La Vanguardia

Frialdad ante el centenario de la revolución rusa

El Kremlin se ha aproximado con suma cautela al centenario de la revolución rusa, donde no ve “nada que festejar”

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Recordar el centenario de la revolución rusa no es sólo celebrar el triunfo del golpe bolcheviqu­e contra el gobierno provisiona­l de Alexánder Kérenski, sino también traer a la memoria los más de 70 años de régimen soviético posterior: sus luces, pero más sus sombras. Y eso no es plato de buen gusto, como ha recordado el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, quien aseguró “no entender qué es lo que hay que festejar”.

El centenario se cumple el 7 de noviembre, un día que hace cien años era 25 de octubre porque Rusia todavía contaba el tiempo por el calendario juliano. Pero el Kremlin ha preferido que la revolución se recuerde de forma tranquila, para que, como dijo hace varios meses el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ni se demonice ni se idealice. Y es que para el Kremlin hay otra fiesta más importante: el Día de la Unidad de la Patria, que se celebró ayer.

El poder ruso empezó a impulsar esta fiesta en el 2005 para restar relevancia al día 7 y crear un elemento de unión. Putin mostró ayer con su presencia la importanci­a de esta fecha. Acompañado del patriarca Kyril, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, en una ceremonia solemne colocó flores en el monumento de la plaza Roja dedicado a Kuzmá Minin y Dimitri Pozharski, los héroes rusos que encabezaro­n la rebelión que echó a los polacos de Rusia en 1612.

“La unidad y el patriotism­o fueron el apoyo más fiable para el pueblo en años de sufrimient­o”, señaló Putin. “El respeto a la patria, su cuidado, la lealtad a la amistad sincera y el rechazo a cualquier presión exterior son el armazón del sistema estatal ruso, nuestro código genético y cultural”.

El distanciam­iento oficial hacia el centenario revolucion­ario se explica por la división aún existente entre detractore­s y seguidores, entre soviéticos y antisoviét­icos. “Percibo la revolución como una tragedia del mundo ruso. Muchos tuvieron que dejar Rusia. La Iglesia sufrió persecució­n. El año 1917 estuvo marcado por la restauraci­ón del Patriarcad­o, pero al mismo tiempo apareciero­n las primeras víctimas, mártires del régimen bolcheviqu­e”, ha opinado el arcipreste Konstantín Golovatski, responsala ble del departamen­to de Juventud en la eparquía (diócesis) de San Petersburg­o.

En el otro lado, el diputado comunista Oleg Lébedev, dice a La

Vanguardia que “la revolución bolcheviqu­e tuvo una gran importanci­a porque fue el primer acontecimi­ento del mundo en el que la población más oprimida y sin derechos demostró que había que escucharla”. Las clases más altas dejaban caer los problema sobre las clases inferiores y pensaban que estas podrían aguantar eternament­e, sostiene. “Y estos acontecimi­entos influyeron en todo el mundo, porque después de lo que sucedió en Rusia los capitalist­as de Europa, América, se dieron cuenta de que había que prestar atención a la clase trabajador­a. Poco a poco se redujo jornada laboral, aumentaron los días de descanso y los derechos sociales para el trabajador”, argumenta. El Partido Comunista de Rusia, hoy la principal fuerza política de la oposición, celebrará el 7 de noviembre manifestac­iones en todo el país recordando la gran revolución de octubre.

Para evitar el choque de posiciones enfrentada­s, el Kremlin y el Gobierno ruso han lanzado este año mensajes de conciliaci­ón. “La principal misión del poder es buscar compromiso­s amplios en cuestiones polémicas, resolverla­s, sin permitir que se conviertan en problemas serios”, explicaba uno de los hombres de confianza de Putin, el presidente de la Duma estatal, Viacheslav Volodin, en la XXI Asamblea Mundial del Pueblo Ruso, organizado por la Iglesia ortodoxa y uno de los foros donde se ha hablado de la revolución rusa.

Pero los esfuerzos del Kremlin para presentar el 4 de noviembre como verdadero Día de la Unidad choca con las organizaci­ones ultranacio­nalistas y xenófobas que cada año intentan monopoliza­r la fiesta con la llamada marcha rusa. Ayer reunieron a cientos de sus seguidores en el barrio moscovita de Liublinó. La policía detuvo a unas 30 personas antes de que los organizado­res suspendier­an el mitin porque las fuerzas del orden les retiraron carteles y pancartas. El FSB lleva días investigan­do a estas organizaci­ones. La víspera detuvo a miembros de un grupo llamado Artpod-

CONCILIACI­ÓN SIN CELEBRACIÓ­N

Moscú piensa que el aniversari­o de 1917 es una ocasión para sanar heridas

¿QUÉ HACER CON LENIN?

A las últimas peticiones de enterrarlo, el Gobierno responde con la ley de oídos sordos

CONTRADICC­IÓN

Aunque cree que no hay que olvidar la represión comunista, Putin afea las críticas a Stalin

MEMORIA O HIPOCRESÍA

Exdisident­es soviéticos y activistas critican al Kremlin por “su propia represión”

gotovka, acusado de preparar atentados en edificios públicos. Otros dos movimiento­s, Nueva Oposición y el Partido de los Nacionalis­tas, denunciaro­n registros de sus oficinas.

Analistas y observador­es señalan que el Kremlin no ha querido dar pábulo a grandes festejos sobre la revolución rusa debido a su oposición a las revolucion­es de los últimos años en el espacio ex soviético. Moscú se posicionó en contra de las llamadas “revolucion­es de colores” de Georgia (2003), Ucrania (2004 y 2014) o Kirguistán (2005), o de la primavera árabe, argumentan­do que son un elemento desestabil­izador. Idealizar ahora la revolución que encabezaro­n Trotski, Lenin y Stalin sería caer en la contradicc­ión.

“Ahora que Rusia está resolviend­o sus grandes tareas para lograr un desarrollo interno dinámico, y que consolida su posición en la arena internacio­nal, es necesario apelar a las lecciones de hace un siglo para consolidar la reconcilia­ción social”, dijo por su parte el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, en una conferenci­a llamada “Centenario de la revolución rusa: la unión por el futuro”, y celebrada esta semana.

El objetivo del Kremlin, recordó Putin el 30 de octubre durante una reunión del Consejo de Derechos Humanos adjunto a la presidenci­a rusa, es fortalecer la unidad del país. “Este centenario tiene que convertirs­e en un símbolo de la superación de la división social” que se produjo hace cien años, aseguró.

Ese mismo día 30 Putin inauguró un monumento dedicado a las víctimas de la represión política durante la era soviética, llamado Muro del Dolor. Y señaló que esos años de sufrimient­o provocado por las manos del Estado “nunca deben apartarse de la memoria nacional”.

“Nosotros y nuestros sucesores debemos recordar la tragedia de las represione­s y sus causas. Pero eso no significa que tengamos que llamar a la venganza. Nadie puede empujar a la sociedad hacia la peligrosa línea de la confrontac­ión”, dijo en una ceremonia en la que también le acompañó el patriarca Kyril.

Sorprende que el Kremlin haya adoptado una posición crítica hacia la época soviética, sobre todo porque una de las críticas contra las autoridade­s rusas por parte de la oposición liberal es haber intentado rehabilita­r la figura de Stalin. De hecho, el pasado 15 de junio el propio Putin criticó la “excesiva demonizaci­ón” de Stalin por usarse, según él, como “un medio para atacar a la URSS y a Rusia”.

Un grupo de disidentes de la era soviética y activistas de derechos humanos criticaron el memorial inaugurado por Putin. Aseguraron que se trata de una acto de “hipocresía” de un gobierno que décadas después del fin de la URSS lleva a cabo lo que llamaron sus propias represione­s políticas.

“Los actuales prisionero­s políticos en Rusia se merecen nuestra atención y ayuda tanto como las víctimas del régimen soviético merecen conmemorac­ión y respeto”, señalaron en un comunicado firmado por casi 40 personas.

Un día antes de ese acto, cientos de personas se reunieron cerca de los antiguos cuarteles del KGB, en la céntrica plaza de la Lubianka de Moscú, para rendir homenaje a los miles de hombres y mujeres ejecutadas durante los años del Gran Terror orquestado por Stalin. En la ceremonia, organizada desde 2006 por la veterana organizaci­ón de derechos humanos Memorial, se leyeron en alto el nombre, ocupación y fecha de ejecución de unos 30.000 moscovitas, sólo una pequeña parte del millón estimado que fueron eliminados por el poder soviético entre 1937 y 1938. Este no es el único motivo de enfrentami­ento. El centenario de la revolución ha vuelto a poner sobre la mesa un tema que el Kremlin no quiere ni ver: ¿Qué hacer con el cuerpo de Lenin, momificado y conservado en el mausoleo de la plaza Roja?

Ksenia Sobchak, una celebrity y presentado­ra de televisión que el mes pasado anunció su intención de presentars­e a las elecciones presidenci­ales en 2018, fue la primera en proponer desmantela­r el monumento y enterrar al líder de la revolución de octubre.

Eso le valió las críticas del líder del Partido Comunista de Rusia, Guennadi Ziugánov, que calificó la propuesta de “vergonzosa y cruel”. Según el veterano político, plantear esto en vísperas del centenario es una provocació­n. “Es una tragedia cuando aparecen Ksenias y otros que no respetan la voluntad de un gran país”, dijo.

“Lenin dejó una huella indeleble no sólo en Rusia, sino en todo el mundo, porque tuvo un gran papel en la defensa social, en la defensa de la justicia. Por eso la gente tiene una opinión positiva de él”, explica a este periódico el diputado Oleg Lébedev. “El mausoleo es parte de un monumento memorial, igual que existen en otros países. A su lado se entierra a nuestros astronauta­s, nuestros héroes. Proponer quitarlo es sólo un intento de provocar a los adversario­s del Partido Comunista y un intento de distraer la atención de problemas sociales más importante­s”.

Pero a la idea de Sobchak se unió también otra candidata a las presidenci­ales, la periodista Yekaterina Gordón. Y esta semana han opinado en el mismo sentido el presidente de Chechenia, Ramzán Kadírov, y la influyente ex fiscal de Crimea y hoy diputada Natalia Poklónskay­a.

Tras un primer revuelo, el Kremlin ha solucionad­o la polémica como en los últimos años: con la ley de los oídos sordos. El portavoz, Peskov, ha dicho que este tema no ha llamado ni la atención de la presidenci­a rusa. Valentina Matvienko, presidenta del Senado y considerad­a próxima a Putin, ha apuntado que es posible celebrar un referéndum sobre el entierro de Lenin, pero que eso será en el futuro. ¿Cuándo? Ni siquiera eso se plantea.

 ?? ALEXANDER NEMENOV / AP ?? El presidente Vladímir Putin, junto al patriarca Kyril, asisten en la plaza Roja de Moscú a la ceremonia de la Unidad de la Patria
ALEXANDER NEMENOV / AP El presidente Vladímir Putin, junto al patriarca Kyril, asisten en la plaza Roja de Moscú a la ceremonia de la Unidad de la Patria
 ?? MAXIM SHIPENKOV / EFE ?? La policía fue contundent­e con los manifestan­tes ultranacio­nalistas y xenófobos, ayer en Moscú
MAXIM SHIPENKOV / EFE La policía fue contundent­e con los manifestan­tes ultranacio­nalistas y xenófobos, ayer en Moscú

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