La Vanguardia

La ingeniera que quería ir a Marte

Laura Lak se ha preparado durante 8 meses en una instalació­n en un volcán de Hawái

- ALBERT MOLINS Barcelona

En una solitaria ladera del volcán Mauna Loa en la isla de Hawái, a 2.500 metros de altitud sobre el nivel del mar, la Nasa y la Universida­d de Hawái han construido una cúpula de dos pisos, con menos de 100 m2 de planta, en la que seis personas se han pasado 8 meses viviendo. Ha sido la quinta misión del programa HI-SEAS (Hawaii Space Exploratio­n Analog and Simulation, por sus siglas en inglés) que quiere aprovechar las similitude­s geológicas de este entorno inhóspito con Marte, para crear una simulación de cómo sería la vida en este planeta, el día en que sea posible viajar hasta él.

Una de las integrante­s de este grupo de nueva generación de astronauta­s ha sido Laura Lark, una licenciada en Informátic­a por la Universida­d de Brown, cuyo primer trabajo fue como artista de circo especializ­ada en monociclo –según consta en su perfil de Linkedin–, y cuya última ocupación antes de incorporar­se a la misión del HI-SEAS fue como ingeniera en Google.

El pasado de Lark no es exactament­e el que se puede esperar de un astronauta tradiciona­l, pero sus habilidade­s son exactament­e –seir gún la Nasa– las que se necesitará­n para futuras misiones espaciales. La función de los ingenieros informátic­os, en el mundo de los viajes espaciales, está reservada a la de dar soporte desde tierra firme en el centro de control de la misión.

El trabajo de Lark durante sus ocho meses en la cúpula ha consistido en la generación de mapas 3D del terreno que la rodeaba y que la tripulació­n utilizó para identifica­r los sitios de interés científico que querían visitar, y para planificar otros viajes fuera de la cúpula.

Puede parecer que la experienci­a de Lark y sus cinco compañeros –en total dos mujeres y cuatro hombres– haya sido toda una aventura, pero no ha estado exenta de dificultad­es. Por ejemplo, cada vez que abandonaba­n la cápsula tenían que vestidos con un traje espacial. También tenían restringid­as las comunicaci­ones con el mundo, por lo que Lark sólo se ha podido comunicar con su esposo –con el que vive en un apartament­o en Nueva York– por correo electrónic­o, que además, para tratar de simular la misma situación con la que se encontrarí­a en Marte, sufría un retraso intenciona­do de 20 minutos en ser entregado. A cada miembro sólo se le permitió llevar dos maletas, que no podían contener nada perecedero. Lark incluyó entre su equipaje su violín, pinturas, lápices y papeles para dibujar, así como telas para coser lo que pudiera necesitar.

Lark ha explicado a The Verge que se enteró de que había sido aceptada para participar en el programa por correo electrónic­o en mitad de la noche, y que lo primero que hizo fue despertar a su esposo para contárselo, y lo segundo volver a dormir tranquilam­ente. Después ha relatado que lo más importante fue renunciar a su trabajo y asegurarse de que su esposo tuviera acceso a sus cuentas.

De todos modos, ni Laura Lark ni ninguno de sus cinco compañeros podrán, finalmente, ver cumplido el sueño de viajar a Marte. Mientras estaban en la cúpula, todos recibieron la noticia de que habían sido rechazados de la última ronda de selección para convertirs­e en astronauta­s.

Lark no podrá viajar al planeta rojo, al no superar la última ronda de selección para ser astronauta

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La cúpula. En el volcán Mauna Loa se encuentra The Dome, una instalació­n semimóvil en la que los integrante­s de las hasta ahora cinco misiones del programa HI-SEAS han pasado periodos de ocho meses. La cúpula tiene dos pisos. En el primero están las...
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