Una diplomacia muy agresiva tutelada por EE.UU.
Un misil lanzado desde Yemen fue destruido el sábado por la noche cuando estaba a punto de alcanzar el aeropuerto de Riyad. Las defensas antiaéreas saudíes funcionaron pero el ataque es una consecuencia más de la agresiva diplomacia de los Saud, que lideran una coalición militar que combate desde hace años en Yemen y que está acusada de crímenes de guerra. Aunque Arabia Saudí es un aliado de EE.UU. contra el Estado Islámico, patrocina el wahabismo, que es una de las corrientes más radicales del islam, fuente de inspiración para el terrorismo yihadista de grupos como Al Qaeda, que difícilmente podrían funcionar sin la financiación de los saudíes. La proliferación de mezquitas wahabíes con dinero saudí desde Kosovo a Indonesia radicaliza el islam y crea más enemigos contra Occidente. La administración Trump, sin embargo, suele pasar por alto esta doblez porque le interesa que Arabia Saudí sea el contrapeso en Oriente Medio a un Irán que, poco a poco, recupera su peso en la escena internacional. Qatar, interlocutor de Irán en el golfo Pérsico, sufre las consecuencias y, a pesar de ser también un aliado de EE.UU., Arabia Saudí lo somete a un bloqueo económico y político desde hace cinco meses. El sábado Trump telefoneó al rey Salman para brindarle su apoyo a los últimos cambios políticos. Arabia Saudí es el principal cliente de la industria armamentista norteamericana.