Isabel y Felipe, amor de titanio
La reina de Inglaterra y el duque de Edimburgo celebran hoy el 70.º aniversario de su bodo
Si damos verosimilitud al guion de la serie The crown , el príncipe Felipe de Edimburgo lo pasó mal en sus primeros años de matrimonio. Su suegro, el rey Jorge VI, le tuvo que leer la cartilla y recordarle que su trabajo era cuidar y apoyar a su esposa, Isabel, cuando se quejó por la frustración de no poder seguir su carrera en la Marina . También tuvo que tragar con que sus hijos no llevaran su apellido inglés, Mountbatten (que adoptó al adquirir la nacionalidad británica), sino el materno, Windsor. En esta segunda cesión, más que Felipe se enfadó su tío Lord Luis Mountbatten, auténtico hacedor del matrimonio entre su sobrino y la princesa Isabel, heredera al trono británico.
Aquel joven apuesto oficial de la Marina británica y la prudente y enamorada princesa se casaron el 20 de noviembre de 1947 cuando tenían 26 y 21 años, respectivamente. Hoy, setenta años después, celebran sus bodas de titanio y siguen caminando juntos, aunque él siempre lo haga dos pasos por detrás de su esposa. La reina Isabel, dispuesta a batir todos los récords de la realeza, ya supera en más de un año el reinado de la reina Victoria, que ostentó la corona 63 años, 7 meses y 2 días, y su matrimonio con Felipe ha durado, de momento, trece años más que el de su antepasado Jorge III, que estuvo casado 57 años con Carlota de Mecklenburg-Strelitz. Su propia vida es de récord, porque, de momento, Isabel II de Inglaterra es la única soberana que ha cumplido 91 años en el trono. La vida de la reina de Inglaterra se escribe en referencia a tres hombres: su tío Eduardo VIII, que abdicó al año de ser proclamado para casarse con Wallis Simpson; su padre, Jorge VI, muerto prematuramente a los 56 años por un cáncer de estómago, y
La heredera al trono británico y su novio, oficial de la Marina, se casaron el 20 de noviembre de 1947
su marido, el apuesto, ambicioso y pobre príncipe Felipe Mountbatten (hijo de Andrés de Grecia y de Alicia de Battenberg). La renuncia de su tío la convirtió en princesa heredera; el temprano fallecimiento de su padre, en una reina muy joven, y la elección de su marido, en una mujer que acabó por dar valor a la lealtad, por encima de la fidelidad.
El matrimonio de Isabel y Felipe fue por amor, sobre toda de ella a él, pero nadie puede dudar setenta años después de la entrega y dedicación del ahora anciano príncipe. Algo frívolo en su juventud, a menudo bocazas en su madurez y de una absoluta dignidad en su vejez, de los tres consortes reales europeos del siglo XX, Felipe de Edimburgo es el que ha dado más la talla. Claus von Amsberg, marido de la reina Beatriz de Holanda, permanentemente deprimido, estuvo casi siempre ausente en los actos oficiales y Enrique de Montpezat, casado con la reina Margarita de Dinamarca, vive permanentemente enfadado por no haber recibido el título de rey, celoso del papel de su mujer y del de su propio hijo.
Felipe de Edimburgo, jubilado de la vida pública desde octubre, se ha ido adaptando a las circunstancias y por más amantes que se le atribuyan y más conflictos paterno-filiales que se le asignen, puede presumir de no haber puesto nunca en riesgo el papel institucional de su esposa, ni haber perjudicado a la corona británica. Si es verdad que su suegro le llamó al orden cuando aún estaba recién casado, no hay duda de que ha cumplido todas las instrucciones que le dio. Su vida ha sido suficientemente larga como para permitírsele algún fallo, pero ahí sigue, con 96 años cumplidos, orgulloso y tieso como un olmo junto a la ribera.
Esta noche, el matrimonio reunirá en el castillo de Windsor a sus cuatro hijos, Carlos, Ana, Andrés y Eduardo; a sus hijos políticos, Camila Parker, Tim Laurence y Sofía Rys-Jones; a sus ocho nietos y a sus cinco bisnietos. También acudirán otros familiares y amigos a celebrar las bodas de titanio de Isabel y Felipe. La casa real británica ha hecho pública una foto de la pareja con motivo de sus bodas de titanio: Isabel, con vestido blanco y Felipe haciendo gala de su porte y su legendaria elegancia. En la foto de boda se miraban el uno al otro, setenta años después miran al frente.
El matrimonio reunirá a sus cuatro hijos, sus ocho nietos y sus cuatro bisnietos en una cena en el castillo de Windsor