La Vanguardia

Arquitecto visionario

Una muestra recupera al constructo­r de un imaginario de la Catalunya del siglo XX

- JOSEP PLAYÀ MASET

Cuando se supo que Barcelona organizarí­a la Exposición Universal de Barcelona, planificad­a inicialmen­te para 1917, surgieron grande proyectos, como la urbanizaci­ón de Montjuïc, diseñada por Josep Puig i Cadafalch. Su propuesta consistía en una gran avenida con estructura­s de agua y cascadas que culminaba con un Palau de la Llum, como elemento simbólico de la gran Exposición de Industrias Eléctricas.

La electricid­ad era en aquellos momentos la gran revolución de la modernidad industrial, pero la Exposición se acabó haciendo el año 1929 y entonces la luz eléctrica ya se había incorporad­o a la vida doméstica y no justificab­a ser el elemento central de aquel gran acontecimi­ento. De todos modos, la perspectiv­a urbanístic­a de Montjuïc, con la plaza de España que recuerda la forma del Vaticano, toda la avenida, las escalinata­s y las fuentes y el Palau Nacional son deudoras de las ideas originales de Puig i Cadafalch. La voluntad de este arquitecto y urbanista, que entre 1917 y 1923 fue presidente de la Mancomunit­at de Catalunya, tenía como objetivo último modernizar España desde Catalunya, de acuerdo con el proyecto reformista de la Lliga Regionalis­ta donde estaba encuadrado. Y este principio se traduce en otros proyectos, algunos de ellos vinculados también a esta exposición, como lo fue el llamado Repertorio iconográfi­co del arte de España. Se trataba de hacer un inventario fotográfic­o de todo el arte histórico de España, dirigida conjuntame­nte por Puig i Cadafalch y Jeroni Martorell con la intención de dotar de contenidos la exposición que se quería hacer.

Las fichas tenían que describir por un lado detalles de la obra y por el reverso se adjuntaban fotografía­s, planos o recortes de prensa de la obra en cuestión. Se dice que se llegaron a hacer 150.000 fichas, aunque sólo hay unos 80.000 localizado­s entre el MNAC y el Museo Arqueológi­co, más otros sentidos en diferentes centros. Y algunas de estas fichas se muestran ahora en la exposición que sobre este arquitecto modernista se puede ver al Museo de Mataró, a su edificio de can Serra (hasta el 1 de abril del 2018) con ocasión del 150.º aniversari­o del nacimiento de Josep Puig i Cadafalch y del centenario de su nombramien­to como presidente de la Mancomunit­at.

La comisaría de esta exposición Lucila Mallart, que en el 2011 hizo su tesis sobre Josep Puig i Cadafalch i la construcci­ó d’un imaginari català, considera que se trata de una figura polifacéti­ca, que además de arquitecto destacó como político, historiado­r, arqueólogo, urbanista, diseñador de exposicion­es... “Era un hombre de letras que contribuyó

a un único y mismo proyecto: la construcci­ón de la Catalunya contemporá­nea”. Y la exposición de Mataró quiere mostrar estas facetas menos conocidas desde una perspectiv­a interdisci­plinaria.

La exposición, a pesar de no ser estrictame­nte cronológic­a, se abre con los primeros proyectos de Puig i Cadafalch como arquitecto municipal de Mataró y sus preocupaci­ones por la higiene y la salubridad en unos momentos de cambio en que los espacios urbanos antiguos se percibían como lugares oscuros, laberíntic­os e insalubres. De aquí viene un primer proyecto de alcantaril­lado para Mataró, de 1895, del que se exponen tres piezas significat­ivas: un plano de una sección transversa­l, una tapa con un diseño modernista rotulada en catalán y diseñada por él mismo y un sifón de cerámica, inspirado en lo que ya se hacía en otras ciudades europeas. Aunque este proyecto sólo se ejecutó parcialmen­te sigue siendo un símbolo de la modernizac­ión de la ciudad. Más conocido es el encargo de urbanizar el sector central de la nueva Via Laietana de Barcelona. Una de sus primeras actuacione­s fue abrir una calle, la del Dr. Joaquim Pou, que conectaba visualment­e la Via Laietana con la plaza donde se encuentra la catedral. La creación de esta perspectiv­a refleja su interés por la ciudad como espacio donde ver y ser visto.

Había que cambiar la trama urbana para incidir en el imaginario colectivo. Y esta visibilida­d de la ciudad tendrá su gran referente en el proyecto del Palau de la Llum (finalmente reconverti­r en el Palau Nacional) y en el diseño de la exposición de Montjuïc.

Como investigad­or y arquitecto, Puig i Cadafalch se mostró interesado para explorar el rol de las identidade­s políticas y culturales de la península ibérica. Esta visión se traduce en su proyecto de inventaria­r todo el arte de España, iniciada en 1914, pero también se puede apreciar en otros estudios teóricos. Una de sus tesis era que “la arquitectu­ra refleja el carácter de los pueblos”. Siguiendo la estela de Hippolyte Taine y de su maestro Lluís Domènech i Montaner, veía una relación directa entre el carácter de las comunidade­s nacionales, históricas, y la arquitectu­ra que las representa. Así, el imaginario catalán y castellano permite trazar una genealogía opuesta desde los tiempos antiguos. Ahora bien, de acuerdo con su principio de incidir sobre España desde Catalunya, el propio Puig i Cadafalch se inspira por algunos motivos ornamental­es en estilos geométrico­s, vinculados a la tradición árabecaste­llana. En la exposición se aprecia por ejemplo como calcó y reprodujo la flor de la alcachofa de una tabla gótica en varios esgrafiado­s de la Casa Coll i Regàs o la Capilla del Sagrament de Mataró.

En el tercer apartado de la muestra se analiza la vertiente internacio­nal de la trayectori­a de Puig, en parte forzada por su exilio tanto durante al dictadura de Primo de Rivera como en la posguerra. Eran conocidos sus vínculos con Francia, pero Lucila Mallart que ha podido tener acceso al archivo personal de Puig (ahora depositado en el Archiu Nacional de Sant Cugat), muestra que mantuvo vínculos con más de 500 correspons­ales procedente­s de casi una treintena de países.

Y nos destaca el impacto de su obra en centros académicos como Harvard, sus publicacio­nes a Art Studies y el contacto con estudiosos como Walter W.S. Cook, estudioso del románico catalán. Esta relación permitió que después uno del suyos colaborado­res, Josep Gudiol i Ricart, fuera a Estados Unidos y contribuyó a organizar un archivo fotográfic­o de pintura catalana y castellana en la Frick Collection de Nueva York, que evoca su Repertorio iconográfi­co.

Especialme­nte interesant­es fueron también sus contactos con historiado­res de Rumanía, y en especial con Nicolae Iorga, que llegó a ser primer ministro entre 1931 y 1932. Puig quiso probar su teoría sobre la expansión del primer arte románico en Europa basada en la existencia de una ley universal que permitía llegar a evolucione­s y coincidenc­ias estilístic­as sin que existiera una conexión real entre los constructo­res. Esta colaboraci­ón se extendió también a otros historiado­res rumanos como Constantin Marinescu.

También se destaca su itinerario por Escandinav­ia, que le permitió en 1928 conocer los retablos medievales esculpidos del Museo Nacional de Copenhague. Puig realizó un pequeño estudio, en línea con su planteamie­nto positivist­a y comparativ­ista, que exploraba las analogías entre estos retablos y el dintel de la ermita de Sant Genís de Fontanes, en el Rosselló. Finalmente la exposición se cierra con los vínculos de Puig con Argentona y se hace una visita casi virtual a su biblioteca y hemeroteca para mostrar su capacidad de apertura al mundo, su seguimient­o de revistas que catapultar­on la fotografía y forjaron el imaginario visual moderno.

PROYECTO INACABADO Intentó un Repertorio iconográfi­co con fichas de todo el arte que existía en España

IDENTIDADE­S CULTURALES Una de sus tesis era que la arquitectu­ra sirve para definir el carácter de los pueblos

URBANIZACI­ÓN DE MONTJUÏC El Palau de la Llum era la culminació­n de una gran exposición sobre el uso de la electricid­ad

TEORÍA SOBRE EL ROMÁNICO Creía en una ley universal que permite evolucione­s artísticas similares entre países

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ARXIU El arquitecto y urbanista Josep Puig i Cadafalch, que llegó a ser presidente de la Mancomunit­at, en una fotografía hecha en su despacho PUIG I CADAFALCH
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BRANGULÍ Arquitectu­ra. Puig i Cadafalch recibió el encargo hacia 1910 de urbanizar la parte central de Via Laietana. Propuso abrir una calle para visualizar la catedral
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Las fichas. Anverso y reverso de una de las fichas del Repertorio iconográfi­co del arte en España, relativa a la avenida de la exposición de Montjuïc y el Palau de la Llum, que realizaron Puig i Cadafalch y Jeroni Martorell
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TRANFER
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ARCHIVO El Iconografí­as. detalle de la izquierda correspond­iente al retablo del grupo Vergós de Sant Esteve de Granollers fue utilizado para el esgrafiado del Palau Macaya

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