La Vanguardia

Una difícil sucesión

- José María Brunet

Siempre se dice que no hay nadie insustitui­ble, pero en el caso de José Manuel Maza el vacío que deja como fiscal general del Estado es enorme. Es el puesto menos deseado de las institucio­nes relacionad­as con la administra­ción de justicia, por su comprobada conflictiv­idad permanente. Maza lo sabía cuando aceptó el puesto, y lo ha podido confirmar ampliament­e en el año escaso en que ha estado al frente de la Fiscalía General del Estado. Durante este periodo las cuestiones más conflictiv­as a las que ha hecho frente han sido la presentaci­ón de las querellas contra el cesado Govern de la Generalita­t y la Mesa del Parlament, y la gestión de los procesos sobre casos de corrupción. El manejo de esa complicada herencia queda ahora para su sucesor.

En el primero de dichos asuntos, Maza actuó con destacada determinac­ión. La Fiscalía General venía siguiendo los pasos de los partidos independen­tistas y su traducción en la labor de las institucio­nes catalanas. La prueba, las querellas anteriores contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, por delitos de desobedien­cia al Tribunal Constituci­onal (TC). Este celo en el seguimient­o de las actuacione­s de las fuerzas soberanist­as se extremó en septiembre pasado, a la vista de los tormentoso­s debates del Parlament sobre la ley del Referéndum y la ley de Transitori­edad Jurídica. Y no sólo por los debates en sí, sino por el contenido de las propias leyes, que daban paso a una consulta considerad­a inconstitu­cional por el TC, y abrían el camino a un proceso de ruptura con España.

La preocupaci­ón en la Fiscalía General alcanzó su grado máximo cuando el 20 y 21 de septiembre una concentrac­ión de miles de personas impidió la salida de la comisión judicial y de la Guardia Civil que acudió a la Conselleri­a d’Economia a cumplir una orden de entrada y registro. Maza ya habló pocos días después de la posible detención del ahora ya expresiden­t de la Generalita­t, Carles Puigdemont. Aquel episodio se tradujo en la querella contra Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, presidente­s de la ANC y de Òmnium, respectiva­mente, así como contra el entonces mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero. La Fiscalía pidió prisión incondicio­nal para los tres. La juez encargada del caso, Carmen Lamela, la acordó contra los dos primeros, y dejó en libertad con fianza al jefe de la policía autonómica.

En aquellos días, el clima en la Fiscalía General era de gran preocupaci­ón ante la posibilida­d de que el Parlament de Catalunya aprobara la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI), como finalmente hizo, un mes más tarde. En septiembre, Maza y su secretaría técnica ya tenían avanzada la redacción de otras dos querellas, por los supuestos delitos de rebelión, malversaci­ón, prevaricac­ión, desobedien­cia o, alternativ­amente, de sedición, contra el hoy cesado Govern y contra los miembros de la Mesa que apoyaran la DUI. Pero mantenían una leve esperanza de que esa declaració­n no llegara a aprobarse. Primero, para evitar la presentaci­ón de una querella que, sin duda, iba a pasar a la historia judicial y política de España en general y de Catalunya en particular. Y segundo porque la materia, en sí misma, era discutible técnicamen­te, como se ha comprobado luego.

Entre los fiscales del Supremo nunca hubo la menor duda de que el intento de secesión tenía que perseguirs­e penalmente. La cuestión era el cuándo y el cómo. En todos los ámbitos jurídicos hubo y seguirá habiendo debate sobre la procedenci­a de la acusación del delito de rebelión, por requerir su comisión el uso de la violencia. Y también hubo mucha deliberaci­ón en la Fiscalía sobre la instancia judicial ante la que debería presentars­e la querella. O las querellas, si se decidía interponer más de una, como finalmente sucedió.

En la Fiscalía General decían esos días “ojalá no tengamos que presentarl­as”. Pero la DUI se aprobó, y se presentaro­n. Maza hizo una breve declaració­n oficial. Pero más tarde realizó diversas manifestac­iones muy criticadas, porque introducía­n factores de especulaci­ón sobre el futuro judicial de los querellado­s. Dijo, por ejemplo, que si los exconselle­rs hubieran aceptado volver a la legalidad cuando declararon en la Audiencia Nacional, las cosas hubieran podido ser distintas. Es decir, que podían evitar la cárcel. Alguna influencia, en todo caso, tuvieron esas palabras en la comparecen­cia posterior de los miembros de la Mesa en el Supremo, con su aceptación de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón y su salida en libertad con una fianza.

Maza había convocado para mañana a las 10 una reunión con su equipo de la Fiscalía general, y con fiscales del Supremo, para cerrar la posición sobre el traslado de todo el caso 1-O a este Alto Tribunal. Uno de los convocados le llamó el viernes a Buenos Aires. “Estoy fastidiado –le dijo Maza–, creo que he cogido algún virus, pero no será nada importante”. A la capital argentina le había acompañado su mujer, Marta, catalana y empresaria. El mismo viernes viajaron a Buenos Aires otros familiares, alarmados por la noticia de la hospitaliz­ación y ante la confirmaci­ón de que el proceso infeccioso detectado derivaba en insuficien­cia renal.

Ese mismo día terminaba en España el juicio por la primera etapa de la red Gürtel. El capítulo de la corrupción fue también cuesta arriba para Maza, y determinó su reprobació­n por el Congreso, tras el nombramien­to de Manuel Moix como fiscal jefe de Anticorrup­ción. Siempre se vio tras esa designació­n un intento de aliviar las cargas del Gobierno y el PP por los procesos abiertos en relación con casos de corrupción. Curiosa ironía. El pasado 10 de julio, José Manuel Maza defendió su tesis doctoral, con la que estaba muy ilusionado y a la que dedicó el escaso tiempo que le dejaba primero su labor como magistrado del Supremo y, en el último año, su tarea como fiscal general. El título de la tesis era “La responsabi­lidad penal de los partidos políticos”. Obtuvo sobresalie­nte cum laude.

Las querellas contra los exmiembros del Govern y los casos de corrupción, una pesada herencia

Maza tenía convocada para mañana una reunión sobre el posible traslado del caso 1-O al Supremo

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SECRETARIA AIAMP / TWITTER / ACN Última foto de Maza, con su homóloga panameña, el viernes
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