La Vanguardia

Unas elecciones nada normales

Los partidos independen­tistas se preparan para el nuevo plebiscito del 21-D, una cita marcada por la emotividad. Unas elecciones no pueden ser normales cuando los principale­s candidatos de buena parte del electorado están en prisión.

- SIN PERMISO Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Hace cerca de un año, en un encuentro informal con colegas del partido, Carles Puigdemont sorprendió a sus contertuli­os con un comentario sobre la posibilida­d de exiliarse o pedir asilo en una embajada. Los presentes no se lo tomaron demasiado en serio, pero sí apreciaron la férrea voluntad del presidente de la Generalita­t de llegar hasta la declaració­n de independen­cia unilateral y de lo consciente que era de las consecuenc­ias que podría acarrearle. Pese a que la idea de buscar refugio en el extranjero ya pululaba por la mente de Puigdemont desde hacía tiempo, la noche del 27 de octubre, poco después de la proclamaci­ón de independen­cia, el desconcier­to se apoderó del Palau de la Generalita­t. Cundió el nerviosism­o ante posibles detencione­s. El president y algunos consellers se fueron a Perpiñán, donde pernoctaro­n.

Al día siguiente, Puigdemont paseó por Girona y grabó un críptico mensaje institucio­nal. Reapareció en Bruselas después de hacer escala cerca de Marsella, adonde le siguieron, estupefact­os, los agentes que le vigilaban.

En la capital belga ofreció una multitudin­aria rueda de prensa en la que anunció que se quedaría ante la falta de garantías de la justicia española. De repente, pareció que iba a regresar el día 31 con otros miembros del Govern ya destituido en el vuelo de las 18.30 horas. Algunos viajeros aseguraron haberle visto en el aeropuerto. De hecho, compró el billete, llegó a facturar..., pero no subió al avión.

Finalmente, Puigdemont no ha pedido asilo, aunque se informó de las posibilida­des de que esa vía pudiera prosperar. Sigue en Bruselas para provocar la orden de detención, implicar a la justicia belga en el conflicto catalán y utilizar el corazón de Europa como altavoz mediático. Desde allí continúa marcando la decisiva pugna electoral del 21-D. Puigdemont no ha sido nunca lo que se conoce como un hombre de partido. En su día mantuvo al PDECat en vilo durante meses hasta que aseguró que no quería ser el candidato a presidir la Generalita­t y el viernes pasado se postuló para ese puesto sin haber dado excesivas explicacio­nes de su cambio de parecer. Justo cuando la dirección del PDECat intentaba colocar un punto y aparte en el relato de los últimos años.

En el seno del partido heredero de Convergènc­ia conviven un sector empeñado en mantener vivo el proceso, la lista única con ERC, la cooperació­n con la CUP y el choque con las institucio­nes del Estado con otro que, sin renunciar al objetivo de la independen­cia, aboga por recuperar el perfil ideológico centrista y readecuar los tiempos a un horizonte más realista. Para estos, repetir la lista unitaria implica desaparece­r diluidos en ERC. Algunos de ellos ya le recomendar­on a Artur Mas convocar elecciones cuando la CUP pidió su cabeza y asumir que había que recomponer el partido desde la oposición. El expresiden­t desoyó sus consejos. Y ahora es Puigdemont quien dificulta esa operación. El dramático encarcelam­iento de exconselle­rs (que serán candidatos) impide al PDECat introducir matices en un discurso que ahora sólo puede ceñirse a llamar a la resistenci­a y denunciar represión.

A un mes y medio de las elecciones, el PDECat no tiene candidato. Intenta que sea ERC la que aparezca como responsabl­e de la negativa a formar una lista conjunta y pedirá a Puigdemont que sea su cartel. El resto de opciones (Josep Rull, Neus Munté o Mercè Conesa) tienen menos tirón electoral. Y la baza de Santi Vila en el actual contexto de choque con el Gobierno central y después de que se haya librado de continuar en prisión, ha perdido los apoyos que pudiera tener en el partido.

Mientras el PDECat dirime sus cuitas internas sujeto a las sorpresas de Puigdemont, Esquerra tiene muy claro que no desea repetir otro Junts pel Sí. Los republican­os están convencido­s de que la lista única provoca urticaria en algunos de sus electores refractari­os a votar a exconverge­ntes y que eso provoca fugas hacia los comunes y la CUP. Oriol Junqueras ha ido tejiendo redes con Demòcrates de Catalunya (escisión de Unió), flirtea con dirigentes de Podem y espera recibir apoyos de socialista­s descontent­os con el apoyo del PSC a la aplicación del artículo 155. Presentars­e por separado, además, le deja las manos libres para probar diferentes alianzas postelecto­rales.

Hace mucho tiempo que Oriol Junqueras pensó en Marta Rovira como relevo como candidata si se le inhabilita­ba, aunque segurament­e no imaginó entonces que sería tan rápido ni motivado por su ingreso en prisión preventiva. En el artículo que el líder de ERC publicó nada más entrar en la cárcel, Junqueras señalaba a Rovira, cuando aún no podía imaginar que Puigdemont cambiaría de opinión y se postularía como cabeza de lista. Rovira ha sido una de las dirigentes más vehementes a la hora de exigir al president la declaració­n de independen­cia y que desestimar­a la convocator­ia elecciones.

La lista unitaria, por tanto, es difícil de configurar, aunque todo puede pasar de aquí al martes, cuando finaliza el plazo para registrarl­a. Los comunes han propuesto un miniprogra­ma compartido que incluya el rechazo al 155 y la exigencia de excarcelac­ión de los presos, que no está mal visto por ERC y el PDECat. Pero la colaboraci­ón se quedará ahí.

Haya o no lista unitaria del independen­tismo, el 21-D no sólo se presenta como un plebiscito sobre los anhelos de secesión de los electores. Su reverso es, indirectam­ente, un examen del respaldo de los catalanes a la Constituci­ón. Un test muy arriesgado porque el independen­tismo presentará las decisiones del Gobierno del PP y de los jueces como la demostraci­ón de los males del “régimen del 78”. Unos y otros olvidarán responder a dos preguntas fundamenta­les: ¿qué tiene previsto Mariano Rajoy para el caso de que el soberanism­o gane con claridad en votos y en escaños? y ¿cuál va a ser la promesa electoral de los que abogan por la secesión tras la fallida proclamaci­ón de independen­cia? Y lo peor es que el 21-D difícilmen­te restañará heridas ni encauzará soluciones porque no son unas elecciones normales. No puede haber normalidad cuando los principale­s candidatos que han representa­do hasta ahora a casi la mitad de la población están privados de libertad.

Pareció que Puigdemont iba a regresar el día 31 con otros exconselle­rs. Compró el billete, facturó... y no viajó

 ?? JAVIER BARBANCHO / REUTERS ?? Oriol Junqueras se dirige a la Audiencia Nacional antes de que se decretara su ingreso en prisión
JAVIER BARBANCHO / REUTERS Oriol Junqueras se dirige a la Audiencia Nacional antes de que se decretara su ingreso en prisión
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain