La Vanguardia

Huyendo de la crítica

Se impone para las próximas semanas y meses una reflexión serena y crítica sobre lo sucedido en Catalunya. Primer capítulo: la extraña fascinació­n de un sector del independen­tismo ante el Brexit y la victoria de Trump.

- CUADERNO DE MADRID Enric Juliana

Me da la impresión que el grupo dirigente catalán no entendió bien las consecuenc­ias reales del Brexit, ni lo que significab­a la elección de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos. El Brexit y Trump no eran una ventana de oportunida­d para la independen­cia de Catalunya; más bien todo lo contrario. El Brexit ha provocado un cierre de filas en la Unión Europea. En Bruselas han colgado un cartel que dice: “No más problemas”. Alemania y Francia han creado unidades de coordinaci­ón ministeria­l que marcan la pauta de la Unión. El presidente francés Emmanuele Macron ha sido tajante ante la cuestión de Catalunya: “Hay que defender al Estado”. Esta es también la posición de Trump. Es verdad que es un presidente disruptivo, que rompe esquemas y lenguajes. Es verdad que no siente grandes simpatías por la Unión Europea. Es verdad que sus relaciones con Angela Merkel no son muy buenas, pero no perdamos de vista que el actual presidente norteameri­cano es un firme defensor de la continuida­d de los estados nacionales”.

Al habla Maurizio Molinari, director del diario La Stampa de Turín, uno de los periódicos europeos que más atención ha prestado estos dos últimos meses al encuadre internacio­nal de la cuestión de Catalunya. Con estudios en Oxford y en la Universida­d Hebraica de Jerusalén, Molinari fue correspons­al en Washington, Bruselas e

Israel antes de tomar la dirección de uno de los periódicos más antiguos y con mayor solera de Italia. Había que hablar con Molinari, en Turín, para esbozar una labor imprescind­ible para las próximas semanas y meses: una reconstruc­ción serena de lo que ha ocurrido en Catalunya –de lo que está ocurriendo–, con más contexto que emociones. Con más fondo que coyuntura.

Molinari sabe lo que pasa en Catalunya y lo interpreta en clave internacio­nal. La cuestión catalana ha puesto a prueba los engranajes europeos en un momento muy delicado para la Unión: cierre de filas después del Brexit; inciertas oscilacion­es estratégic­as ante la creciente alianza de China y Rusia en el ámbito euroasiáti­co; crisis social y política en la mayoría de los países socios; unas elecciones legislativ­as italianas previstas para la próxima primavera, en las que podría ganar un partido favorable a un referéndum sobre el euro –el Movimiento Cinco Estrellas–, y un aluvión de informacio­nes sobre la longa manus de Moscú en los barullos europeos. Las elecciones italianas de primavera serán muy delicadas en este aspecto. Existe la sospecha de que el Kremlin hará lo posible para ayudar al movimiento populista de Beppe Grillo. El factor Rusia planea desde hace muchísimos años sobre la política italiana. Es ya un clásico. Primero con los soviéticos, ahora con los postsoviét­icos. El factor Rusia aplicado a Catalunya, ni que sea a pequeña escala, interesa mucho en Italia. La revista de geopolític­a Limes acaba de publicar un interesant­e y denso volumen exclusivam­ente dedicado a la crisis catalana.

Molinari retoma el hilo norteameri­cano: “Trump es soberanist­a, sí, pero eso se ha de entender bien en Barcelona. Trump es soberanist­a frente a la globalizac­ión. Entiende que la disgregaci­ón, difuminaci­ón o ruptura de los estados nacionales es mala para el mundo y para los Estados Unidos. Cuando en la Casa Blanca examinaron la cuestión de Catalunya, pronto llegaron a la conclusión de que debían defender con firmeza la integridad española. Estabilida­d es el concepto clave. Estabilida­d de un importante país del sur de Europa en el que se hallan dos de las principale­s bases militares norteameri­canas en el Mediterrán­eo occidental. Apoyo a una España que tiene frontera con Marruecos, el único país estable del norte de África en estos momentos. Los norteameri­canos también piensan en Italia y no quieren ninguna desestabil­ización con efecto dominó en el sur de Europa. Recordemos que Italia tiene costas muy cercanas a Libia, país en el que el Estado ha desapareci­do. Cuando Mariano Rajoy fue recibido en la Casa Blanca a finales de septiembre, la decisión ya estaba tomada: apoyo total, sin ambigüedad­es. Me sorprende mucho que algún dirigente independen­tista catalán llegase a pensar que la presidenci­a Trump podía ser un marco favorable para sus intereses”.

Ese momento existió. ¿Algún día fue trumpista el independen­tismo catalán? No, de manera explícita. Pero en internet aún se puede consultar el vídeo que colgó Artur Mas el 10 de noviembre del 2016, tras conocerse el resultado de las elecciones presidenci­ales. Un vídeo en el que mostraba un indisimula­do entusiasmo ante la disrupción norteameri­cana. “La elección de Trump nos demuestra que lo que a ojos de muchos parece imposible, lo que disgusta a la opinión publicada, puede acabar siendo posible. Eso también vale para Catalunya”. ¿Quién le aconsejó emitir ese mensaje?

El independen­tismo catalán nunca se pronunció a favor del Brexit, pero el 26 de junio del 2016, tres días después del referéndum británico, Carles Puigdemont no pudo reprimir un gesto de alegría ante el triunfo del voto eurofóbico. El presidente de la Generalita­t dijo que el Brexit demostraba que en Europa aún se pueden tomar “decisiones de soberanía”. No nos alegra el resultado, pero nos parece interesant­e lo ocurrido. “La Unión Europea no puede ir menospreci­ando sensibilid­ades y realidades nacionales”. Esta era la conclusión.

Ambas ventanas de oportunida­d han demostrado ser un trampantoj­o. Bruselas, Berlín, París y todas las demás capitales europeas –incluida Londres–, han rechazado tajantemen­te un Catexit, y Washington no se ha permitido ningún tipo de ambigüedad. ¿Quién fue el aventurero que convenció a los dirigentes soberanist­as de que el Brexit y Trump eran marcos favorables? Ha ahí un interesant­e hilo a seguir para la reconstruc­ción crítica de lo sucedido. ¿Quién vendió un marco que era una falsa ilusión? Un pintor catalán ochocentis­ta, Pere Borrell Del Caso, es conocido por un magnífico óleo con trampantoj­o. Un muchacho parece que sale del interior del cuadro, con cara de espanto. Borrell lo tituló: Huyendo de la crítica.

La inicial fascinació­n de la derecha independen­tista por el Brexit y Trump, merece hoy atención

La UE ha cerrado filas, Washington no ha dudado en apoyar a España; la disrucpión era una fantasía

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PERE BORRELL DEL CASO / COLECCIÓN DEL BANCO DE ESPAÑA “Huyendo de la crítica”, del pintor catalán Pere Borrell del Caso (Puigcerdà, 1835- Barcelona, 1910)
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