Buscar a Dios en la calle
El padre Ángel y la hermana Viqui Molins se explican su trabajo con los pobres
Barcelona-Madrid también tiene un puente aéreo a favor de los pobres. Es la relación que han establecido desde hace poco más de un año el padre Ángel García y la hermana teresiana Viqui Molins. Son dos “jóvenes” de ochenta años que se mantienen muy activos. Cada uno desde su capital ha impulsado una parroquia abierta a los pobres.
El padre Ángel, a través de la Fundación Mensajeros de Paz, mantiene abierta 24 horas la iglesia de San Antón de la calle Hortaleza de Madrid. Inspirándose en esta experiencia, Viqui Molins fue uno de los impulsores del Hospital de Campaña de la parroquia de Santa Anna para dar acogida en el centro de Barcelona a personas sin hogar durante una ola de frío. Compartir esta experiencia los ha llevado a una amistad en la distancia que ahora han recogido en el libro Dios en la calle, publicado en catalán y en castellano por editorial Claret. Este semana se ha presentado el libro en Barcelona y Madrid coincidiendo con la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres que el papa Francisco ha convocado para este domingo (véase el artículo en esta página). Después de una misa en la plaza de Sant Pere, este domingo 1.500 pobres de todo el mundo compartirán la comida con Francisco en el Vaticano. El libro también incluye el texto del mensaje del Papa para esta jornada.
Uno de los puntos de coincidencia entre el padre Ángel y Vi- qui Molins es su entusiasmo por el papa Francisco. “No es un hombre de gestos, sino de gestas”, decía el padre Ángel. El papa “está cambiando la Iglesia por su manera de llegar a aquellos que se habían sentido excluidos”.
Dios en la calle es el resultado de un intercambio epistolar que han mantenido los últimos meses Viqui Molins y el padre Ángel. En el acto de Barcelona, conducido por el párroco de Santa Anna, Peio Sánchez, los dos se presentaron con uno bufanda de un intenso rojo revolucionario. Para el padre Ángel, “Viqui es la siguiente madre Teresa de Calcuta, pero un poco más guapa”. Y según Molins, “el Padre Ángel tiene la vocación de Robin Hood, pero no robando para los pobres, sino pidiendo para los pobres”.
En las cartas se explican varias anécdotas que muestran la “rebeldía” del padre Ángel y “el entusiasmo” de Viqui Molins. Formados en el nacionalcatolismo y reformados por la apertura del Concilio Vaticano II y el liderazgo de personajes como el cardenal Tarancón.
Pero el principal punto de encuentro entre sus vivencias es la dedicación a los pobres. Pasar horas con ellos y hablar con ellos. Sobre todo escucharles, que es lo que no hace la gente que los ve en la calle. Que se sienta queridos. “¿Cómo puedo saber que Dios me ama?” es una de las preguntas que más impresionó a Viqui Molins en una de estas conversaciones. Sólo la supo responder con un largo abrazo.
También comparten la vocación religiosa. Y que esta vocación los ha llevado a no tener hijos biológicos para acoger a una gran familia “en el corazón”.
En la conversación para presentar el libro también se coló la situación política catalana. Prudentemente no entraron en el debate y coincidieron en la necesidad de acuerdo entre los que piensan diferente. Molins, que se ha pronunciado más de una vez a favor de la independencia, pidió convivir con las tensiones “con paz interior y con la alegría de estar con todo el mundo”. Asegura que sus ideas políticas “nunca me separarán de las personas”. El padre Ángel explicó que el papel de la Iglesia es “construir un lugar de encuentro para que se entienda la gente”. Y conducir al diálogo “preguntando a los que no se hablan porque no lo hacen”.
Los dos autores han destinado los beneficios del libro a las dos obras sociales que lideran en Barcelona y en Madrid.