RECORDANDO A MARTÍN LUTERO
Esta semana, la catedral lo ha tenido más fácil para sobrellevar su doble cometido, pues dedicó el martes 31 de octubre a un gran acontecimiento religioso con tirón turístico: el quinto centenario de la publicación por Martín Lutero en Wittenberg de las 95 tesis que darían lugar a la Reforma protestante. Hubo un servicio religioso especial, con mucha música de Bach, y la catedral atestada. Pero volviendo al edificio, llama la atención que la gran nave esté ornada profusamente: esculturas, mármoles, vidrieras, mosaicos, capiteles bruñidos... con un cierto aire a basílica romana en todo su apogeo. A decir verdad, no parece una iglesia luterana, pues acostumbran a ser de paredes blancas y decoración escueta. Pero el káiser Guillermo II quiso que su catedral fuera suntuosa como símbolo de la monarquía; debía ser una réplica protestante de la gran catedral católica de Alemania, la catedral de Colonia. También influyó que su arquitecto, Julius Carl Raschdorff, era católico, y sentía fascinación por las construcciones renacentistas y barrocas italianas. En la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aliados dañaron gravemente la catedral, y al quedar en el sector este, languideció en estado ruinoso durante decenios. La antigua RDA comunista acarició la idea de derribarla, pero finalmente en 1975 comenzó la restauración, gracias a fondos inyectados por la Iglesia evangélica de la Alemania occidental y por el Gobierno de la RFA. Las obras acabaron en 1993, tres años después de la reunificación de Alemania. Ahora el Berliner Dom es de todos los berlineses, y por supuesto también de los visitantes.