El secreto de Rufea
A partir de hoy, cuando entre
motards se recuerde la cuarta corona de Márquez en MotoGP, por siempre se hablará de aquella inverosímil salvada del campeón para evitar el asfalto, apoyándose en él como si fuera un aliado y no el enemigo. Hay un talento innato que explica parte del palmarés de Márquez, pero quedarse ahí equivaldría a conformarse con un relato incompleto. El secreto del piloto de Cervera es que su oficio es su pasión. En su postal de vacaciones no aparecen los paisajes paradisiacos que frecuentan sus competidores sino elementos como el gimnasio, la bicicleta y... motos, motos y más motos.
En el año 2014 Márquez convenció a José Luis Martínez, campeón de España de motocross, para abandonarlo todo y convertirse en su asistente, en pieza fundamental para pulir todavía más su pilotaje. Quien quiera encontrar las razones ocultas de la salvada de Cheste deberá buscarlas en Lleida, en el circuito de Rufea. ¿Asfalto? No, tierra. Márquez dedica horas y horas de su ocio/trabajo en perfeccionar allí su estilo llevando al límite físico y máquina, y dos disciplinas se lo ofrecen a cada segundo: el motocross (saltos, cuerpo a cuerpo, imprevisibilidad) y el Dirt Track (circuito oval, derrapada constante sin freno delantero y riesgo de caída en cada curva). Corre junto a colaboradores y por su puesto contra Martínez. La línea entre caer y seguir en pie es finísima, el empate entre velocidad y equilibrio debe ser de una precisión altísima, y Márquez se ha hartado de encontrarlo a base de entrenamientos sin público. Cuando ayer cualquier otro piloto hubiera besado el suelo, él burló su destino: su reacción nació de la costumbre, no de la sorpresa.
Dicen que Márquez ya le gana a Martínez en esas carreras clandestinas de motocross. Si no fuera porque su grandeza le roba tiempo para cada vez más promociones, se pasaría el día en la moto. Y sonriendo dentro de su casco, como ayer cuando esquivó una caída cantada.