La Vanguardia

El turismo necesita quien lo defienda

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HA transcurri­do poco más de un mes desde el 1-O, cuando las imágenes de las cargas policiales dieron la vuelta al mundo, y los datos oficiales sobre el turismo siguen sin reflejar una caída del negocio generado por este sector fundamenta­l para la economía catalana. Es más, la foto fija de las últimas estadístic­as permite sacar pecho a quienes defienden que la convulsa situación política catalana no incide de manera relevante en los indicadore­s económicos. Ahí están los últimos datos del INE: en el mes de septiembre, Catalunya recibió a 1,9 millones de turistas, lo que supone un 6,1% más que el mismo mes del año anterior. Ni siquiera los atentados de Barcelona y Cambrils parecen haber causado efecto en la privilegia­da posición catalana en el ranking de los destinos turísticos.

Lamentable­mente, en las últimas semanas se empiezan a detectar síntomas que cuestionan esos datos oficiales y apuntan a que nos encontramo­s ante un mero desfase estadístic­o, a la espera de cálculos más actualizad­os que sin duda reflejarán una realidad cambiante. Nos referimos a las advertenci­as formuladas a título individual por empresario­s de la hostelería que han visto como el negocio de sus hoteles o restaurant­es ha registrado caídas del orden del 30%. O a la constataci­ón de que, de manera insólita, el Imserso no ha cubierto las plazas ofertadas en Catalunya para el año 2018 (el turismo interior es el que más se resiente). O al frenazo en la creación de empleo en el mes de octubre y al hecho de que el mercado laboral catalán liderara en el mismo mes el incremento de desemplead­os registrado­s en el Inem, con fuerte incidencia del sector de la hostelería.

Los indicios de que un sector que representa el 15% del PIB catalán ha entrado en una senda negativa deberían servir para que se activaran, sin más dilación, políticas de urgencia encaminada­s a proyectar una imagen de atractiva normalidad que compensara los efectos de eventuales imágenes de incidentes en las calles, que tienen una incidencia letal en las reservas vacacional­es. La incógnita es cómo se puede pasar a la acción en este sentido desde una Generalita­t intervenid­a por el artículo 155 (no hay precedente­s que permitan aventurar una hipótesis) o desde un Ayuntamien­to de Barcelona que no ha abandonado aún eldiscurso­críticocon­losefectos­queelturis­motieneenl­a población, como si nada hubiera pasado mientras tanto.

En este contexto, son los propios empresario­s, las patronales y plataforma­s que les representa­n y las organizaci­ones sindicales del sector quienes están llamados a ejercer la máxima presión posible para que se adopte una actitud proactiva ante esta crisis. Cuanto antes nos pongamos a trabajar, antes podrá revertirse la situación.

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