Mil veces oído
El álbum The thrill of it all es uno de los ejercicios líricos más autoindulgentes de los últimos tiempos en la escena del, digamos, pop de consumo con nivel, tal es su recreación delas miserias del amor. Una decena de canciones que se recrean sin pausa en la pena, la autocompasión, el como sufro sin remisión, y que acaba convirtiendo esta esperada nueva obra sonora en un interminable lamento literario, lacrimógeno y sentimentaloide, sobre los a veces dolorosos vericuetos del amor.
De la misma manera que en el terreno temático/lírico el cantante londinense no ha descubierto nada nuevo, en las lides musicales tampoco ha erigido nada que se caracterice por su originalidad o, como mínimo, por su énfasis. El álbum es un agradable cúmulo de piezas que abrevan de forma simple, convencional y a menudo vintage en el gospel, el soul y el r&b, mientras que la manera de vestir la sin duda atractiva voz de Smith es un piano y una sección de cuerda, a las que se suman solo ocasionalmente algunos efectos de hip hop. Toda una disposición a nivel de arreglos y producción para enfatizar al máximo las cualidades vocales del protagonista, cuya manera de cantar, por otra parte, no tiene por qué agradar a la muchedumbre. A no todos les tiene por qué subyugar esa manera suya de pasar de notas altas a notas bajas sin perder el tono, y sí a muchos puede irritar un virtuosismo técnico que incide sin compasión en la emotividad del oyente, apelando a su vulnerabilidad y sensibilidad una y otra vez.