Colau y Theresa May
El diario reflexiona sobre la ruptura del pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona y la oposición interna que afronta el Gabinete de Theresa May en el Reino Unido. Llegan horas de inestabilidad.
JUSTO cuando el gobierno municipal de Barcelona necesita mayor estabilidad política y reforzar su liderazgo, sucede todo lo contrario. La ruptura del pacto de gobierno entre Barcelona en Comú (BComú) y el PSC, en este sentido, es una mala noticia para la ciudad. Cuando se trata de superar divisiones y de tender puentes para hacer frente a los retos ciudadanos se ha optado por el camino contrario.
A juicio de la alcaldesa, Ada Colau, había motivos para mantener el pacto con el PSC, porque ha dado resultados muy positivos para la ciudad, pero también para romperlo a la vista del apoyo socialista a la aplicación del artículo 155 en Catalunya, como ha acabado sucediendo. El conflicto generado por la declaración de independencia que hizo el Parlament de Catalunya el pasado 27 de octubre se ha trasladado de lleno al gobierno de la ciudad.
Ante la presión de los partidos independentistas para que rompiera el pacto con el PSC y ante la insistencia de este último partido para mantenerlo, la alcaldesa renunció a pronunciarse, se lavó las manos y dejó la decisión en el voto de los militantes del partido. En la consulta celebrada este fin de semana, la decisión de romper el pacto con el PSC ha ganado por el 54% de los votos, un porcentaje que refleja lo difícil que era la decisión y la división que hay al respecto en el seno de la propia formación política. La consulta, pese a que ha contado con una participación de tan sólo 3.800 personas, el 40% del censo, ha sido la que ha contado con una mayor participación entre las que ha hecho hasta ahora el partido. La pregunta a la que han respondido ha sido si “dado el apoyo” del PSC al artículo 155 de la Constitución había que “poner fin” a ese pacto municipal.
El PSC aportaba sólo cuatro concejales a los once de BComú para gobernar entre ambos un pleno de 41 concejales. Pero su apoyo al partido de Ada Colau, con la que firmó el pacto en el 2016, no sólo ha sido cuantitativo sino también cualitativo para mejorar su entendimiento con amplios sectores ciudadanos, especialmente en los ámbitos culturales y económicos, y para la gestión de diversos proyectos ciudadanos. Ahora la alcaldesa tendrá la gobernabilidad más complicada, aunque el grupo municipal demócrata (PDECat), que dispone de nueve concejales, y el de Esquerra Republicana (ERC), que tiene cinco, ya le han ofrecido su apoyo. Esto ha hecho que desde las filas del propio PSC, de Ciudadanos y del PP se haya acusado a Colau de pasarse al independentismo. El líder socialista Miquel Iceta ha llegado a decir que “entre Barcelona y la independencia, Colau ha escogido la independencia” y que “ya no podrá mirar igual” a los comunes. Para el PSC la pérdida del gobierno municipal de Barcelona ha sido un golpe muy duro que, presumiblemente, tendrá también consecuencias políticas de cara a las posibles alianzas que se puedan formar después de las elecciones autonómicas del 21-D.
La estrategia del gobierno municipal de Ada Colau a partir de ahora no será volver a buscar pactos permanentes con otras fuerzas políticas sino que intentará llegar a acuerdos puntuales para consolidar sus principales líneas de actuación. Pero ello, a corto plazo, ante la inminencia de las elecciones autonómicas, parece sumamente complicado. La primera prueba de fuego será la aprobación de los presupuestos municipales para el año próximo.
En cualquier caso, la responsabilidad de todos los grupos municipales debe ser minimizar todo lo posible los daños para el progreso de la ciudad y para la vida de sus ciudadanos que provoca la tensión política que se vive en Catalunya por el proceso independentista, con Barcelona como primera prioridad.