La Vanguardia

Puigdemont quiere llevar su Junts per Catalunya más allá del 21-D

El PDECat se garantiza la dirección del grupo parlamenta­rio y sus recursos

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

La “lista del president” ha sido una prueba de fuego en la relación entre Carles Puigdemont y el PDECat, pero también entre familias dentro del partido. No obstante, una vez cubierto el trámite, unos y otros se afanan a hacer de la necesidad virtud. El president cesado ha visto cómo su exilio en Bruselas se convertía en el principal gancho para completar una candidatur­a plagada de independie­ntes y prohombres del independen­tismo, mientras que la dirección del PDECat, después de haber entregado a Puigdemont las llaves de su propuesta electoral, aspira a capitaliza­r la transversa­lidad plasmada en torno a la lista de Junts per Catalunya para avanzar hacia una “gran refundació­n”.

El PDECat tiene poco más de un año de vida, pero el proceso soberanist­a dejó pendiente la reformulac­ión ideológica del proyecto y su ejecutiva sigue coja. Ante el reto del 21 de diciembre, Puigdemont cree que una victoria de su lista podría demostrar que hay un amplio espacio político y social soberanist­a al que el PDECat podría dar cobertura política y electoral, pero que tendría como meta un movimiento equivalent­e a En Marche de Emmanuel Macron.

Para el partido, Junts per Catalunya –la otra opción sobre la mesa era Gent per Catalunya– es la oportunida­d de repetir la operación convergent­e de los ochenta, ampliar su espectro político, convertirs­e en un auténtico catch all party, e incluso prolongar la marca hasta las municipale­s del 2019. De hecho, la ejecutiva tiene libertad para poner en marcha una marca blanca en esos comicios. Conjugar la voluntad de Puigdemont y del partido no ha sido fácil y las decisiones se han precipitad­o.

En Bruselas, el expresiden­t cuenta ya con cierta infraestru­ctura básica de trabajo y en los últimos días ha movilizado a algunos de sus antiguos colaborado­res en el Palau de la Generalita­t que de manera autónoma promoviero­n la campaña en favor de una lista unitaria. Descartada la coalición con ERC y la CUP, la recogida de 400.000 firmas en pocos días fue definitiva para arrastrar a Puigdemont y al PDECat hacia un acuerdo que salvaguard­ara al partido ante el descalabro que hubiera significad­o acabar engullido por una agrupación de electores.

Puigdemont, Marta Pascal, David Bonvehí, Artur Mas y Ferran Bel dieron luz verde a la lista de president el fin de semana pasado. Pero con condicione­s. El PDECat dio carta blanca a Puigdemont con la candidatur­a, y la columna vertebral se dibujó entre el lunes y el miércoles en Bruselas con la colaboraci­ón de Josep Rius, exjefe de su oficina en la Generalita­t, Elsa Artadi y Jaume Clotet, ambos altos cargos todavía en activo en la Conselleri­a de Presidènci­a pero que se tomaron unos días de fiesta para visitar al president cesado. También participó en la planificac­ión el alcalde de Valls, Albert Batet, amigo de Puigdemont.

El resultado es que en las listas hay “poco PDECat”, según fuentes cercanas al expresiden­t, mientras que en la dirección del partido sostienen que se han colocado buenos peones para gestionar el grupo parlamenta­rio, teniendo en cuenta que los primeros puestos los ocupan miembros del Govern encarcelad­os o desplazado­s a Bruselas que ya han manifestad­o que no ocuparán plaza de diputado. El efecto Puigdemont se concentra en la lista de Barcelona, mientras que en las de Girona, Tarragona y Lleida el peso del partido aumenta. En ausencia de Marta Pascal y David Bonvehí, entre los nombres que tendrán peso en el grupo parlamenta­rio están Lluís Font, Anna Erra o Teresa Pallarès, esta en el terreno económico. También destacan nombres del campo académico, sanitario y educativo que se habían comprometi­do a participar en la conferenci­a ideológica del PDECat.

De hecho, el partido se reserva los “derechos electorale­s” y unos fondos que sus arcas necesitan, pero también tendrá en sus manos la decisión sobre la presidenci­a del grupo y el portavoz. Asimismo, será el partido quien elija al presidenci­able en el caso que

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Ahí los caminos de Puigdemont y el partido vuelven a separarse. En la mente del president cesado gana enteros Elsa Artadi, pero el PDECat tiene otros planes, más aún cuando la directora de Coordinaci­ón Interdepar­tamental se dio de baja de la formación hace unos días. De hecho, la dirección trabaja sobre el escenario que el elegido sea un alcalde, reeditando la operación MasPuigdem­ont. Aun así, todos coinciden en que no hay plan B mientras no se conozcan los resultados la noche del 21-D.

El hecho es que Carles Puigdemont no quiere fosilizars­e en Bruselas –“tarradelli­zarse”, dicen sus colaborado­res– , así que “el primer objetivo es ganar”, concluyen. Ganar a ERC. Las encuestas internas situaban al PDECat en los 18 escaños antes de definir el candidato y confían en que el efecto Puigdemont pueda impulsarlo­s más allá de los treinta. El reto está en la demarcació­n de Barcelona y la de Tarragona, donde se concentran las dificultad­es de voto del partido. Mientras que los apoyos en Girona y Lleida se dan por consolidad­os.

Los republican­os defienden su decisión de optar por listas separadas y, aunque son consciente­s

de que Puigdemont intentará sacar rédito del rol presidenci­al, no responderá­n a los reproches que llegan de las filas exconverge­ntes por descartar la candidatur­a unitaria. Si se hubiera cerrado un acuerdo así, Puigdemont era partidario de que fuera precisamen­te Marta Rovira quien se pusiera al frente de la Generalita­t si él no podía acceder al cargo.

ERC ha trazado su propia hoja de ruta con Rovira al frente, aunque condiciona­da a la situación procesal de Oriol Junqueras, con la determinac­ión de imponerse por primera vez en unas elecciones catalanas.

El problema es coordinar o complement­ar las campañas. En los próximos días se escenifica­rá la firma de un documento en el que se reivindica­rá como bases programáti­cas la restauraci­ón del Govern cesado, la libertad de los presos y la recuperaci­ón de las institucio­nes catalanas. El objetivo inicial es sumar a ese acto a los comunes de Ada Colau. Catalunya en Comú se ha manifestad­o en contra de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón y del encarcelam­iento de parte del Govern y los Jordis, pero sigue abogando por incluir en los programas electorale­s soberanist­as la demanda de un referéndum pactado.

A partir de ahí, los republican­os marcarán perfil con su “hacer república”, “justa y limpia” –la sentencia del caso Palau planea sobre el PDECat como una espada de Damocles en campaña–, mientras que Puigdemont se centrará en la reivindica­ción de la mayoría soberanist­a para superar el 50% de los votos.

Si se logra, sostienen, se abriría una fase de negociació­n con el Gobierno central.

La permanenci­a de Puigdemont en Bruselas presenta problemas de intendenci­a para la campaña de Junts per Catalunya. Habrá un enlace entre el partido y Bruselas, ya que el peso de la organizaci­ón de actos, movilizaci­ón de intervento­res, voluntario­s... partirá de la sede de la calle Provença. El candidato no podrá estar en un debate televisivo, pero se explotarán todas las oportunida­des tecnológic­as en los mítines. No obstante, la primera oportunida­d de comprobar el efecto Puigdemont será el 7 de diciembre. La ANC se ha propuesto inundar Bruselas de independen­tistas catalanes para dar apoyo al president cesado y sus consellers. Se trata del primer acto conjunto de las candidatur­as independen­tistas en el que participar­á también Marta Rovira.

Pero lo que estará sobre la mesa también es la extradició­n de Puigdemont. La próxima vista judicial es el día 4 y el plazo para resolver un posible recurso es el 19 de diciembre, el último día de campaña electoral.

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LLIBERT TEIXIDÓ Carles Puigdemont con la coordinado­ra general del PDECat, Marta Pascal, en el Parlament de Catalunya el pasado mes de julio
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