Releyendo a Arthur Koestler
Las defensas de los exmiembros del Govern encarcelados van a presentar esta semana un nuevo recurso para tratar de obtener su libertad. Lo harán ante la Sala Penal de la Audiencia Nacional, la instancia que sigue con esta parte del proceso, la de los exconsellers, hasta que el instructor de la causa paralela en el Supremo, Pablo Llarena, reclame todo el asunto. Las defensas no van a esperar a que dé la orden correspondiente porque no hay certeza alguna sobre cuándo va a hacerlo.
Las posibilidades de que estos recursos de apelación prosperen son más bien limitadas. La misma Sala Penal de la Audiencia que conocerá los nuevos escritos acaba de rechazar la puesta en libertad de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, presidentes de la ANC y de Òmnium, respectivamente. Fue por cuatro votos a uno. Un resultado claro.
A su vez, la juez que investiga el caso en la Audiencia, Carmen Lamela, rechazó la semana pasada el primer recurso de las defensas sobre los cesados miembros del Govern. Lamela consideró que subsisten el riesgo de fuga y de reiteración delictiva que apreció el pasado día 2, cuando el exvicepresident y los exconsellers acudieron por primera vez a la Audiencia, negándose a
Entre los abogados del que podría llamarse caso 1-O se ha difundido estos días la lectura de un clásico, escrito a finales de los años treinta del siglo pasado, El cero y el infinito , de Arthur Koestler. Narra el proceso a Rubachof, dirigente imaginario de la vieja guardia bolchevique, y las técnicas de interrogatorio a las que es sometido para que se autoinculpe. La distancia, temporal y de temática histórica, con los hechos que se analizan en la presente causa por el presunto delito de sedición, es inmensa. El interés no viene por la comparación de situaciones, imposible en los aludidos parámetros, sino por los dilemas éticos que plantea. Para entenderlo, basta mencionar la cita que abre la obra: “Hombre, hombre, no se puede vivir sin nada absolutamente de piedad”. Es de Crimen y castigo, de Dostoyevski.