El nuevo jefe del flamante partido del presidente de Francia
EL PORTAVOZ DEL GOBIERNO FRANCÉS SERÁ HOY ELEGIDO JEFE DEL PARTIDO PRESIDENCIAL (REM) EN UN VOTO DE ESPÍRITU NORCOREANO
Con un voto que se espera de espíritu norcoreano por su disciplina, el portavoz del Gobierno francés y ministro para las relaciones con el parlamento, Christophe Castaner, será elegido hoy en Lyon jefe del movimiento presidencial de Emmanuel Macron, La República en Marcha (REM).
Creado sobre las iniciales de Macron (EM, En Marcha) como producto de marketing para promocionar al entonces candidato, REM es hoy un partido de gobierno, ni de izquierdas ni de derechas, que está aplicando las reformas neoliberales pendientes en Francia, abierto a todos los oportunistas atraídos por el poder y que ha habido que cribar de amateurs.
Todas sus proclamadas fantasías iniciales de “nueva democracia”, “horizontalidad”... aquellas promesas de superación de la vieja política, una especie de Podemos de derechas para jóvenes ejecutivos on line y profesionales de éxito, han quedado en agua de borrajas. La elección de Castaner, de 51 años de edad, en un voto indirecto, unánime y sin alternativas tras la designación de quien es conocido como “el jefe”, ilustra lo hueco que era todo aquello. Paso a las tradicionales realidades.
De sus supuestos centenares de miles de adheridos (no hay cotización, ni por tanto prueba de su número), la mayoría militante, sin cargo, beneficio, ni ideal, ha abandonado el movimiento una vez pasado el subidón de la prometida novedad. En el departamento de Altos del Sena, por ejemplo, de los 27.000 teóricos adheridos a REM, solo treinta son movilizables, según informaba esta semana el semanario Castaner deberá ordenar ese gallinero y convertirlo en algo capaz de afrontar las futuras elecciones europeas, las únicas pendientes del calendario francés. Para ello dejará de ser portavoz del gobierno, pero no su cartera ministerial de secretario de Estado.
El nuevo jefe de REM fue 16 años alcalde de Forcalquier, un precioso pueblo de Provenza de 5.000 habitantes, situado a unos 90 kilómetros al norte de Marsella, entre los parques naturales de Luberon y Verdon. Es abogado y pertenecía al ala más derechista del Partido Socialista, donde sintonizaba con el espíritu firme y autoritario del primer ministro Manuel Valls.
Si hay que creer al diario Libération, algo que muchas veces exige cierto esfuerzo, Castaner era conocido en círculos socialistas como “el tontín”. En todo caso, ese tontín ha llegado lejos. Y eso que su punto de partida social y familiar no era particularmente propicio.
Castaner nació en Provenza en el seno de una familia modesta. Su padre procedía de la región de Charente, cerca de la costa atlántica de La Rochelle e ingresó a los catorce años en la Marina Nacional como simple grumete. Pasó por las guerras de Indochina y Argelia, escuelas de los peores vicios de la República Imperial, tan dañinos aún hoy, y fue destinado a Toulon, la Cartagena mediterránea de Francia, lo que explica el nacimiento provenzal de su tercer hijo.
El padre era un hombre dominante y de una extrema racanería. Christophe chocó con él en la adolescencia, fue un pésimo estudiante, se fue de casa a los 17 y no acabó el bachillerato hasta los veinte.
El actual secretario de Estado fue un joven de cazadora de cuero, aficionado a las motos potentes y jugador empedernido.
Como suele ocurrir, un día sentó cabeza. Estudió derecho y se graduó en Aix-en-Provence. Desde la abogacía saltó a la alcaldía de Forcalquier. Durante ocho años compaginó su condición de alcalde con la de consejero en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul. Sus padres murieron. Antes de eso, el alcalde tuvo tiempo de reconciliarse con su padre, enviudado y amargado, al que acompañó dignamente en su último tránsito.
Su familia, mujer y dos hijas, estudiaron, y crecieron en Aix-en Provence, donde aún residen, excepto la hija mayor, que ha sido aceptada en una escuela universitaria en París.
Como jefe del movimiento REM, Castaner deberá estructurar y convertir en máquina su amorfa estructura. Para ello cuenta con 134 encargados regionales cuya misión será organizar una red de partido. Bien dotado de dinero y desde las prebendas que otorga el poder, no parece que vaya a ser una tarea muy complicada.
El hombre de confianza de Macron fue un bala perdida que acabó el bachillerato a los 20