hace un par de años hubieran vaticinado a la fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que acabaría acercándose tanto a los ahora exconvergentes se le habrían revuelto las tripas.
Las detenciones de los miembros del Govern precipitaron los acontecimientos. El gobierno, poco después de que concluyera el pleno ordinario, convocó una junta de portavoces muy urgente. Los representantes de BComú, PDECat, ERC y la CUP acordaron rápidamente las líneas rojas de la declaración institucional de condena a proclamar la mañana siguiente. La portavoz del PSC apoyó que se colgara la pancarta que pide la libertad de “los presos políticos”. La del Partido Popular no dijo nada. A la de Ciutadans no le dio tiempo a llegar hasta el final. Los concejales de los tres partidos que acordaron la aplicación del artículo 155 de la Constitución pudieron leer el texto impulsado por el bloque soberanista una hora antes de la celebración del pleno. A los pocos minutos los socialistas hicieron circular su propuesta, su último malabarismo. Pero ningún otro grupo le prestó apoyo. Jaume Collboni la leyó como gato panza arriba, para que se sepa lo que piensa.
De todas formas el debate del pleno extraordinario discurrió con unos tonos y modos mucho más atemperados que las del de la sesión ordinaria del día anterior. Una vez más unos y otros volvieron a servirse de los acontecimientos para reafirmar sus posiciones, pero esta vez sólo los de la CUP sacaron los cuchillos. En realidad la gente no tenía ánimos para más escarceos y rifirrafes. Las referencias y muestra de solidaridad con el exconcejal Joaquim Forn fueron continuas. Dejaron un gran lazo amarillo en el asiento que acostumbraba a ocupar. “Hoy es un día trágico para Catalunya y la democracia”, dijo el teniente de alcalde Gerardo Pisarello. “Esto es un acto de venganza contra los que pensamos de manera diferente”, subrayó el demócrata Xavier Trias. “Es el momento de elegir entre el reino de España y la República catalana”, dijo el republicano Alfred Bosch. “Cumplir la ley no es una opción –respondió Carina Mejías–. Tuvieron advertencias y avisos y los ignoraron”. “Los políticos no somos jueces –añadió el popular Alberto Fernández–, y en España no hay presos políticos, sino políticos presos”. “Es una vergüenza que aún se mantenga el pacto de gobierno”, espetó Maria Rovira, de la CUP.