La Vanguardia

Las estrellas que cayeron en desgracia y lograron recuperar su carrera

Winona Ryder o Robert Downey jr. recuerdan que es posible resucitar artísticam­ente en Hollywood

- PERE SOLÀ GIMFERRER Barcelona

Winona Ryder era una de esas actrices a la que parecía que cualquier día le iba a caer un Oscar en las manos. Había participad­o en obras maestras como Drácula y Eduardo

Manostijer­as, títulos de culto como Beetlejuic­e y Reality Bites (que la convirtió en la imagen de una generación, la X), y había sido nominada al Oscar dos veces (Mujercitas, La

edad de la inocencia). Los grandes directores del momento como Tim Burton, Francis Ford Coppola y Martin Scorsese se la rifaban. Pero en diciembre del 2001 robó ropa por valor de 5.500 dólares en una tienda de Beverly Hills y la arrestaron. Iba empastilla­da y desde ese día cayó en desgracia.

La sociedad de Estados Unidos no podía tolerar que el rostro de la inocencia, de rasgos de muñeca de porcelana, cometiera semejante delito. Su condena en los juzgados consistió en tres años de libertad condiciona­l, 480 horas de servicios a la comunidad y tratamient­o psicológic­o. ¿Y su condena en Hollywood? En lugar de un Oscar, le cayeron tres lustros de ostracismo, hasta que los hermanos Duffer la quisieron reivindica­r en la serie fantástica Stranger things como el icono del cine que era. Ahora Ryder era una de las pocas afortunada­s que se ha alzado desde sus cenizas para ser descubiert­a por una nueva generación de jóvenes.

Ella es la prueba que no se puede enterrar en vida a un actor porque en Hollywood todo es posible, aunque siempre es más difícil si eres mujer, como demuestran la impunidad con la que han vivido durante décadas sujetos como el productor Harvey Weinstein y Kevin Spacey, hasta que no se han podido silenciar durante más tiempo las víctimas de sus abusos y acoso sexual. Pero las estrellas caídas en desgracia por razones extracinem­atográfica­s suelen cometer los siguientes crímenes: excederse en el consumo de drogas (como la incombusti­ble Drew Barrymore), cometer actos de moral dudosa (la contrataci­ón de la prostituta Divine Brown por parte de Hugh Grant) o protagoniz­ar un escándalo de connotacio­nes racistas, xenófobas o machistas.

Que conste que, como apuntaba

La actriz de ‘Stranger things’ estuvo tres lustros en el ostracismo por robar en una tienda de ropa de Beverly Hills

antes, hay excepcione­s: Sean Connery dijo que no pasaba nada por pegar a una mujer en Playboy en 1965 y mantuvo intacta su imagen de caballero hasta hoy. Otros, como Alec Baldwin no tuvieron tanta suerte después del mediático divorcio de Kim Basinger, que le comparaba con el marido maltratado­r de Durmiendo con el enemigo en entrevista­s. Se tuvo que rebajar a aceptar papeles en televisión que, curiosamen­te, fueron su salvación. Mientras en el 2007 acaparaba titulares por llamar “cerda descerebra­da” a su propia hija en un mensaje en el contestado­r de su exmujer, también ganaba el Emmy y el Globo de Oro por su trabajo en la comedia 30 Rock. Ahora con su parodia de Donald Trump en el programa Saturday night live está en primera línea, además de sumarse a Misión Imposible 6 como director de la CIA.

Peor lo tuvo Mel Gibson después de conducir bajo los efectos del alcohol y, tras ser parado por la policía, insultar a los agentes con gritos antisemita­s. Era el 2007 y llevaba un tiempo más centrado en la dirección que la interpreta­ción con títulos como la exitosa La pasión de Cristo y Apocalypto. Se le consideró veneno para la taquilla como actor todavía hoy pero los compañeros de profesión decidieron perdonarle con la película sobre la Segunda Guerra Mundial Hasta el último hombre, por la que estuvo nominado al Oscar como director en febrero. Era más importante el talento que su antisemiti­smo.

Y, mientras nadie esperaba que Mickey Rourke remontase su carrera tras reinventar su cara con el bisturí y básicament­e insultar la mitad de directivos de la ciudad de Los Angeles (con la fantástica El luchador en 2008), o que Sharon Stone sobrevivie­ra a su infierno de carácter y a un derrame cerebral (ahora vuelve con la serie Mosaic de HBO), el verdadero rey de los regresos es Robert Downey jr. Si a principios del milenio no pudo fichar por Melinda y Melinda de Woody Allen porque ninguna asegurador­a estaba dispuesta a embarcarse en el proyecto (tampoco Winona Ryder, que el autor quería), tras ingresar en prisión por posesión de drogas ahora puede ingresar 70 millones en un año. En Hollywood le aplauden cada vez que aparece en una película de superhéroe­s de Marvel. “No soy mi historia”, era su mantra, y le dieron una segunda oportunida­d.

A Mel Gibson le perdonaron en febrero su antisemiti­smo con una nominación al Oscar como director

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JEFFREY MAYER / GETTY El robo de Winona Ryder casi la entierra
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AXELLE/BAUER-GRIFFIN / GETTY Robert Downey jr., un infierno con las drogas
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RODIN ECKENROTH / GETTY John Travolta volvió con American crime story
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ROY ROCHLIN / GETTY Drew Barrymore, en rehabilita­ción a los 13 años
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GREG DOHERTY / GETTY Mickey Rourke, cada vez más irreconoci­ble
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DAN MACMEDAN / GETTY Mel Gibson, el director antisemita
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STUART C. WILSON / GETTY rant tuvo su escándalo en 1995
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JASON LAVERIS / GETTY Stone tuvo problemas de salud
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JASON LAVERIS / GETTY dwin, afectado por su divorcio

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