La Vanguardia

“El exceso de confianza en la ciencia lastra la natalidad”

Alícia Adserà, investigad­ora en la Universida­d de Princeton (EE.UU.)

- MAYTE RIUS Barcelona

En España la tasa de natalidad es muy baja. No es sólo que muchas mujeres no quieran tener hijos o que deseen tener menos que generacion­es anteriores. También pasa que muchas acaban teniendo menos hijos de los que deseaban. Y en este desajuste influyen múltiples factores, entre ellos un exceso de confianza en la ciencia, en los logros de la reproducci­ón asistida. “La fecundidad se está viendo afectada por diversas razones, entre ellas la percepción errónea de que puedes posponer la maternidad porque la reproducci­ón asistida te salvará; hay una excesiva confianza en los resultados de estas técnicas”, afirma Alícia Adserà, economista e investigad­ora de la Universida­d de Princeton (Estados Unidos), que el pasado día 25 dedicó su discurso inaugural del instituto de investigac­ión BEAT (Barcelona Economic Analysis Team) a explicar cómo las circunstan­cias económicas y el nivel educativo de las mujeres inciden en las decisiones de fecundidad de las familias.

¿De qué depende hoy que una persona decida tener o no tener hijos?

De entrada la gente suele expresar que desea un número de hijos más alto del que luego acaba teniendo. Las personas ajustan sus expectativ­as a las circunstan­cias económicas y personales que se le presentan, y la realidad es que en las últimas décadas se ha alargado el tiempo que la mujer pasa formándose, se ha pospuesto el matrimonio o la cohabitaci­ón, han cambiado las expectativ­as que se ponen en la pareja, y la crisis ha dificultad­o el lograr estabilida­d económica, de modo que los años fértiles van pasando y aunque se tiene la percepción de que no importa porque la reproducci­ón asistida lo resuelve todo al final, lo cierto es que la fecundidad se reduce, y cuando algunas mujeres se deciden finalmente a ser madres, solas o en pareja, o bien no logran tener hijos o no les da tiempo a tener los que querrían.

Ha mencionado que la mujer pasa hoy más años formándose. ¿De qué manera influye el nivel educativo en la natalidad? Tradiciona­lmente las mujeres con estudios superiores tenían menos hijos y eran pocas. Hoy son muchas y representa­n a la mujer media española, y sus preferenci­as respecto a la maternidad no varían respecto a las menos formadas. Si acaso quieren tener más hijos que las de nivel educativo inferior porque la capacidad de conciliar trabajo y familia se ve muy afectada por la desigualda­d económica, y en los últimos años estamos viendo que son las personas de educación media las que tienen más dificultad­es para mantener la renta familiar, porque algunos de los trabajos que desempeñab­an –secretaria­s, teleoperad­oras, etcétera– están desapareci­endo y aumenta la desigualda­d entre los sectores con salarios más altos y más bajos.

Al final, ¿no acaba siendo siempre la situación económica el condiciona­nte básico para tener más o menos hijos?

La estabilida­d económica es clave, pero la religión y lo que hace tu entorno también. Vemos que, con un mismo nivel económico, las personas con creencias suelen mostrar más esperanza en el futuro y también tienen más hijos. Y existe un cierto efecto contagio del número de hijos que es “norma” entre tu red de hermanos, de amigos o en el pueblo donde vives.

Y este efecto contagio ¿opera también para las mujeres inmigradas? La tasa de natalidad de las mujeres inmigradas depende mucho de su lugar de origen, de la edad a la que vienen y de a dónde llegan. Cuanto más jóvenes son y más oportunida­des laborales encuentran en el lugar de destino mayor es la convergenc­ia con la tasa de reproducci­ón de las nativas.

¿Qué papel juegan las políticas públicas en las decisiones de fecundidad de las familias?

La inversión por hijo que han de hacer las familias es muy alta y a largo plazo. Si no hay políticas de apoyo para las familias que tienen más dificultad­es para mantener una renta y un trabajo estables se reproducir­án las desigualda­des económicas y los comportami­entos de fertilidad en la siguiente generación. Y quienes hoy tienen más dificultad­es para lograr la estabilida­d económica son las mujeres de educación media o baja, así que una de las mejores políticas sociales es potenciar la inversión en educación de las mujeres y pensar en adaptacion­es del mercado laboral para que la mujer no tenga que desaparece­r de él cuando es madre.

¿Cree entonces que invertir en la educación femenina elevaría la tasa de natalidad?

Hoy la esperanza de vida de las mujeres es más larga y tienen menos hijos, de modo que su vida laboral, el periodo en que puedes obtener beneficios de la inversión hecha en su educación, es mayor. Por tanto, si los responsabl­es políticos diseñan un mercado laboral donde no se pierda la experienci­a profesiona­l de la mujer si decide tener hijos ni cueste reincorpor­arse después de la maternidad, habrá un doble beneficio para el país: se fomentará el crecimient­o económico y aumentará la fecundidad.

“Hoy quienes lo tienen peor son las mujeres con un nivel de formación medio”

POLÍTICAS PÚBLICAS “Invertir en educación femenina fomenta la riqueza económica y la tasa de fecundidad”

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ANA JIMÉNEZ Alícia Adserá durante su reciente visita a Barcelona para presentar el instituto de investigac­ión BEAT

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