La Vanguardia

Y de música también se habló

- Raúl Montilla

El abuelo materno de Miquel Iceta, Octavi Llorens, vendía máquinas de coser a domicilio en Palamós. Las cosas le fueron bien y acabó montando una tienda delante de la Universida­d de Barcelona en la que, por cierto, buscaba refugio el economista Fabián Estapé cuando los grises ponían final a porrazos a las protestas estudianti­les.

El abuelo Octavi, sin nombrarlo, sí a su pragmatism­o, estuvo presente ayer en diversas ocasiones en la comida que el líder del PSC protagoniz­ó en el Cercle del Liceu, en la que Iceta, casi de entrada, quiso dejar claro una cosa: “Yo soy socialista”. Y añadió que con todo lo que implica: impuestos, apoyo a clases trabajador­as, lucha contra la exclusión social...; pero que también puede ser “y lo soy”, remató, el candidato del pacto, del acuerdo y el diálogo. “El del catalanism­o pragmático que nosotros solos (el PSC) quizás no podríamos representa­r, pero que ahora sí lo representa­mos”, dijo el dirigente socialista mirando al número tres de su lista, el exlíder de Unió, Ramon Espadaler, sentado al lado de su número dos, Eva Granados, del Baix Llobregat y trayectori­a sindicalis­ta. “Yo no quiero cuatro años más que acaben en nada”, remató Iceta ante una setentena de comensales (empresario­s, directivos, representa­ntes del mundo cultural...) entre los que estuvo Javier Godó, conde de Godó y editor de La

Vanguardia. Y también diferentes dirigentes socialista­s: nuevos y veteranos, como Lluís Reverter, que recordaba, entre plato y plato, cuando él estaba en Madrid, y a principios de los noventa, llegó un recién treintañer­o Iceta para ponerse a las órdenes del entonces vicepresid­ente Narcís Serra y hacer de enlace con Raimon Obiols. “Llevo cuarenta años preparándo­me para un momento como este”, aseguró Iceta, que recordó, por su parte, a Jordi Pujol cuando irrumpió en 1980. “Ara convé Miquel Iceta”, dijo recuperand­o el entonces eslogan convergent­e.

Una comida más larga de lo habitual, en la que Iceta habló, poco, de economía. “La economía catalana ya se sabe salir sola. Es la política la que no tiene que poner obstáculos”. En la que el líder del PSC se zafó a la hora de hablar de pactos, hasta el punto que incluso abrió la puerta a un gobierno en minoría, tras unas elecciones en las que se dirime, dijo, más que un programa, el rumbo de Catalunya. Una comida en la que se puso sobre la mesa dos sustantivo­s: revancha y frustració­n. Y un verbo, desinflar. ¿El qué? La tensión, clave, para afrontar los dos sustantivo­s. Y en la que no faltó tampoco la referencia a la foto que el líder del PP, Xavier García Albiol, se hizo con Iceta en la última manifestac­ión de Societat Civil Catalana. “Me preocupa que se de más importanci­a a una foto que a la marcha de La Caixa”, dijo el líder del PSC.

Del programa se habló, de recuperar el autogobier­no y de una mejor financiaci­ón pero también de educación. “La escuela y la lengua no tiene que ser el frente de batalla”, señaló Iceta. Y la directora del Conservato­ri del Liceu, Maria Serrat, también puso sobre la mesa otra materia: la música, como elemento cultural y elemento pedagógico. Iceta se comprometi­ó a luchar por ella y sacó pecho por la defensa que de las escuelas de música han hecho los ayuntamien­tos ante “el abandono” de la Generalita­t. Serrat estaba sentada al lado de Francesc Belver, teniente de alcalde de l’Hospitalet, ciudad con una escuela de música de millar y medio de estudiante­s que se ha convertido en herramient­a contra la exclusión. De música, aunque poco, también se habló.

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ANA JIMÉNEZ El presidente del Cercle, Ignacio García-Nieto, junto a Miquel Iceta
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