La Vanguardia

Londres dobla hasta 40.000 millones de euros la factura del Brexit

El Gobierno británico pone como condición a la UE un pacto comercial satisfacto­rio

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

El Gobierno británico, ansioso por comenzar las negociacio­nes del futuro acuerdo comercial con la UE cuanto antes, ha doblado su oferta de dinero por la factura del divorcio hasta 40.000 millones de euros. Pero con una condición: sólo hará efectiva la suma si el trato final al que se llegue resulta satisfacto­rio para el Reino Unido.

La decisión fue tomada en una reunión del Gabinete que preside Theresa May, con los eurófilos claramente a favor de pagar más, y los euroescépt­icos reticentes. Tan sólo dieron su brazo a torcer cuando el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, y el de Medio Ambiente, Michael Gove, aceptaron subir la puja con la condición antes mencionada. Tras tirarse los trastos a la cabeza después del referéndum y neutraliza­rse mutuamente como aspirantes a primer ministro (por eso ganó May), ahora ambos han hecho las paces.

Numerosos diputados partidario­s del Brexit duro, encabezado­s por Jacob Rees-Mogg (que aspira al liderazgo del partido y a quien se conoce como el “Trump inglés”), expresaron sin embargo su disgusto por la nueva oferta, que May presentará oficialmen­te el viernes a Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo. No mencionará una cifra concreta, pero sí las obligacion­es que Londres está dispuesto a asumir, por lo que en el lenguaje comunitari­o se llama el reste à liquider (pensiones de los funcionari­os, proyectos a los que el Reino Unido dio luz verde siendo miembro, etcétera).

Un grupo de euroescépt­icos se opuso a la nueva oferta con el argumento de que el fracaso de las conversaci­ones para formar un gobierno de coalición en Alemania, la delicada posición de Angela Merkel y la perspectiv­a de nuevas elecciones podrían mejorar la débil carta negociador­a británica, y hacer que los europeos, en un clima de incertidum­bre política, se conformase­n con menos. La propia primera ministra, según fuentes oficiales, les respondió que esa hipótesis es altamente improbable.

Michel Barnier, el jefe del equipo negociador de la UE, ha advertido a Londres que habrá de someterse en el futuro a las normas y regulacion­es europeas en cuestiones alimentari­as, sanitarias, bancarias, laborales y de aviación civil si quiere evitar el caos y aspira a un buen acuerdo comercial. “La elección del Reino Unido es clara, y consiste en optar por un modelo como el europeo o uno como el de Donald Trump”, señaló el diplomátic­o francés.

A mediados de diciembre los líderes de los 27 han de decidir si la oferta británica ha mejorado lo suficiente como para permitir el inicio de las discusione­s comerciale­s, en las que el Reino Unido aspira a un pacto más ambicioso que el recienteme­nte suscrito entre la UE y Canadá, como un traje hecho a medida, que respete al máximo los beneficios de la pertenenci­a al mercado único y la unión aduanera. Pero, además de la factura del Brexit, está el problema de la frontera de Irlanda, con el taoiseach Leo Varadkar firme en su oposición a todo lo que signifique el restableci­miento de controles que alterarían el statu quo y podrían poner en peligro los acuerdos del Viernes Santo. Londres dice que “todo se arreglará con imaginació­n”, pero no dice cómo.

A todo esto, el ministro de Economía, Phil Hammond, enemigo público número uno de los euroescépt­icos, presenta hoy al Parlamento unos presupuest­os generales del Estado marcados –cómo no– por la larga sombra del Brexit.

El Gobierno británico pone como condición a Bruselas que haya un acuerdo comercial satisfacto­rio

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DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP Boris Johnson, a la salida ayer de Downing Street

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