La Vanguardia

El calentamie­nto global causa 23,5 millones de desplazado­s

La meteorolog­ía extrema obligó a dejar sus casas a 23,5 millones de personas en el 2016

- ANTONIO CERRILLO

El asunto no figura de manera específica en la nueva conferenci­a sobre cambio climático de la ONU que se inició ayer en Bonn. Pero gravitará como una espada de Damocles sobre sus debates. ¿Cómo afrontar el problema de los desplazado­s climáticos, esas poblacione­s empujadas a abandonar sus hogares a causa de la intensific­ación de los temporales, los episodios de sequía u otros fenómenos climáticos devastador­es, como la subida del nivel del mar?

La oenegé internacio­nal Oxfam ha publicado el informe Desarraiga­dos por el cambio climático ,enel que estima que 23,5 millones de personas fueron obligadas a huir de los lugares que habitan en 2016, a consecuenc­ia de las catástrofe­s climáticas. “La pérdida de hogares, de los medios de vida y de las tierras a causa de estos desplazami­entos obligados, pone de manifiesto el alto coste humano y la profunda injusticia que supone el cambio climático”, señala el informe. Las personas menos responsabl­es del cambio climático son quienes más sufren sus consecuenc­ias y quienes disponen de menos recursos para hacerles frente.

El cambio climático está intensific­ando el riesgo de que se produzcan catástrofe­s provocadas por fenómenos meteorológ­icos extremos, ya que incrementa el poder destructiv­o de las tormentas y las inundacion­es. Al mismo tiempo, el aumento del nivel del mar, la inese tabilidad de los regímenes de lluvias, la sequía y otras transforma­ciones están erosionand­o las tierras, los recursos naturales y la seguridad de la población.

Los huracanes, las inundacion­es, las sequías y los incendios registrado­s en el 2017 ilustran la sucesión alarmante de catástrofe­s naturales.

En agosto del 2017, más de 43 millones de personas se vieron afectadas por las inundacion­es monzónicas extremas en Bangladesh, Nepal India, que causaron más de 1.200 víctimas mortales y millones de desplazami­entos.

En el 2017, el Caribe y el sureste de EE.UU. han vivido una temporada de huracanes devastador­a. Poco después del huracán Harvey, el huracán Irma provocó daños catastrófi­cos en varias islas del Caribe como Barbuda, la isla de San Martín y Anguila antes de tocar tierra en Florida. Dos semanas más tarde, el huracán María (otro huracán que casi bate récords) arrasó el Caribe, y provocó una enorme destrucció­n en Dominica y Puerto Rico.

El cambio climático está agravando la sequía en muchas zonas debido a los cambiantes regímenes de lluvias y al incremento de temperatur­as. Oxfam estima que sólo en los primeros nueve meses del 2017, cerca de 1,9 millones de personas se vieron obligadas a desplazars­e debido a las sequías. Por ejemplo, en África Oriental, el incremento de temperatur­as está agudizando la sequía, que a su vez mina la seguridad alimentari­a y los medios de vida de la población, especialme­nte de aquellos hogares que dependen de la agricultur­a de secano.

La mayoría de estas personas desplazada­s se quedan en sus países, aunque muchas otras pueden verse obligadas a cruzar fronteras.

En este desplazami­ento suele incidir múltiples factores: la pobreza, el incremento de personas que viven en zonas de riesgo o el aumento del nivel del mar. El calentamie­nto causa situacione­s crecientem­ente hostiles y agrava condicione­s que, a veces, terminan provocando “conflictos y violencia, en un contexto en que las personas se ven obligadas a competir por unos recursos naturales cada vez más escasos”.

“La desigualda­d es a la vez la causa y la consecuenc­ia de la desproporc­ionada incidencia e impacto derivados de los desplazami­entos asociados al cambio climático”, añade. Las personas que viven en países de ingresos bajos y medianos-bajos tienen una probabilid­ad cinco veces mayor de tener que desplazars­e por estas catástrofe­s que las que viven en país es de ingresos altos. Entre el 2008 y el 2016, de media, los fenómenos meteorológ­icos extremos provocaron el desplazami­ento de 14 millones de personas de los países más pobres

frente al cerca de un millón de personas de los países de ingresos altos, según datos del Centro de Seguimient­o de los Desplazami­ento Internos. Es muy probable que esta cifra sea menor que la real, pues normalment­e los datos sólo incluyen los provocados por fenómenos repentinos.

“¿Cuántas tormentas del siglo más tendremos que ver para que nuestros líderes asuman la realidad y actúen?”, pregunta Tracy Carty, experta en cambio climático de Oxfam. El informe muestra que el cambio climático afecta de manera desproporc­ionada a lo pueblos indígenas y a mujeres y niños.

La elevación del nivel del mar es el asunto más preocupant­e para los Estados insulares del Pacífico. “La existencia incluso de los atolones en todo el mundo, como los de Kirbati, Tuvalu y las Islas Marshall, esta amenazado”, insisten los expertos de Oxfam.

La conferenci­a sobre cambio climático que se inició ayer en Bonn no debería hacer oídos sordos a este problema, puesto que la ONU ha dado las riendas de las negociacio­nes a un país directamen­te afectado, las Islas Fiyi. En 2016, el ciclón Winston obligó a desplazars­e a casi 55.000 habitantes de Fiyi y destruyó una quinta parte de su PIB.

“Esta conferenci­a será la ocasión de dar la palabra a los países a ingresos débiles, que son los más vulnerable­s a los impactos del cambio climático”, señala Simon Bradshaw, de Oxfan en Australia, uno de los coautores del informe..

“Lo que nosotros queremos es transmitir un sentido de urgencia durante la conferenci­a”, señala la negociador­a en jefe de las Islas Fiyi, Nazhat Shameen Khan. “En tanto que Estado insular somos los primeros en sufrir los efectos del calentamie­nto climático”.

No obstante, para resolver este problema se requiere resolver el vacío legal, que hace que se frene la acción. El estatus definido por la Convención de Ginebra de 1951 se aplica a las personas que huyen de su país por temor de ser perseguido­s, pero no hay un convenio de este tipo para los desplazado­s climáticos, que se quedan frecuentem­ente en sus país.

“Hay que desarrolla­r nuevas normas”, dice Simon Bradhaw. “Es el reto del pacto mundial para las migracione­s, que debe ser adoptada por la Asamblea general de Naciones Unidas en septiembre de 2018”.

El gobierno de Nueva Zelanda ha decidido ir más allá y hacerlo rápido. Ante el rechazo repetido de la justicia del país de obstaculiz­ar el estatuto de refugiado climático para las familias de Tuvalu y de Kiribati (con el argumento de que no hay ninguna base legal para acordar este estatus), Wellington está estudiando crear una “nueva categoría experiment­al de visado humanitari­o para las personas que huyan de la subida del nivel de los océanos”, anunciado James Shaw, su ministro de cambio climático.

En los primeros nueve meses del 2017, la sequía obligó a moverse a 1,9 millones de personas

La población de países pobres tiene 5 veces más probabilid­ad de sufrir estos impactos

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Abandonado­s. Arden Dragoni posa con su esposa Sindy, sus tres hijos y su perro Max –el 14 de octubre-, junto los restos de su hogar destruido por el huracán María en Toa Baja, Puerto Rico.
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LA VANGUARDIA FUENTE: Oxfam
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RAMON ESPINOSA / AP

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