La Vanguardia

Exotismo musical en Rupit

La Fundación La Fontana, que atesora 14.000 piezas de cerámica y 2.000 instrument­os musicales, cumple 25 años

- LLUÍS PERMANYER Barcelona

Todo principió en 1972, cuando Helena FolchRusiñ­ol se atrevió a iniciar una ambiciosa colección etnográfic­a de instrument­os de música no occidental. No se trataba de un capricho, pues de niña ya se aplicaba en reunir cajas de cerillas y rastrear la playa para recolectar conchas; seguía a su modo lo que le había fascinado en familia: las fabulosas coleccione­s de minerales, del abuelo, así como la de etnografía y la de cerámica, del padre.

Casada aquel 1972 con Alejandro Maluquer, se aventuraro­n ambos en lanzarse al primero de sus numerosos viajes: destino Madagascar. Sin percatarse entonces, volvieron dominados ya por la adicción de descubrir, sentirse atraídos por conseguir comprar los instrument­os en su ambiente, poblados o chozas, aún usados por los nativos. Nada que ver con una puja en subasta. Regresaron felices y cargados, pensando ya en la próxima salida.

El talante original, apasionado, creativo y aventurero de ella combinaba con el mesurado y reflexivo de él, equilibrio necesario al adentrarse en territorio­s exóticos y sin puntos de referencia conocidos ni razonables. Rauxa y seny.

Uno o dos viajes por año, que se enmarcaban en África, Asia, Oceanía y América. Los preparaba y documentab­a con minuciosid­ad afinada una Folch-Rusiñol tenaz. Sin chófer ni guía: ellos dos solos. La experienci­a les demostró lo esencial de establecer contactos y saber lo que valía la pena comprar, amén de cuanto merecía pagar. Y se percataron de que tenían que exhibir seducción al tratarse de instrument­os de acompañami­ento en bailes rituales de signo religioso y culto a los antepasado­s, lo que explicaba su habitual rechazo a vender.

Querían formar una colección que permitiera evidenciar cómo un mismo instrument­o había evoluciona­do en diversas culturas con el paso del tiempo y bajo las influencia­s exteriores.

En los últimos años redujeron los viajes y aumentaron las compras de coleccione­s y piezas relevantes en subastas.

Al fallecer Alberto Folch-Rusilaguna­s ñol, su padre, Helena heredó en 1988 su colección de cerámica, formidable y de referencia. Por su volumen y por la dimensión que adquiría la de música, se impuso entonces como exigencia razonable crear una fundación, La Fontana, en la finca propia de Rupit. El alejamient­o geográfico favorecía esa voluntad instintiva de discreción que ha distinguid­o el carácter del coleccioni­sta barcelonés.

Fue puesto en pie un modélico edificio de nueva planta proyectado a medida para exponer lo reunido en las mejores condicione­s que hoy son exigibles, al tiempo que contribuye­ran a realzar todo lo expuesto. Y es que los instrument­os musicales desbordaba­n ya la vivienda barcelones­a, se amontonaba­n en el piso inferior y el mayor número estaba encerrado y oculto en un almacén de la Zona Franca.

La Fundación La Fontana fue inaugurada en 1992 y está dirigida por Elena Martínez-Jacquet conjuntame­nte con la colaboraci­ón de Maria Antonia Casanovas. Atesora las 14.000 piezas de cerámica española enmarcadas entre los siglos XIV y XIX, de las que se exhibe un 80%. Helena Folch-Rusiñol, tres años antes de morir, adquirió unas relevantes piezas y coleccione­s privadas para poder así colmar algunas y lograr una panorámica más completa de los principale­s centros de producción regionales de España. Los casi 2.000 instrument­os musicales forman un conjunto de reconocido prestigio, del que se exhibe un 95%.

Esta realidad ha facilitado el estudio de las piezas y su mejor documentac­ión, así como un trabajo de investigac­ión llevado a cabo por expertos

Helena Folch-Rusiñol y Alejandro Maluquer iniciaron su colección de instrument­os musicales en Madagascar

destacados, lo que permitió reclasific­ar la cerámica así como afinar algunas atribucion­es.

De cara al futuro, el objetivo que define Alejandro Maluquer es mantener y perfeccion­ar la orientació­n ya marcada con diversas líneas de actuación. Proseguir las visitas concertada­s que realizan asociacion­es especializ­adas y grupos interesado­s; y también los actos públicos de grupos profesiona­les que tocan instrument­os de la colección, tal como ya se llevó a cabo con músicos chinos y también filipinos. Mantener la política de préstamos de obras a exposicion­es temporales. Y continuar la publicació­n de monografía­s magníficas que valoran una serie de piezas escogidas de la colección, iniciada con los dos volúmenes dedicados a instrument­os africanos y de las islas del Pacífico y con la tesis doctoral sobre los paneles cerámicos valenciano­s.

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RONALD STALLARD / FUNDACIÓN LA FONTANA Vista de una de las salas de la Fundación La Fontana donde se exhibe una colección etnográfic­a de gran valor, cuyo origen está en viajes por todo el mundo
 ?? RONALD STALLARD / FUNDACIÓN LA FONTANA ?? El edificio construido en Rupit permite las visitas concertada­s a asociacion­es y grupos
RONALD STALLARD / FUNDACIÓN LA FONTANA El edificio construido en Rupit permite las visitas concertada­s a asociacion­es y grupos

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