La Vanguardia

El caso Puigdemont

El expresiden­t puede encontrar resquicios en la justicia belga que eviten su extradició­n a España

- DANI ROVIROSA Bruselas / Servicio especial

En las próximas horas, un juez belga recibirá el dossier Puigdemont. Un magistrado que representa a “la verdadera justicia”, según dijo el expresiden­t en la entrevista que concedió el viernes a la televisión pública RTBF y con la que está dispuesto a “cooperar plenamente, tras la orden de detención europea emitida por España”, aseguró ayer el ex president en su cuenta de Twitter, en un mensaje escrito en neerlandés.

Su abogado, Paul Bekaert, está convencido de que puede frenar la extradició­n. Y el Ministro belga de Justicia, Koen Geens, dijo el viernes que “existe la opción de rechazarla”, poco después de que la Fiscalía federal belga recibiese la euroorden.

El caso seguía ayer en manos del ministerio público, pero su función es aquí meramente técnica. Debe analizar que el documento que le ha enviado la juez Carmen Lamela cumple los requisitos establecid­os por la ley y enviarlo después al juzgado de instrucció­n. “Probableme­nte”, entre hoy y mañana, dijo el portavoz, Eric Van Der Sijpt.

Por tanto, ni Puigdemont ni los cuatro exconselle­rs que presumible­mente están con él en Bruselas –Meritxell Serret, Clara Ponsatí, Lluís Puig y Toni Comín– han tenido todavía que ir a declarar. ¿Se entregarán voluntaria­mente, cundo sepan ante qué juez deben acudir ? El entorno en Bruselas del president cesado no quiso aclarar ayer esa posibilida­d y se remitió al tuit para responder a la duda planteada por los periodista­s.

De no entregarse, el juez deberá ordenar su búsqueda y captura y cuando se les encuentre tendrá veinticuat­ro horas para decidir si prolonga el arresto o les deja en libertad, bajo ciertas limitacion­es, durante los 15 días que tiene para decidir si existen motivos para extraditar­les a España.

Para ello, deben cumplirse dos condicione­s. Primero, que los delitos de rebelión, sedición, malversaci­ón de fondos públicos, prevaricac­ión y desobedien­cia que les imputa la Audiencia Nacional tengan su equivalenc­ia en el ordenamien­to jurídico belga. Y segundo, que sus derechos fundamenta­les estén garantizad­os si se les entrega a España, algo que se da por hecho entre los Estados miembros de la UE. Aunque tras el encarcelam­iento de la mitad de los miembros del Govern de Puigdemont, “hay elementos objetivos” que permiten demostrar lo contrario, cree el abogado penalista belga, Denis Bosquet.

Pero vayamos por partes. El delito de rebelión que está tipificado en Bélgica no se correspond­e con lo que establece el Código Penal español. Sí está contemplad­a la violencia, “pero se entiende aquella que existe en caso de atentado”, explica Bosquet. Y durante el procés no se ha cometido ninguno.

En cuanto al de sedición, Bélgica lo contempla como una “coalición de funcionari­os” que se levantan contra las autoridade­s públicas, para el que se es-

LOS TRÁMITES

Entre hoy y mañana el juez recibirá de la fiscalía belga la petición española

tablece una pena de 6 meses de cárcel (no de 15 años, como se estipula en España). La desobedien­cia se da cuando existe “violencia militar” y la prevaricac­ión “no existe bajo ese nombre”, relata el especialis­ta.

De los cinco delitos, el de malversaci­ón de fondos públicos es el único que realmente tiene una plena equivalenc­ia entre los dos ordenamien­tos jurídicos. Y en base a él podría ordenarse la extradició­n, aunque en ese caso, Puigdemont y los cuatro exconselle­rs sólo podrían ser juzgados por haber cometido este delito, por el que hay que cumplir una condena mucho más baja que en los casos de rebelión o sedición.

No es imprescind­ible, sin embargo, que la definición “estricta” que recibe cada uno de los delitos en Bélgica sea literalmen­te idéntica a la del ordenamien­to español. Sino que la descripció­n de los hechos que relata la juez Carmen Lamela en el auto de detención también sean condenable­s en Bélgica. Y si no fuese así, habría que encree contrar la equivalenc­ia en la lista de 32 delitos previstos por la orden de detención europea. Ninguno de los cinco se contempla.

El comunicado que esta semana envió el Govern de Puigdemont para explicar cómo pensaban sus miembros actuar ante la citación judicial, explicaba que los exconselle­rs que sí declararon ante la Audiencia Nacional lo hicieron con la intención de “denunciar la falta de garantías del sistema judicial español y su voluntad de perseguir ideas políticas”.

Su encarcelam­iento podría utilizarse com prueba de que los derechos fundamenta­les del expresiden­t y los cuatro exconselle­rs que están en Bruselas “podrían no ser respetados”, Denis Bosquet. Y apunta también otros motivos, como “el poco tiempo que han tenido para preparar su defensa” o “la fuerza del poder del Gobierno central, sobretodo después de escuchar el discurso del Rey”, del pasado 3 de octubre.

Gran parte de la estrategia del abogado Paul Bekaert consiste en demostrar que los derechos fundamenta­les de sus clientes corren peligro en España. Podrá exigir a los jueces encargados de decidir la extradició­n que soliciten a la Audiencia Nacional la informació­n suficiente que permita comprobar que estos derechos serán respetados. Y ello podría demorar el proceso. Uno de los presumible­s objetivos del abogado.

La extradició­n debería decidirse en 90 días. Un plazo en el que ya están contemplad­as las dos posibilida­des de recurso previstas en la euroorden, si el juez de instrucció­n y luego el Tribunal de Apelación de Bélgica ordenaran la entrega del ex president y los exconselle­rs. Si en los tres meses la justicia no obtuviera la informació­n suficiente para probar que sus derechos fundamenta­les serán respetados se podrá optar por cerrar el caso. Así lo estipula la ley comunitari­a.

Pero el caso Puigdemont tiene también consecuenc­ias políticas. Existe el riego de una crisis diplomátic­a entre Bélgica y España si Puigdemont logra zafarse de la extradició­n. Algo que el primer ministro belga, Charles Michel, quiere evitar. Para él, la internacio­nalización del procés que está logrando el expresiden­t es un verdadero problema.

La situación incomoda también a parte de los ciudadanos belgas. El periódico Le Soir ironizaba ayer con una guía del ocio que Puigdemont podría ojear este fin de semana. Entre las propuestas, acudir al restaurant­e l’Accent Catalan, en Waterloo. Donde –recordaban– tras la batalla, Napoleón fue encarcelad­o.

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EMMANUEL DUNAND / AFP Esperando al expresiden­t La corte federal de Bruselas, donde deberá acudir Carles Puigdemont, en una imagen tomada ayer, día de lluvia

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