La Vanguardia

La otra guitarra de AC/DC

MALCOLM YOUNG (1953-2017)

- Músico británico australia no PABLO CUBÍ

Sin duda la repercusió­n hubiera sido mayor de haber muerto su hermano Angus, la icónica figura de colegial de AC/DC. Sin embargo, ningún fan del grupo negará el golpe a la línea de flotación que supone la desaparici­ón el sábado de esa segunda y poderosa guitarra que era Malcom Young, coautor además de todos los temas de la banda.

AC/DC podría seguir, como siguieron tras la muerte de su primer cantante, Bon Scott, pero no será lo mismo. De hecho, en el último disco, Rock or bust,

del 2014, Malcolm ya estaba enfermo y se nota. Un disco menor, muy corto, que dejaba en evidencia que la creativida­d del grupo se había quedado coja. Entonces se hizo público que padecía demencia y que se retiraba definitiva­mente.

“Como su hermano, es difícil expresar con palabras lo que ha significad­o para mí durante toda mi vida –escribía Angus–. El vínculo que teníamos era único y muy especial. Deja tras de sí un enorme legado que vivirá para siempre.”

Malcolm nació en Glasgow, pero a los diez años su familia se trasladó a Australia. Tenía veinte años, en 1973, cuando decidió fundar con su hermano pequeño Angus, de 18, AC/DC. Otro hermano mayor, George, se encargaría de la producción. Así surgió una de las bandas pioneras del heavy metal, que no dejaba de ser una excelente mezcla acelerada de blues y rock.

Con una fama creciente y seis discos en el mercado, el tándem Angus-Malcolm, acompañado en las letras por Bon Scott, crearon una de las canciones clásicas de toda la historia del rock, High way to hell.

Los dos hermanos Young componían cada uno por su lado. Luego se juntaban en una habitación, escogían las mejores canciones y las pulían. Ya en el estudio, tocaban los acordes de guitarra a los demás miembros “y todo fluía”, como recordaba Angus.

La muerte en 1980 de Scott, por un exceso de alcohol, parecía presagiar el fin de AC/DC, justo cuando estaban en la cumbre. Sin embargo su siguiente disco Back in black despejó toda duda. Fue uno de sus mejores trabajos y permitió que el sustituto de Scott, el británico Brian Johnson se estrenara con nota. Además del tema homónimo, ese disco tenía algunos de los hoy clásicos de la banda como Hells bells y You shook me all night long.

La carrera del grupo tuvo altibajos, sobre todo en la década de los noventa, donde el heavy metal perdió fuelle, pero sus discos siempre mantuviero­n una buena legión de fans. Han llegado a vender más de 200 millones a lo largo de su carrera. Y lejos de perder vena creativa, el último en el que participó plenamente Malcolm, Black ice, del 2008, es uno de los mejores de la banda. Les devolvió al número uno de las listas y sirvió para realizar una gira mundial que pasó dos veces por Barcelona: después de llenar el Sant Jordi, volvieron meses más tarde para llenar el estadio de Montjuïc.

La última etapa de la banda ha sido un sinfín de calamidade­s. Además de la enfermedad de Malcolm, el batería Phil Rudd, con innumerabl­es problemas de drogas, acabó en la cárcel por una amenaza de muerte, y el cantante Johnson, tuvo que dejar las actuacione­s por problemas de oído –le sustituyó de urgencia Axl Rose–.

Se da la circunstan­cia de que el mayor de los Young, George, que se encargó de la producción de los primeros discos, murió este octubre. Con todo Angus siempre se había mostrado decidido a seguir con el grupo. Se verá. “Como guitarrist­a y compositor era un perfeccion­ista y un hombre único”, recordaba en la web del grupo. Su lealtad a los fans fue insuperabl­e. Malcolm, trabajo bien hecho”.

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FIN COSTELLO / GETTY

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