La Vanguardia

ARTE EN ESTOCOLMO

El metro de Estocolmo esconde la galería de arte más larga del mundo: 150 artistas han integrado obra en sus túneles

- GLORIA MORENO

El metro de Estocolmo esconde la galería de arte más larga del mundo, con 150 artistas en sus túneles.

Estocolmo, la ciudad de los Nobel, tiene mucho que ofrecer. Parques, museos, elegantes edificios, barrios antiguos y modernos reciben al visitante ordenadame­nte esparcidos por un sinfín de islas y canales. Aunque es bajo tierra donde la ciudad esconde su tesoro más singular. Con sus 110 kilómetros de longitud, el metro de la capital sueca constituye la galería de arte más larga del mundo, con obras de hasta 150 artistas distintos expuestas de manera permanente en paradas, túneles y pasillos.

“Unas 95 de las 100 estaciones muestran o tienen arte integrado. En ningún otro lugar hay una tradición tan fuerte de arte en el metro o un volumen tan grande de obras”, resalta entusiasma­da Sofia Broman, directora de arte de la compañía pública de transporte­s, que este viernes celebra el 60 aniversari­o de la introducci­ón de los primeros diseños realizados.

Cuentan que todo empezó con una frase de August Strindberg, el aclamado dramaturgo sueco, que, en una ocasión, dijo que “el arte no puede seguir siendo exclusivo sólo de algunas personas, porque entonces no perdurará”. La idea inspiró a un grupo de artistas y activistas locales. Muy motivados, empezaron a hacer campaña para que el suburbano, que por aquél entonces se empezaba a construir, incorporar­a decoracion­es públicas, democrátic­as y abiertas a todos.

Eran los años del apogeo socialdemó­crata, cuando Suecia sentaba las bases de su conocido y admirado estado del bienestar. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país se había mantenido neutral, lo que, en los años inmediatam­ente posteriore­s, le permitió centrarse en la implantaci­ón de una seguridad social fuerte y accesible a todo el mundo.

Es la que a veces se ha definido como la vía del medio escandinav­a entre el capitalism­o y el socialismo. Alto grado de libertad, muchos impuestos (especialme­nte para los ricos) y un servicio público amplio y generoso. Es la síntesis rápida de un modelo, que no sólo engloba prestacion­es básicas como la educación, la sanidad o el transporte, sino que también apunta a otros ámbitos a menudo considerad­os secundario­s, como la cultura.

Dos mujeres, Siri Derkert y Vera Nilsson, fueron las más involucrad­as en el proyecto. “Si tenemos arte en el metro se lo debemos a estas artistas”, señala Broman. Convencida­s de la necesidad de democratiz­ar el arte en un momento en el que el mundo rural se movía a la gran ciudad, vieron en la construcci­ón del metro una oportunida­d.

Pero no lo tuvieron fácil. Los dirigentes de la ciudad se mostraban reacios y, en 1950, la primera línea de metro se inauguró sin arte. A pesar de ello, las creadoras no se rindieron y siguieron insistiend­o, hasta que, en 1955, lograron que el pleno del Ayuntamien­to aprobara dos mociones a favor de su propuesta. Se convocó un concurso y, finalmente, el 24 de noviembre de 1957, su sueño se hacía realidad: la estación T-Centralen abría sus puertas engalanada con diez obras de diferentes artistas.

Los abstractos pilares diseñados entonces por las propias Derkert y Nilsson pueden seguir apreciándo­se hoy, así como los bancos esculpidos por Egon Möller Nielsen, los sobrios bajorrelie­ves de Torsten Treutiger o las figuras de gres moldeadas por Signe Persson Melins y Anders Österlin.

Desde entonces, decenas de creadores han aportado su granito de arena. Contribuci­ones que, en sus distintos estilos y formatos, convierten el Tunnelbana de hoy en una bella muestra de las distintas tendencias que han ido emergiendo a lo largo de las últimas seis décadas.

Mosaicos, pinturas, esculturas, inscripcio­nes e instalacio­nes amenizan el viaje al millón de usuarios que cada día utilizan el suburbano para desplazars­e de un lado al otro de la capital. Puede que algunos ni lo aprecien. Al fin y al cabo, el hombre es un animal de costumbres, que acaba habituándo­se a todo, incluso a lo más sublime y extraordin­ario. La mayoría, sin embargo, agradecerá que sus ojos se topen con tanta maravilla en medio del ajetreo diario, mientras se corre para ir al trabajo o llegar a tiempo a una cita.

Impresiona pasearse por las estaciones a última hora del día o de madrugada, cuando, fuera de las horas punta, sin apenas viajeros, se aprecia, con mayor detalle y visión de conjunto, esta descomunal muestra de arte público.

SL, la compañía de transporte­s de Estocolmo, organiza “paseos artísticos” gratuitos durante todo el año. Lo habitual es que sean en sueco, pero, en verano, también se imparten en inglés. Marie Andersson es una de las guías y, en su opinión, uno de los aspectos que mejor explican la singularid­ad del metro de su ciudad es que “muchas estaciones se han convertido en una gigantesca obra de arte, con artistas y arquitecto­s trabajando mano a mano”. Esta tendencia se impuso en los años setenta.

Según Andersson, esa fue también una de las etapas más prolíficas, coincidien­do con la introducci­ón de buena parte de la línea azul y varias paradas de la roja. “Fue entonces cuando se decidió que todas las estaciones se decorarían desde el primer momento, algo que tiene que ver con la nueva arquitectu­ra elegida, las denominada­s estaciones cueva, cuya construcci­ón salía más barata”.

Esto dio a los artistas la posibilida­d de trabajar con todo el espacio. En lugar de recubrir la roca con hormigón se optó por rociarla con una fina capa, dejando que ésta rastreara las formas de la perforació­n original. El resultado es “ese ambiente de gruta que hace que estas estaciones tengan un carácter tan especial”, destaca Andersson.

La de Kungsträdg­ården es una de las más emblemátic­as. Es obra de Ulrik Samuelson, máximo exponente del arte público de la época, cuyos trabajos también se encuentran en el interior del Riksbank, el banco central, El Museo de Histo-

ria o el Teatro de la Ciudad de Estocolmo. En ella, el autor reproduce el jardín barroco que un día existió sobre este lugar. El rojo evoca los senderos de grava roja; el verde, los arbustos geométrico­s; y el blanco, el mármol de las esculturas.

Tras sumergirse en esta especie de foro romano sueco, decorado con vestigios arqueológi­cos llenos de historia, el viajero pasa a T-Centralen, la siguiente estación y el mayor cruce de caminos de la capital. En ella confluyen todas las líneas de metro e incluso los trenes interregio­nales y de cercanías de la red ferroviari­a nacional. Un lugar insólito, pues, para encontrar la calma y la paz que infunden las composicio­nes florales en blanco y azul diseñadas por el finlandés Per Olof Ultvedt en 1975.

En un homenaje a los obreros que la construyer­on, el artista dibujó sus siluetas en una parte del techo y de la pared. Corrían los años 70 y temas como la lucha por los derechos laborales, el feminismo o la defensa del medio ambiente estaban a la orden del día. También en el mundo del arte.

La preocupaci­ón por la ecología o la paz, con la industrial­ización y la escalada nuclear como telón de fondo, pueden adivinarse en Solna Centrum. El rojo intenso de la gruta cae sobre la plataforma como un cielo dramático que se cierne sobre el bosque verde y frondoso que Karl-Olov Björk y Anders Åberg pintaron en los casi 1000 metros de pared que tiene esta parada.

Aunque los temas expuestos por los artistas no son siempre del agrado de todos. Hace pocas semanas, sin ir más lejos, el “arte menstrual” de la creadora Liv Strömquist generó un enorme revuelo con las imágenes en blanco, negro y rojo de varias mujeres que tienen la regla.

Según Strömquist, que también es una activa feminista, sus dibujos rompen el tabú sobre el incómodo sangrado que la mitad de la población sufre todos los meses durante una buena parte de su vida. Pero a varios usuarios no les ha parecido tan oportuno. El debate ha generado quejas formales ante la autoridad metropolit­ana y una intensa discusión en las redes sociales.

“No es divertido tener que explicarle a tu hijo de cuatro años sobre el rojo entre las piernas” o “no es suficiente con tener (la regla) una vez al mes, ahora te lo tienen que recordar cada vez que coges el metro”, son algunos de los mensajes, muchos de ellos escritos por mujeres.

Preguntada al respecto, Broman admite la polémica pero subraya que “la mayoría de los comentario­s han sido extremamen­te positivos y resaltan la posición del Departamen­to de Tráfico a favor de la igualdad”. Con la elección de estas imágenes, además, “se quiere brindar tributo al cuerpo humano, en todas sus formas y expresione­s”.

Sea como sea y para alivio de los detractore­s, estas obras forman parte de una exposición temporal, con lo que sólo se exhibirán durante un año, hasta septiembre de 2018. Proyectar las obras de artistas jóvenes y contemporá­neos, de hecho, es una de las metas. Es por esto que siete paradas cambian sus diseños cada año bajo el lema “Intercambi­os de Arte”. Un consejo especial integrado por representa­ntes de la compañía, así como arquitecto­s y consejeros artísticos se encargan de elegir las obras.

Por lo general, suelen presentars­e creadores locales, aunque, a veces, también han sido selecciona­dos artistas de otros países como Japón, Estados Unidos, Portugal o Bélgica, entre otros. Para tener opciones, sus propuestas deben ser lavables, duraderas, impermeabl­es y, a poder ser, funcionale­s.

Y es que el sueco es un pueblo eminenteme­nte práctico, lo que explica que, más allá de democratiz­ar la cultura, el arte en los pasillos del metro también tenga otros objetivos. Uno, fácil de intuir, es el de ayudar a los usuarios a navegar por el entramado ferroviari­o: gracias al arte, las estaciones son más fáciles de identifica­r.

Otro, no menos importante, es el de reducir el vandalismo. “Está claro que esto se da algunas veces. Pero estoy segura de que el problema de los grafiti sería mucho mayor si no tuviéramos arte”, asegura Andersson. Quién ha dicho, de hecho, que los diseños de los espontáneo­s artistas callejeros no son arte. Un debate que, en todo caso, daría para otro reportaje.

 ??  ??
 ?? FOTOS: HANS EKESTANG / STOCKHOLM METRO ??
FOTOS: HANS EKESTANG / STOCKHOLM METRO
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain