Ahora que todo es Madrid-Barça

Jornadas de Liga, goles y partidos de Champions pasan por delante de nosotros como anuncios de coches en televisión. Este me gusta, qué canción más guapa han puesto a aquél, qué costa llena de curvas y ¿qué tal si me cambio el Ford Focus el año que viene? Y es que ya no hay opio para tanta realidad porque ahora todo es Madrid-Barça lejos de los Madrid-Barça. Anda uno añorando cuando la vida era sólo una excusa para volver tarde a casa y no saber por qué volvías tarde ni por qué a casa. Ah, la melancolía de los domingos ya no nos inunda por mucho que la esperemos porque los lunes los cargan los jueces y todo el mundo está fuera de juego. Madrid-Barça y las manos en el área que son hombro si es tu equipo quien defiende. Pena máxima clarísima en esa carga ilegal si somos nosotros quienes atacamos porque si hoy es jueves hoy también es Madrid-Barça. La resistencia numantina y las tánganas y el central con bigote franquista y el árbitro siempre comprado. El héroe caído, la oportunidad perdida, el tiro al palo y el revulsivo en la banda cuando queda apenas un cuarto de hora. Sea el día que sea, da igual el horario, pones la tele y es Madrid-Barça. En el taxi, en la calle, en la oficina siempre se juega el Madrid-Barça. Ese delantero que especula, que promete lo que no da, haciendo bicicletas para no encarar sino que espera que le entren para tirarse a la piscina y exigir justicia de la buena. Ese defensa que cuando no le ve nadie arrea codazos, coge de la camiseta, te empuja hasta tirarte al suelo y pisarte la mano. Ese momento de épica. El enésimo partido del siglo. Gol en el último minuto. Prórroga. Tiempo de descuento. Y el público enardecido, cada uno su afición, ciego ante sus abusos, sensible a la mínima provocación, odio, agravios históricos siempre pendientes, 5-0 sin paliativos, 1-0 con corte de mangas, al enemigo ni agua, partido a partido, aquí ya no hay puto amo y el míster es quien decide. Tertulias de borracho pergeñadas por abstemios, banderas escondidas durante lustros en baúles, himnos y rabietas, puños cerrados y, sin novedad fuera del campo, sólo otro Madrid-Barça y quizás sea martes de carnaval. Buenos y malos, blanco y negro, verdad y mentira. Derrota moral, victoria aplastante, superioridad abrumadora, habrá partido de vuelta, casi todo el partido en su propia área, jugar sin extremos, presiona al defensa sin salida de balón, chilenas ridículas, goles por debajo de las piernas y defensas que hacen entradas asesinas en el centro del campo cuando ya no era necesario y el rival se iba hacia el túnel de vestuarios. Madrid-Barça y revolverte desde el suelo y acuden todos y el dedo en el ojo y hacéis mucho teatro y Unicef que no aparece porque todo es Madrid-Barça y creo que seguiré un año más con mi Ford Focus por muchos anuncios que vea en la tele.