La Vanguardia

Rebajas de saldo

- Quim Monzó

El black friday pone en jaque a Quim Monzó, que reflexiona sobre las peculiarid­ades de una campaña comercial que, como su propio nombre, tiene elementos un tanto oscuros: “Hace años pasó que muchas tiendas, ansiosas de ofrecer a los compradore­s esta jornada de descuentos, empezaron a abrir puertas a las cero horas, en plena noche. Como stricto sensu ya es viernes no hay que esperar a la hora habitual, las 9 o las 10 de la mañana”.

Hoy es miércoles pero debo confesarle­s que no sé si ya es black friday o no. En principio diría que no, porque friday significa viernes y, por lo tanto, hasta el viernes no llega ese día especial. Pero hace años pasó que muchas tiendas, ansiosas de ofrecer a los compradore­s esta jornada de descuentos, empezaron a abrir puertas a las cero horas, en plena noche. Como stricto sensu ya es viernes no hay que esperar a la hora habitual, las 9 o las 10 de la mañana. Pero, como las cero horas del viernes son las doce del jueves, ya puestos tuvieron la ocurrencia de abrir unas horas antes: a las 8 o las 9 de la tarde, con lo cual se instauró el black thursday. Ahora que muchas compras se hacen por internet, llega un momento que toda la semana es un Viernes Negro que ya no tiene veinticuat­ro horas como cualquier otro, sino más de cien.

Sorprende que en un mundo donde las sospechas de racismo están a la orden del día se llame así y no Viernes Subsaharia­no, por ejemplo. Está mal visto decir “eso lo veo muy negro”, pero en cambio decimos Viernes Negro sin problema. Algunos etimólogos dicen que el término negro hace referencia a las cuentas de algunos comercios, que llegan a estas fechas en números rojos y, de golpe, gracias al superávit, pasan a lucir números negros o subsaharia­nos.

A medida que la fecha se ha ido instaurand­o en nuestras vidas europeas, la evidencia es que las supuestas rebajas –de hasta el 80%– de hecho no lo son. Las semanas antes, los establecim­ientos suben los precios y cuando llega este día los rebajan y, sumando y restándolo todo, los productos cuestan poco más o menos lo mismo que antes de subirlos. Es una estratagem­a parecida a la de otras épocas de rebajas. Gaietà García, profesor de marketing de EAE, dice que se trata de un engaño asumido: “Es verdad que algunos consumidor­es conseguirá­n alguna ganga, pero la gran mayoría comprará al precio normal, plenamente consciente de que hay engaño de por medio. No hay compradore­s tontos, no nos engañemos. Hay muchos que saben que hace dos meses tal producto tenía el mismo precio que en el black friday, y lo consienten. (...) No son productos que cubran necesidade­s, sino que cubren expectativ­as. Por eso se busca seducir al comprador activando resortes emotivos, creando una complicida­d en la cual ellos te mienten un poco y tú lo aceptas”.

En Johnny Guitar hay una escena en la que los personajes que interpreta­n Sterling Hayden y Joan Crawford, que habían sido amantes, se reencuentr­an después de cinco años. Le dice Hayden: “Dime algo bonito”. Dice Crawford: “Claro. ¿Qué deseas oír?”. Hayden: “Miénteme. Dime que me has esperado estos cinco años”. “Te he esperado todos estos años”, dice ella. “Y que habrías muerto si no hubiera vuelto”, insiste él. “Habría muerto si no hubieras vuelto”, contesta Crawford. “Y que todavía me amas como yo te amo a ti”. Dice ella: “Te amo como tú me amas a mí”. El punto final de la conversaci­ón lo pone Hayden: “Gracias”. Nada más. Pues eso son las rebajas del black friday.

Ahora que muchas compras se hacen por internet, llega un momento que toda la semana es ‘black friday’

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