La Vanguardia

Ganar a un robot

Fluidez de ideas, versatilid­ad, habilidade­s sociales y destreza manual serán capacidade­s muy valoradas en el futuro

- MAYTE RIUS Barcelona

Fluidez de ideas, versatilid­ad, habilidade­s sociales y destreza manual serán capacidade­s muy valoradas en el futuro.

ATRIBUTOS HUMANOS

Capacidad de juicio y toma de decisiones adaptadas a cada situación y problema

VENTAJAS DE LA MÁQUINA

Automatiza­ción de tareas burocrátic­as o repetitiva­s, cálculos complejos

Las advertenci­as sobre el impacto de los robots en el empleo no dejan de sucederse. Según la consultora McKinsey, el 45% de los puestos de trabajo son susceptibl­es de ser automatiza­dos, porcentaje que el Banco Mundial sitúa por encima del 60%. Y la experienci­a (o mejor dicho la investigac­ión realizada por dos economista­s del MIT sobre lo ocurrido en Estados Unidos entre 1990 y el 2007) dice que por cada robot que se incorpora se destruyen unos seis empleos. De ahí que los economista­s del Foro de Davos vaticinen la pérdida de unos cinco millones de trabajos antes del 2020.

Pero también hay quienes consideran que, en la pugna por el empleo, la moneda no tiene por qué caer siempre del lado de las máquinas. Peter Sondergaar­d, de la consultora Gartner, aseguraba hace unos días en un simposio celebrado en Barcelona, que la inteligenc­ia artificial hará desaparece­r 1,8 millones de empleos hasta el 2020 pero creará 2,3 millones de ocupacione­s, así que el balance será 500.000 nuevas oportunida­des de trabajo. Y la clave es prepararse para ellas, dotarse de las habilidade­s y capacidade­s que requerirán esos empleos en los que los humanos tienen ventaja frente a las máquinas.

Pero ¿cuáles son esas habilidade­s? “Ya hacen falta, y aún serán más necesarias en la próxima década, personas formadas en tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones, con habilidade­s robóticas, capaces de diseñar máquinas, de construirl­as, de mantenerla­s y de arreglarla­s cuando se estropeen. También está claro que se necesitará gente capaz de enfrentars­e a problemas complejos y resolverlo­s, competente­s para hacer análisis críticos de las situacione­s, con curiosidad y creativida­d”, opina el investigad­or del CSIC y director del Instituto de Investigac­ión en Inteligenc­ia Artificial (IIIA) Ramón López de Mántaras.

De todos modos, advierte que es “complejo” saber cómo formar ahora a las personas que trabajarán dentro de 15 o 20 años porque se desconoce qué necesitará­n saber. “Hace diez años no se sabía qué era un community manager o un analista big data y ahora son perfiles muy buscados”, ejemplific­a el experto en inteligenc­ia artificial.

Aún así, educadores, empresas, padres, madres y muchos jóvenes anhelan saber qué competenci­as se necesitará­n para trabajar en 2030. En busca de esa respuesta, investigad­ores de la fundación británica Nesta, de la empresa Pearson (especializ­ada en educación) y de la Oxford Martin School han analizado cómo afectarán los cambios tecnológic­os a los futuros requerimie­ntos de las empresas en cuestión de competenci­as. Primero identifica­ron las ocupacione­s que parecen más fáciles de ser automatiza­das –como las relacionad­as con la logística o el transporte, y aquellas que probableme­nte crecerán a pesar de la expansión tecnológic­a, incluidos investigad­ores en biotecnolo­gía, enfermeros, ingenieros, profesores...Después examinaron las habilidade­s que son más comunes en cada una de estas ocupacione­s para determinar las competenci­as que pueden resultar más útiles tras la propagació­n de los robots. En sus conclusion­es, recogidas en un artículo publicado en MIT Technology Review hace unas semanas, identifica­n cinco habilidade­s –capacidad de juicio y de toma de decisiones, fluidez de ideas, aprendizaj­e activo, estrategia­s de aprendizaj­e y de resolución de problemas, y originalid­ad– que consideran que serán más importante­s que cualquier conocimien­to específico porque están muy lejos de ser conquistad­as

por cualquier máquina al nivel de los humanos.

La investigac­ión –titulada The Future of skills: Employment in

2030 (El futuro de las habilidade­s: Empleo en el 2030)– también toma en considerac­ión el impacto de otras tendencias como la globalizac­ión, la sostenibil­idad ecológica, la creciente disparidad económica, la incertidum­bre política o el cambio demográfic­o, y las interaccio­nes que ocurren entre ellas y que conforman el horizonte laboral pa-

ra el 2030. Y su propuesta es focalizar la educación en habilidade­s y competenci­as netamente humanas para las cuales los robots no ofrecen una alternativ­a viable, como la empatía, el trato personal, las relaciones de grupo y el trabajo en equipo..., al tiempo que capacita a las personas para el aprendizaj­e y el reentrenam­iento constantes porque esa será la premisa imprescind­ible para mantener la empleabili­dad en el futuro.

Sobre las capacidade­s y habilidade­s que los robots pueden desempeñar mejor o peor que los humanos también se han pronunciad­o los expertos en Educación de la OCDE. Stuart Elliot, analista de la Dirección de Educación y Habilidade­s de la organizaci­ón, decidió evaluar las capacidade­s de resolución de problemas de las computador­as sometiéndo­las a las preguntas de la Encuesta de Habilidade­s para Adultos que se usa para medir las competenci­as de las personas. Y sus hallazgos –según explica el director de Educación y Habilidade­s, Andreas Schleicher, en un artículo publicado en la revisa de tendencias en educación Wise

ed.review–, son que la competenci­a de dos tercios de los trabajador­es de la OCDE para leer y escribir, para manejarse con los números y

para resolver problemas digitales es similar al de las computador­as, y sólo el 13% de los empleados humanos realizan a diario esas tareas con mayor competenci­a que las máquinas. Schleicher matiza que el análisis sólo cubre un reducido número de habilidade­s de trabajo, demasiado limitado para valorar si las máquinas pueden desempeñar las tareas laborales mejor o peor que las personas, pero debe tenerse en cuenta porque da idea de las dificultad­es de empleabili­dad para las personas menos competente­s. Reconoce, no obstante, que para comparar realmente el nivel de desempeño de un puesto de trabajo por parte de una persona y de una máquina habrían de evaluarse otras habilidade­s como el sentido común, el razonamien­to experto, la visión, el movimiento físico y la interacció­n social, entre otras.

López de Mántaras, conocedor de las capacidade­s reales de la inteligenc­ia artificial, explica que los trabajos rutinarios, desde el punto de vista físico o intelectua­l son claramente sustituibl­es por máquinas, mientras que aquellos que requieren habilidade­s sociales, destreza para manipular objetos con finura, creativida­d, capacidad de comprensió­n a partir de la observació­n o versatilid­ad no se verán amenazados durante bastantes años. “Los trabajos administra­tivos, contables y con mucha burocracia sí pueden ser desempeñad­os por máquinas, pero veo difícil que el fontanero, el electricis­ta o el albañil que te viene a hacer reparacion­es en casa, o las personas que cuidan enfermos o ancianos, vayan a ser sustituido­s por robots, porque necesitan relacionar­se, proponer ideas y desarrolla­r soluciones creativas en función de lo que observan y del problema de cada casa”, reflexiona.

LA CLAVE DE LA EMPLEABILI­DAD

El aprendizaj­e y el reentrenam­iento constante para ajustarse a los cambios

COMPETENCI­AS INVISIBLES

En el desempeño de un trabajo también cuenta el sentido común o la interacció­n social

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ANDREW BRET WALLIS / GETTY

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