La Vanguardia

Nueva oportunida­d

- Enric Sierra

La expulsión del PSC del gobierno de Barcelona ha encendido todas las alarmas en los sectores económicos de la ciudad porque temen que se reproduzca el ambiente de confrontac­ión con el Ayuntamien­to que vivieron durante el primer año del mandato de los Comunes. La entrada de los socialista­s fue un bálsamo que calmó esta tensa relación, propició un clima de mayor confianza entre el Consistori­o y las entidades económicas de Barcelona, y ayudó a digerir mejor algunas crisis como la aprobación del plan de restricció­n de hoteles, los episodios de turismofob­ia o la tardanza en resolver conflictos enquistado­s como el de la regulación de las terrazas de bares y restaurant­es.

No obstante, los representa­ntes económicos perciben ahora un cambio de actitud por parte de la alcaldesa Ada Colau y de sus concejales. La beligeranc­ia que sufrieron cuando BComú accedió al gobierno municipal ha desapareci­do. Las formas son otras y el fondo se discute de manera más sensata y con mayor conocimien­to de causa. ¿Qué ha pasado? Los Comunes han aprendido que la ciudad es compleja y que “sin complicida­des ni consensos no se avanza”, según reconoció Colau el viernes ante una amplia representa­ción del comercio y del turismo de Barcelona. “¡Cómo han cambiado estos Comunes!”, me comentó uno de estos representa­ntes que participab­a en el debate sobre el éxito de la colaboraci­ón público-privada organizado por Barcelona Oberta. Era la tercera vez que se realizaba este encuentro y la alcaldesa nunca había asistido hasta este año. Su presencia es una señal significat­iva que ha agradado al mundo económico.

Hay un cambio, sí. Colau sabe que le queda año y medio de mandato y, si quiere volver a ganar las elecciones, necesita resolver los frentes abiertos y evitar nuevos incendios políticos en unos meses que gobernará con una precaria minoría que le impedirá abordar grandes asuntos. La alcaldesa reconoce que los socialista­s han hecho un buen trabajo y quiere aprovechar los puentes reconstrui­dos por sus exsocios de gobierno para afianzar su liderazgo. Tanto es así que los primeros mensajes de Colau y de su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, después de romper el pacto con el PSC fueron un guiño “a los empresario­s de pequeñas y medias empresas y a los autónomos”. La alcaldesa sabe que puede recoger el fruto sembrado por los socialista­s y presentars­e como interlocut­ora válida en este campo. ¿Los comunes sabrán aprovechar esta segunda oportunida­d que les brinda la ruptura del pacto de gobierno? Colau lo intentará con su defensa incondicio­nal del Mobile, su determinac­ión a hacer concesione­s para resolver el conflicto de las terrazas de una vez por todas (habrá novedades positivas los próximos días) e incluso es más que probable que apoye una campaña de promoción de Barcelona o que se avenga a revisar el plan estratégic­o de turismo pocos meses después de ser acusada de tolerar el discurso turismofób­ico que emergía en la ciudad. Sí señor, ¡cómo han cambiado! Sólo falta que Barcelona gane hoy la sede de la Agencia Europea del Medicament­o. Sería una excelente noticia para todos.

El sector económico percibe un cambio positivo en la tensa relación que habían mantenido con Colau

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