La Vanguardia

Asensio e Isco reaccionan

El Real Madrid logra una goleada terapéutic­a ante un Las Palmas inofensivo

- CARLOS NOVO Madrid

El Madrid sacó el resultado pero no despejó demasiadas dudas en cuanto al juego. El Las Palmas tuvo alguna ocasión para llevar los nervios al Bernabeu, pero tampoco estuvo fino en el remate y sus opciones se diluyeron. Tampoco hubo la revolución en el once blanco que algunos pedían. Zidane no es amigo de cambios bruscos y el único que pagó los platos rotos por los desaguisad­os de Girona y Londres fue Modric, al que impuso una ración de banquillo. No es que el croata estuviera peor que otros pero algunas de las decisiones de Zidane son así de intempesti­vas y arbitraria­s.

Quien sigue en un estado desastroso es Marcelo, de los pocos que no mejoraron su rendimient­o un ápice. Hasta hace bien poco el Madrid era un equipo que hacía mucho daño por las bandas. Ahora mismo, esa posibilida­d es remota. Con Marcelo en barbecho, Zidane no convocó a Achraf (debió pensar que el canterano ya había cumplido bastante) y apostó por darle la banda derecha a Nacho, que no buscó alegrías ofensivas.

El partido empezó con una ocasión clamorosa desperdici­ada por Benzema, lo que le valió ya de inicio la inquina del público, que le silbaría después al ser sustituido. Fue un espejismo porque hasta pasada la primera media hora el juego no tuvo un dominador claro. El Las Palmas se las arregló para tener posesiones largas y suya fue la mejor ocasión, un mano a mano que Casilla le sacó a Vitolo y que Vallejo acabó despejando sobre la raya. El central aragonés debutaba en la Liga y no lo hizo mal. Hasta ahora era el jugador menos utilizado de la plantilla. Con dos lesiones desde el verano, tan sólo había jugado en Fuenlabrad­a y para cúmulo de desdichas había sido expulsado en el tramo final.

En el último cuarto de hora del primer tiempo el Madrid elevó un poco su ritmo y encerró al equipo canario en su área. Llovieron los centros sobre Lizoain, pero no es que el gol pareciera inevitable. Sin embargo llegó de una de las pocas maneras que podía esperarse: tras un saque de esquina. La jugada tuvo su miga. Fue Asensio a botarlo y en esas apareció Isco para pedirle al balear que se apartara. Asensio se negó, harto de que todos le ninguneen, e Isco se alejó refunfuñan­do. El balear puso el balón en el segundo palo y por ahí apareció Casemiro sin marca para embocarlo a la red. Era casi el primer remate entre los tres palos y llegó a falta de cuatro minutos para el descanso. Aún pudo empatar Las Palmas en un cabezazo de Calleri en la siguiente jugada, pero el balón se le fue alto.

La segunda parte nació mucho más de cara para el Madrid. Enseguida marcó el segundo tanto, otra vez tras otro córner. En esta ocasión la jugada terminó en un chutazo de Marco Asensio desde fuera del área que entró por toda la escuadra. Sin duda, el mejor gol que se ha visto en el Santiago Bernabeu en bastante tiempo.

Ya con el 2-0 el partido no tuvo otra historia que la de saber si el Real Madrid buscaría darse un festín para reconcilia­rse con su público o dejaba pasar los minutos asegurando la victoria sin más. Al final se quedó un poco en medio de todo. Marcó el 3-0 en una excelente contra que culminó Isco, pero siguió bastante peleado con el gol.

Ramos envió la oportunida­d más clara al travesaño y Cristiano falló también la suya ante el portero. Cristiano, que acabó enfadado, sigue anclado con un gol en la Liga. Lo suyo es todo un ejercicio de ansiedad, impotencia y remates que se le escapan cuando antes entraban. El Madrid volvió a la victoria.

ANSIEDAD Cristiano, con un solo gol en la Liga, sigue presa de los nervios, mientras Benzema fue silbado

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SERGIO PEREZ / REUTERS Asensio marcó el gol de la noche con un trallazo desde fuera del área

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