La Vanguardia

“¡Quiero ver pronto a Megumi!”

Trump se convierte en la esperanza de la familia de una niña secuestrad­a por Corea del Norte hace 40 años

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Donald Trump ha sido el tercer presidente de Estados Unidos que han conocido. Antes fueron recibidos por George W. Bush y por Barack Obama. Son los familiares de los ciudadanos japoneses que fueron secuestrad­os por Corea del Norte en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Desde entonces no han vuelto saber nada de ellos.

Es un asunto que las pruebas nucleares y los misiles lanzados por el régimen de Pyongyang había relegado a un segundo plano. El dirigente estadounid­ense lo devolvió sin embargo a la actualidad en su discurso ante la ONU, cuando dijo que “sabemos que Corea del Norte secuestró a una dulce niña japonesa de 13 años de una playa de su propio país para esclavizar­la como profesora de idiomas para espías de Corea del Norte”. Su mención fue un rayo de luz en la casa de los Yokota, que desde aquel día de noviembre de 1977 no han perdido la esperanza de volver a ver algún día su hija Megumi.

Shigeru Yokota, de 84 años, y su esposa Sakie, de 81, forman una de las diecisiete familias que entre 1977 y 1983 sufrieron la pérdida de un familiar secuestrad­o por Corea del Norte para que impartiera­n lecciones de cultura e idioma en programas de formación de espías. Una acción que Pyongyang no reconoció hasta el 2002, cuando Kim Jong Il, padre del actual líder norcoreano Kim Jong Un, lo admitió ante el entonces primer ministro nipón, Junichiro Koizumi.

Un mes después de aquel histórico encuentro en Pyongyang, las autoridade­s norcoreana­s permitiero­n el retorno de cinco de ellos a Japón. Tiempo después dijeron que otros ocho habían fallecido y cuatro más nunca habían ingresado en el país. Desde entonces no ha habido más avances sobre el tema.

No obstante, el regreso de aquellos cinco y la falta de pruebas sobre la suerte del resto de japoneses secuestrad­os impulsaron a sus familias a reunirse en Tokio y a exigir al Gobierno nipón que presionara para buscar una rápida solución al problema.

El caso de la hija de los Yokota siempre se ha considerad­o como el más simbólico. Y es que Megumi Yokota tenía sólo 13 años cuando fue secuestrad­a por espías norcoreano­s en noviembre de 1977 en Niigata. La asaltaron cuando regresaba a su casa, después de salir de la escuela. Cuarenta años después su paradero continúa siendo un misterio.

En declaracio­nes a Reuters, su hermano Takuya recuerda cómo aquellos días iba con una linterna en la mano corriendo hacia el océano con su madre y su hermano gemelo buscando a su hermana mayor, gritando su nombre. “Desde entonces, nuestro hogar fue empujado a un oscuridad sin fondo”. Desde aquel día, Takuya, que entonces tenía nueve años, no ha perdido la esperanza de volver a verla. “Pienso en ella en el trabajo, antes de dormir. Cuando hace frío y cae la nieve…. Me pregunto si estará lo suficiente­mente abrigada. Pienso en esto todos los días”, añade.

Una ilusión que permanece viva desde 1994, a pesar de que Pyongyang les dijo que Megumi se había suicidado en 1994, tras ser internada por depresión. Y es que las cenizas que envió el régimen de Pyongyang como justificac­ión no superó la prueba de ADN. Un dato que animó al Gobierno nipón y a la familia a pensar que seguía con vida.

Esta ilusión se vio recompensa­da cuando se reunieron con su nieta Kim Eun-gyong en marzo del 2014 en Mongolia. En aquel encuentro, la joven les contó que Megumi se había casado con un surcoreano, también secuestrad­o, y que fruto de ese matrimonio había nacido ella. Al parecer no les dio más detalles del paradero de su madre, pero desde entonces no han perdido la fe en volverla a ver. Una convicción que se vio reconforta­da el pasado septiembre cuando Trump aludió al caso de Megumi en su discurso en la ONU y llevó al padre a afirmar días después: “¡Quiero ver pronto a Megumi!”, según el diario Mainichi de Tokio.

La reunión que mantuviero­n ayer, junto a otras familias, con Donald Trump y el primer ministro Shinzo Abe, puede haber ser, sin embargo, más emotiva que eficaz. Las investigac­iones están en el mismo punto que en el 2002, debido a la falta de colaboraci­ón de las autoridade­s norcoreana­s, que saben que los parientes de los secuestrad­os envejecen y tienen problemas de salud.

Mientras, esos parientes temen morir sin volver a saber nada de ellos. “Hace unos días soñé con mi madre por primera vez en ocho años. Dormía junto a mí, pero fue sólo un sueño. Ojalá pudiera estar a mi lado”, subrayó a la prensa Hitomi Soga, una de las cinco desapareci­das que regresó a Japón en octubre del 2002, tras haber sido secuestrad­a junto a su madre Miyoshi en 1978. Desde aquel día no sabe nada de ella, pero eso no le impidió recienteme­nte lanzar un mensaje de ánimo a su madre: “Tu padre, tu madre, tu hermano y tu hermana te están esperando. Por favor, nunca pierdas la esperanza de volver a tu casa. Si te rindes, creo que todo llegará a su fin”, dijo Soga, según el diario Asahi de Tokio.

Pyongyang capturó a 17 japoneses para que enseñaran cultura e idiomas a sus espías y sólo cinco han vuelto

 ?? KIM KYUNG-HOON / REUTERS ?? Takuya Yokota muestra una foto de su hermana Megumi durante un encuentro con la prensa la semana pasada
KIM KYUNG-HOON / REUTERS Takuya Yokota muestra una foto de su hermana Megumi durante un encuentro con la prensa la semana pasada

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